Aída Lopez charla con el escritor de las novelas Paraíso en casa y Blanco trópico.
“Ah, Nayelli, por qué te fuiste y me obligaste
a tratar de salvarme escribiendo una novela
y asistiendo a este pinche taller”.
Paraíso en casa es la última novela de Adrián Curiel Rivera (CDMX, 1969). Publicada por el sello Alfaguara en 2018, la metaficción narra la historia del ingeniero Regino Félix, quien después de un asalto en la ciudad de México decide mudarse con su familia a Mérida, Yucatán, la tierra prometida. La situación cambia cuando su esposa, después de celebrar el año nuevo con su familia en la Ciudad de México, decide no regresar con sus hijos a la capital yucateca. Regino retorna solo y como terapia para paliar la soledad ingresa al inhóspito taller literario Elena Poniatowska Nueva Época dirigido por Lula Azero de quien Regino se enamora, quizá para olvidar a Nayelli, su esposa.
Es aquí donde el protagonista comienza a escribir Paraíso en casa, misma que sufre el escarnio de los talleristas. Si bien Adrián radica en Mérida desde 2003, refiere que su relación con Regino Félix no es autobiográfica, ni este es su alter ego, aunque reconoce que es autoficcional. En esta ficción dentro de la ficción se cuenta la historia de otro matrimonio que por causa de las redes sociales ve resquebrajarse su relación. En entrevista, Adrián reveló que su motivación para escribir Paraíso en casa fue la de escribir una novela que hablara no sólo de sus obsesiones y, en clave metafórica, de algunos de los males que laceran a nuestro país, sino de la aventura misma que significa escribir una novela.
Refirió que no quería escribir una novela de narcos, ni desde la visión de los malos ni desde la de las víctimas. En todo caso, el problema podría plantearse desde la fantasía colectiva de un grupo de burgueses acomodados que, hartos de la inseguridad, de la corrupción y de la ineficiencia de las autoridades, decidieran hacerse justicia por propia mano. Pero ésa no sería su novela; es decir, necesitaba un personaje: Regino Félix, que escribiera esa novela al tiempo que él escribía la novela de Regino construyendo su novela. Acotó que también le pareció interesante que la novela de Regino fuera la de un amateur, con todos sus defectos, y que su texto se fuera transformando en el marco de una dinámica de taller literario.
El taller, además, ofrecería una oportunidad inmejorable para explorar la naturaleza misma de los talleres, su doble faceta de “Inquisición Literaria” que reprime las capacidades y ansias creativas, y de espacio privilegiado para pulir y educar la imaginación fabuladora. En este punto, dijo que hay mucho de crítica y burla a lo que constituye nuestra “República de las letras”. Sobre su relación con el personaje y la experiencia de vivir en Mérida, estimó que Paraíso en casa es un texto particular no sólo por constituir una novela que literalmente “tallerea” a otra novela dentro de la novela misma, un planteamiento del que no ha encontrado otro ejemplo en la narrativa escrita en castellano, sino por su relación con la ciudad de Mérida.
Destacó que Blanco Trópico (Alfagura, 2014), su anterior novela, suscitó una recepción polémica pues muchos lectores identificaron aquella isla imaginaria con Yucatán y su capital, la acción de Paraíso en casa o, para ser más precisos, uno de los ramales narrativos del libro, transcurre sin lugar a dudas en Mérida. Una ciudad actual, viva, con un crecimiento urbano expansivo y una migración nacional en aumento irrefrenable. Acentuó que a diferencia de otros textos que hablan sobre Mérida desde el filtro antropológico y nostálgico de la visión del fuereño (y en este contexto refirió a Palmeras de la brisa rápida de Juan Villoro), le parece que Paraíso en casa está fuertemente anclada en la dinámica cotidiana y en la contemporaneidad de esta ciudad.
Con el humor que lo caracteriza, dijo que en su calidad de “huach” no puede dejar de sentir empatía por Regino Félix, debido a que viven la experiencia común de haberse establecido en Mérida, ciudad que califica de fascinante y que algunos ensalzan como la Manhattan del Caribe. Finalmente, matizó que un rasgo destacable de Paraíso en casa, que aparece también en Blanco Trópico, es el manejo del humor ya no sólo como recurso o atmósfera narrativa, sino como un personaje más que adopta distintos rostros: la ironía, la parodia (de la novela rosa, de la novela policial, de la novela de narcos…), el sarcasmo, la farsa, el carnaval, la mojiganga, entre otros. Se agradece la lectura ágil y divertida con la cual podríamos fácilmente identificarnos si nos asomamos al paraíso del escritor.
A continuación, un fragmento de la novela de marras:
–“¿Sobre qué va tu novela, huach? Si nos lo explicas con tus propias palabras y un ábaco chance y hasta nos enteramos. La trama es un caos.
–Yo insisto, Jimeno—interviene Lula Azero–, en que debes esforzarte por definir cuál es el conflicto de más peso. ¿La infidelidad? ¿Las consecuencias de una decisión tomada a la ligera tomada por el protagonista cuando tiene una “familia perfecta”? ¿El actuar irresponsable en tanto líder de una célula civil que pretende hacerse justicia por propia mano? Cada vez estoy más convencida de que, en última instancia lo que te interesa es hace una crítica o metáfora de los flagelos que azotan el país. La historia en sí, o las subhistorias, son solo un pretexto. Traslasierra opera como una sinécdoque de nuestra realidad”. (pág. 213)
Adrián Curiel Rivera es doctor en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha colaborado con artículos de crítica literaria, reseña y relatos en diversos medios nacionales y extranjeros. Es autor de las novelas: Bogavante (2000, 2008). El Señor Amarillo (2004), A Bocajarro (2008), Vikingos (2012), Blanco Trópico (2014). En el género narrativo: Unos niños inundaron la casa (1999), Mercurio y otros relatos (2003), Madrid al través (2003, 2008), Día franco (2016); del texto ilustrado: Quién recuerda a doña Olvido (2012). En el género de ensayo: Novela española y boom hispanoamericano (2006), Los piratas del Caribe en la novelística hispanoamericana del siglo XIX (2010), Avistamientos críticos (2016). Asimismo, ha sido incluido en numerosas antologías como La X en la frente. Nueva narrativa mexicana; Antología del cuento latinoamericano del siglo XXI; Antología del cuento mexicano actual; Día de muertos; 20 años de narrativa. Jóvenes creadores del Fonca; Más de lo que maginas y Cuentos perversos; entre otras.