¿Cuánto se habrá dicho de J. S. Bach? Los análisis de su obra y de su vida son incontables. Su evolución es discutible -ya en su producción temprana había un acabado consistente- como si hubiera nacido sabiendo, dando sentido a su alias de “Padre de la Música”. La catalogación de su legado no explica demasiado la dimensión de su obra.
Así que la mejor vía es escucharle, atravesando la amplísima oferta interpretativa de sociedades barrocas, de grupos configurados en diversos tamaños y artistas independientes. Siguiendo esa opción, en el mapa se destacaba Evangelina Mascardi, laudista de origen argentino radicada en Italia, con quien tuve el privilegio de conversar: gran oportunidad para conocer su percepción de lo que significa Bach y lo que hay adentro del Barroco, del laúd y de su calidad artística.
FDJ: ¿Cómo la Música fue el camino elegido? ¿Cómo empezó todo?
EM: No creo que yo haya elegido a la Música, sino que la Música me eligió a mí. No vengo de una familia de músicos, sino de una donde se escuchaba mucha música. (Por) mi mamá, mientras hacía todos los trabajos en casa, mis hermanos o mis tíos o la gente alrededor, siempre había música; fuera de un cumpleaños o de las navidades, se agarraba una guitarra, cantábamos música tradicional, así que la música estaba cien por ciento presente durante mi niñez.
Había la radio, la televisión y gente que cantaba y mi mamá deseaba que alguien acompañara al canto espontáneo y entonces… mandó a todos los hijos a estudiar guitarra, a mis hermanos y a mí. Mis hermanos, después de un tiempo, dejaron de aprender y yo… proseguí. Pero pues siempre tuve claro que lo que iba a hacer era música. Recuerdo que la idea de ir a la facultad o a la universidad, me horrorizaba. Para mí era claro que lo que iba a hacer era la Música. Así que no sé bien si yo elegí o me eligió la Música, pero yo pienso que en algún lugar la música me eligió, fue ella la que me atrapó.
FDJ: Entonces se podría decir que fue un impulso afortunado, una cuestión de hallarse andando…
EM: Yo pienso que sí y de estar bien acompañados, porque mis padres no son músicos, ni son profesionales, pero siempre fueron muy sensibles a la Música y a lo que yo hacía. Ellos sabían que para mí era importante. Entonces me acompañaron siempre en este viaje -digamos- en la adolescencia, con mucho respeto y con mucha sensibilidad.
FDJ: ¿Cuáles eran las dudas que más le asaltaban, por ejemplo, si iba a poder dedicarse profesionalmente o quizá no?
EM: No. Cuando era más joven, cuando estudiaba, no pensaba absolutamente en el éxito profesional. No lo tenía bajo ninguna consideración, no era como algo que me preocupaba, al menos a mí. E insisto, como provengo de una familia de clase media, yo trabajaba, que era lo que había qué hacer para estudiar. Pero no era mi incertidumbre, mi miedo o mi fantasma el hecho de no tener un éxito profesional. Para mí lo importante era llegar a tocar bien, saber lo que tendría qué hacer para mejorar o saber a dónde tenía que ir, para encontrar lo que estaba buscando, pero no pensaba en un futuro.
De hecho, para mayor claridad, me recibí en Basilea con el laúd. Hice mi diploma en 2001 ¡Y no tenía pasaporte europeo! No pensaba -con 23 años, siendo tan joven- no pensaba en el futuro. Yo estaba en un mundo de ensueño musical. Y ya de pronto, me desperté con el problema. Entonces mis dudas eran sobre…aunque yo tenía una fe fuerte en qué iba a poder hacer, más bien las dudas eran sobre mí misma, sobre cómo llegar a hacer, cómo prepararme, cómo hacer las cosas, cómo buscar lo que me faltaba. Eso es muy importante y qué maestro me podría dar lo que estaba buscando, qué curso, qué experiencia me podía llenar lo que me faltaba. Esas fueron mis dudas y…son las que tengo hoy también.
FDJ: Cuesta trabajo pensar que todo el perfeccionamiento interpretativo que usted ha logrado, en algún momento le pudo ocasionar incertidumbre. Es decir, se aprecia como un proceso natural, como simplemente tomar el instrumento.
EM: Por un lado, sí. Siempre sentí -siento- una gran naturalidad con la Música. Yo siempre digo “no sé si soy la mejor o la peor ni la más talentosa o la menos talentosa, pero…soy músico”. Eso para mí es una certeza y no es para mí una certeza vana; pero…no alcanza con eso. Entonces hay que seguir trabajando y buscando y pienso que la duda, como les digo siempre a mis alumnos, este momento histórico sociopolítico, sociocultural hace que la duda no exista, porque todos tenemos qué presentarnos como poderosos sabelotodos y seguros; pero la duda es fundamental para los procesos artísticos. Si no, no hay proceso artístico; tiene que haber.
FDJ: Todo sea por mantenerse seguros y adquirir nuevos impulsos; y ya pasando al terreno profesional, ¿Qué acontecimiento fue determinante para confirmar su carrera, para afianzarse y decir “esta soy yo”?
EM: Bueno, cuando conocí a Hopkinson Smith en Argentina, fue muy importante porque, escucharle tocar el laúd para mí fue como un balde de agua fría, como que realmente alguien me señalara “esto es lo que hay qué hacer”. Entonces ese fue un momento muy particular. Después otro momento particular fue cuando llegué a Suiza. Yo venía de una escuela en Argentina, que era pública, que no era un conservatorio -no estudié en el conservatorio, estudié en una escuela de formación profesional para maestros de música- una escuela muy importante y muy buena. Pero era una escuela… de barrio, era pequeña donde no formaban profesionales, sino maestros de música.
Porque en Argentina, recordémoslo -no sé cómo es en México- en todos los grados de la enseñanza desde jardín de infantes hasta secundaria hay Música. En Europa eso no existe más: en el primer mundo no se estudia más la Música, en ningún grado de la formación de la escuela. En Buenos Aires, la capital federal, hay tres escuelas que se ocupan de formar estos maestros. Tenemos muchas materias complementarias, tenemos pedagogía y prácticas, etcétera. Cuando ya salí y me fui a Suiza, me parecía que ¡Dios mío! ¿Con qué me iba a encontrar, con qué nivel musical iba a encontrar a mis compañeros? Y me di cuenta que estaba preparada perfectamente y que tenía incluso mejor nivel teórico que ellos.
Ese fue un buen empuje y me posicioné (ríe) digamos, me liberé de esa imagen que a veces tenemos, porque provenimos de un país que no está en el primer mundo. Me di cuenta, como bien dices, de mi buena fortuna. Y a partir de allí, empecé a arrancar; después, conocer a muchos profesores en Basilea que me dieron mucha confianza, que me invitaron a tocar en sus ensambles; Bernard Trewick, productor de la Radio Austríaca (que ya no existe más, ese sello de Radio Austríaca), me hizo grabar mi primer disco. Fueron muchas personas que fui encontrando y que me escucharon, me fueron llamando y apoyándome en lo que hacía.
FDJ: ¿Cuál ha sido el compositor o la obra de mayor significado, de mayor incentivo, en su trayectoria?
EM: Si tengo que decirte lo que a marcó mi adolescencia, seguramente fue Bach. Lo que más me gustaba tocar en la guitarra, lo que más me llamaba la atención y me sentía cómoda, sin duda era Bach. Después tuve un largo periodo en que el Renacimiento me atrapa y que amo a (Alfonso) Mudarra, a de Reeve; paso por momentos en los que hago una cosa o la otra. Como ahora, que estuve grabando a Bach -por suerte, terminé la semana pasada con la (BWV) 996, la última suite-.
Estoy atrapada también con Bach, pero depende del momento en que estoy estudiando, es que me enamoro de la partitura que tengo delante; cuando fue el disco de (Laurent de) Saint-Luc también fue un desafío y al final lo terminé queriendo y adoptando, lo mismo con Castaldi. Digamos que la música para laúd me atrapa más, sea para el Renacimiento o el Barroco. Soy menos de la guitarra barroca o de la tiorba. La sonoridad de los laúdes me interesa, me llena más.
FDJ: Hablando de la interpretación, Bach es objeto de culto para miles o millones en todo el mundo y la expresión de Evangelina Mascardi es perfecta ¿Cómo ocurre esta honestidad interpretativa?
EM: Eso que me decís, me halaga mucho. (Reflexiona) Bach es un personaje de culto y es un personaje de culto romántico. El Bach que conocemos hoy como el arquitecto y cercano a Dios es un culto romántico. Y yo entiendo la música como un fenómeno cotidiano; como una cosa más, como algo más de mi vida. Creo que esos dos extremos hacen que este culto enorme romántico -un mito- sea algo sobrenatural, que mucha gente se encarga de alimentar (muchos se lo creen y a muchos les conviene). Yo no pienso “ahora voy a hacer esto, ahora voy a hacer lo otro”.
La música barroca tiene estructuras que se repiten. Cada compositor posee su estructura; y la belleza, la elegancia y hasta la extravagancia en la construcción de esta estructura es un estereotipo, que lo definen. Y pienso que el intérprete también tiene su modo de tocar estos estereotipos. Y otra vez, la cura del movimiento, el sonido que hemos realizado define esto que llamás “honestidad”.
Para mí, cuando así lo decís, me estás llamando “intérprete” porque estás viendo en mí una cosa que yo por cuenta propia puedo hacer y que es muy difícil de explicar, sobre todo a los alumnos. Entonces, lo que me doy cuenta es que con Bach esto choca mucho porque estamos acostumbrados a pensar en un Bach lleno de pensamientos y de historias y de pronto de encuentras con un Bach…simple. Esto llama mucho la atención. Siempre digo a mis alumnos: “si suena difícil, está mal”.
FDJ: O sea que es algo ligado -de nuevo- más a la naturalidad y la espontaneidad que a algo intrincado.
EM: Yo no entiendo la música de otra manera. Aparte ¿Sabés por qué el laúd y toda la música de los Mil Quinientos y del Renacimiento, aunque sea música muy difícil y elaborada, es música que nace del instrumento? Desde el Mil Quinientos -desde que la música se empieza a imprimir en papel- nace lo que llamamos la era moderna hasta más o menos hace cien años; (después de Segovia más o menos, la música de guitarra nacía de las manos de un guitarrista y la música para laúd de las manos de un laudista). Es música muy natural, que nace con un idioma. Después, esa tradición se quiebra cuando compositores que no eran guitarristas empezaron a escribir para guitarra: entonces empezó otro lenguaje.
Estos últimos ciento veinte años nos marcaron mucho a nosotros en la interpretación, muchísimo. Vuelvo -por ejemplo- me siento delante de (Matteo) Carcassi a mirar sus digitaciones, no porque las tenga qué hacer iguales, sino porque quiero aprender cómo movía la mano. Te das cuenta que tenía un modo de ser. Pienso que el intérprete es quien encuentra un modo de ser en el instrumento, no el que interpreta “ideas musicales”; yo no tengo “ideas musicales”. Tengo ideas en las manos y las llevo adelante. Y estos movimientos, son mi lenguaje. Por esos escuchás una cosa que te parece honesta. Lo que siempre busco en realidad es eso.
FDJ: Es una metodología que conquista. Cuando uno escucha la interpretación de Evangelina Mascardi, se siente que fuera ella la que compuso esa obra o ella se posesiona del espíritu de la obra.
EM: Sin llegar a tanto, no pienso en apropiarme de nada, tengo qué decir que la música la sé de memoria y no solo la mecánica, yo sé todo de la música y cuando no lo sé, no me sale. La semana pasada grabé el (BWV) 996 la hice en Fa sostenido menor, que es una tonalidad muy común en el laúd barroco, en muchísima música. Originalmente está en Mi menor y existe un manuscrito en La menor; pero en esta última (tonalidad)* queda muy alta y en Mi menor es muy baja, así que hay que hacer un compromiso.
Algunos la tocan en Mi menor, Hopkinson Smith la toca en Fa menor; yo la toqué en Fa sostenido menor, una tonalidad que armónicamente no la tengo tan clara en la cabeza y de cuando en cuando no me salía. No era una cuestión técnica de los dedos. Ahora bien, apropiarse…sí, pero apropiarse solamente de las notas. No es mi intención componer ni hacer algo nuevo. Quiero solamente ponerlo en el laúd de la mejor manera posible.
FDJ: ¿Hace giras? ¿Alguna vez la podremos ver en México?
EM: Ojalá que sí. La última vez que estuve en México fue creo en 2014 con Il Giardino Armonico. Tocamos en CDMX y en Morelia y fue uno de los lugares de los que no me quería ir. Me quedé completamente enamorada de México y de todo. Me encantaría volver, esperemos que se pueda en el futuro.
FDJ: ¿Cuáles son los proyectos para el futuro inmediato? ¿Cuáles a largo plazo?
EM: Para el futuro inmediato es terminar de montar el disco de Bach. Está terminada la grabación; ahora me hace falta montar algunas piezas y resolver el tema de cómo va a salir a la luz el disco -que muy probablemente decida hacerlo sola, a sacarlo por mi cuenta- y a partir del mes que viene tengo cuatro conciertos con mi colega Maurizio Croci con el disco de temática española, dedicado a la vihuela y al clavicémbalo, con música de Cabezón y música intercambiable con el cémbalo y la vihuela.
También voy a hacer música en dúo, muy lindo programa, a lo mejor lo pulo con Renacimiento y a partir de octubre estaré empezando a estudiar para otro disco dedicado a música para laúd de Orlando di Lasso. Luego, tabulaciones, tríos y duetos para laúd de diferentes autores, como John Dowland o Severino, que escribió una Fantasía muy linda sobre La Susana; o piezas sacras, que serán un compendio alrededor de Orlando di Lasso.
FDJ: ¿Algún consejo para disfrutar más la música barroca?
EM: El consejo que le doy a la gente, por ejemplo, yo vivo en un pueblo en el centro de Italia donde tengo mucha actividad. Y al principio me acuerdo que la gente tenía como resquemor o un poco de miedo de venir a los conciertos. Y les decía que en mis conciertos no hay problema: todos pueden entrar, te puedes ir, te puedes dormir, te puede gustar, te puedes aburrir.
No tiene que gustarte; hay que tenerse paciencia y permitirse entrar de a poco y que no es una cosa inmediata, que un repertorio o un compositor te guste, porque la música a veces se piensa como un pasatiempo y a veces no lo es. Hay qué empeñarse un poquito más, tenerse paciencia. Y mantener la curiosidad, sacarse la seriedad; no es tan serio como parece.
FDJ: Para quien estudia música ¿Alguna recomendación final?
EM: Se necesita mucho tiempo; que es precioso estudiar, que necesita mucha energía, el doscientos por ciento de nosotros mismos que cuando hacemos otra cosa y que es el mejor y más grande capital -lo que somos y lo que hacemos- tener un repertorio. Tener una vertiente artística, es un capital enorme que nos llevamos a la tumba y por lo cual trabajamos. Y ser curiosos. No existe un verdadero éxito aparte de ser felices.
*Familia de notas. La principal es llamada tónica y a partir de esta, se desarrolla una pieza musical
Mi humilde opinion y desde mi punto de vista, es un hecho que a uno lo elige la música, como dice Evangelina. Bella su historia, algunos no podemos tocar instrumento alguno, aunque lo deseemos, a lo más solo “tocamos madera”. No todos son como JSBach que nacío sabiendo, según dicen. EM fue tocada y siempre se encontró motivada para alcanzar su perfección y más aún cuando dio el siguiente paso yendo al primer mundo dandose cuenta que el talento no tiene país, ni tiempo. De gracias JSB en haber nacido en europa, alemania, 2 siglos despues de medievo, sin tecnologia y redes sociales, porque si lo hubiera hecho al otro lado en méxico, seguro no pasaría de ser impresor, copiando partituras para sobrevivir, soñando con ser “feliz”en europa, eh dicho.