“La intimidad en el porno es un valor millonario”: charla con Wenceslao Bruciaga

A propósito de su novela "Porno para piromaníacos", Anahí García Jáquez charló con el escritor Wenceslao Bruciaga acerca de este libro publicado por Sexto Piso, pero también sobre las vivencias en el mundo gay que dieron lugar a esta ficción literaria. ¡No dejes de leer esta provocadora entrevista...!

A propósito de su más reciente novela, “Pornografía para piromaníacos” (Sexto Piso, 2022), nuestra colaboradora Anahí García Jáquez charló con el escritor y columnista Wenceslao Bruciaga (Torreón, 1977). Él es escritor, cronista, punk adicto al mosh pit, boxeador amateur y periodista especializado en temas de diversidad sexual y música. Es autor de Funerales de hombres raros y Bareback Jukebox, y de la compilación Un amigo para la orgía del fin del mundo. Publica la columna “El nuevo orden” en Milenio Diario desde 2006.

El libro narra las historias de Pedro Blaster, Charliee Sebastian y Jeff «Pliers» Peralta, los nombres de tres actores sumergidos en el estridente circuito del porno gay del Área de la Bahía, en San Francisco. Su aparente estabilidad de glamour exhicibi­cionista, seguridad económica o sexo al alcance de su antojo, se ve perturbada con la inesperada ola de suicidios que parece afectar como discreta epidemia a otros compañeros actores de la industria, de por sí tambaleante por los acelerados cambios generacionales y tecnológicos que suscitan nuevas formas de concebir las relaciones, la atracción, el poder, las drogas, el sexo y el amor entre hombres…

¿Cómo fue tu investigación para la construcción de los personajes y del ambiente en que se desarrollan?

De alguna manera, todo empezó cuando trabajaba como reportero en Quo, la revista de divulgación científica que en la primera década de los dosmiles era famosa por editar los especiales de sexo dos veces al año. Ahí empezó mi contacto con la pornografía en general para diversos artículos y crónicas. Desde luego la categoría gay estuvo incluida y fue ahí que conocí a varios actores de la industria porno de San Francisco. Sin proponérmelo, de entrevistados pasaron a amigos y poco a poco fui conociendo sus anécdotas, aventuras, amores y recaídas, los problemas con la droga y el ego. Supe que algún día haría algo con todas esas historias y desde luego, con mi forma de entender la homosexualidad. También tuve mucha motivación de la serie Lookin! de Michael Lannan para HBO que sólo tuvo dos temporadas.

Cuéntanos sobre tu estadía en San Francisco y su influencia en el proceso de creación de tu novela.

Dejando fuera el movimiento hippie -que me caga-, creo que mi obsesión con San Francisco empezó cuando vi por primera vez la película “Vertigo”, de Hitchcock. Me daba la impresión de ser una ciudad pensada arquitectónicamente para que las obsesiones se sintieran en su hogar. Más tarde, recuerdo que solía escuchar esa canción “Hey Jack Kerouac” de los 10000 Maniacs con Natalie Merchant como cantante (pinche bandón de rock de protesta que no tiene el reconocimiento que merece) y solía imaginarme los paisajes, especialmente cuando Natalie canta “Of the San Francisco beat boys you were the favorite…”

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Cuando adolescente, que fue cuando salí del clóset, mi obsesión por San Francisco creció. Muchas cosas habían pasado y seguían sucediendo en el Área de la Bahía.  El punk de Negative Trend y los Dead Kennedys -aunque técnicamente estos últimos son de Berkeley- pero bueno, es el otro lado del puente Bay Bridge. ¡Faith No More y Primus! Los beatniks y el barrio en donde se empedaban, que era North Beach, donde se encuentra la librería City Ligths. El movimiento de drum and bass que tuvo un sello particular tan determinante como el oeste de Londres. Y por supuesto, toda la historia de la liberación gay que es casi congénita a la urbanización de San Francisco, donde parecía que su bandera oficial era la del arcoiris.

Hubo un tiempo en el que parecía que todo el porno gay se rodaba ahí. Los actores salían caminando en las pendientes y luego se iban a coger en esos clásicos departamentos victorianos. Soñaba con que era la tierra prometida de la putería masculina donde mamabas verga en la esquina sin que los bugas te partieran la madre. Y por algún tiempo lo fue. Cada que tenía oportunidad, y dinero, viajaba a San Francisco y caminaba por sus calles hasta sangrarme los pies. Siendo de Torreón, una ciudad estéril y exiliada, me resultaba fácil integrarme a otras ciudades sin el recoveco de la identidad. Después conocí a mi actual novio que es de allá y eso me sirvió para conocer la ciudad en distintos contextos históricos.

En tu novela hablas del cuerpo no sólo como instrumento para dar placer, sino como herramienta laboral y sobre las consecuencias de su uso y abuso. ¿pero qué hay de las emociones y los pensamientos de los actores del porno gay?

Justo uno de los puntos que me interesaba abordar en la novela era el acercamiento a la rutina de tres actores porno gay fuera de cámaras, en donde hay más tiempo y espacio para desgranar las emociones y sus pensamientos partiendo desde el ejercicio de la ficción, aunque hubo mucha investigación, entrevistas, videoblogs y desde luego, viendo porno. Que es algo de lo que sospecho soy adicto. Descubrí que la mayor de las veces, la anatomía o biología masculina es un factor determinante cuando no trascendental en esa profesión. La sola química o la ausencia de esta entre los actores porno de una escena, suele generar racimos de emociones que palpitan muchas horas después de grabar.

Quizá porque es un trabajo donde la gratificación sexual, fetichista y económica son parte de la maquinaria de sobrevivencia de los actores que se dedican al porno de tiempo completo; aunque en mi novela uno de los actores intenta hacerse una carrera en el mundo del folk alternativo y justo ese desdoblamiento a otra profesión es un punto de conflicto para el personaje. Los sentimientos son centrifugados por la profesión, fustigando las emociones y los pensamientos a un límite de lo real. La realidad fuera de cámaras de los actores porno es un plano borroso.

Al inicio del libro, uno de los personajes principales menciona que el ser actor gay es una profesión que requiere talento y entrega; ¿eso significa que hemos tenido un concepto erróneo de ellos?

No lo sé. Al final, es un empleo en cuya naturaleza se encuentra conflictuar la moral de quienes lo ven en distintas circunstancias. Pero también cabe recordar que son actores de porno gay, que tiene una dinámica muy distinta al porno buga. Creo que lo erróneo tiene que ver con nuestros propios prejuicios con el que consumimos porno. Lo novela muestra que son humanos como cualquiera de nosotros. Con sus bondades y crudas contradicciones.

En tu libro hablas sobre el rol de las redes sociales en la vida y la carrera de Jeff, Pedro y Charliee, los protagonistas. ¿Qué tanto han revolucionado éstas a la pornografía gay?

Demasiado. Para empezar, hoy es aún más productivo con plataformas digitales como Onlyfans o Just for Fans donde monetizan los encuentros sexuales fuera de las producciones de los grandes estudios. Es la materialización extrema de aquella muletilla publicitaria de “El sexo vende”. Sin embargo, los actores del porno gay tienen la presión de sobre exponerse todo el tiempo porque los likes, la interacción, se han convertido en una monetización salvaje que los mantiene vigentes.

Es ya una industria paralela al porno tradicional, por decirlo de algún modo. Pero, encuentro bastante cansado y aburrido ver a mis actores favoritos haciendo pendejadas en los stories de Instagram o Tik Tok, siento que les quita morbo y misterios y hasta los infantiliza. Por otro lado, está el fenómeno de los sextwitteros que suben contenido explícito a sus cuentas y si bien me parece interesante, creo que la experiencia se vuelve inmediata, acelerada. Soy de la vieja escuela, de ver la película, el video completo.

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¿Qué tiene en común Pornografía para Piromaníacos con tus anteriores trabajos?

Definitivamente mi obsesión por los hombres, su anatomía tóxicamente cisgénero, la violencia como consecuencia de ésta y el sexo y la música como salvación suicida.

El nombre de tu libro nos remonta de inmediato a la banda Porno for Pyros. ¿Es mera casualidad o el elemento musical está presente en tu texto?

Digamos que fue una casualidad consecuencia de mi melomanía y mi obsesión por la banda de Perry Farrell. A veces pienso que el video de “Cursed Female” fue determinante para consolidar mi homosexualidad. Ese video donde un joven sale en búsqueda de sexo oral en gasolinerías abandonadas de Los Ángeles. El libro salió al mercado a finales del año pasado, pero creo que es este 2023 cuando está tomando impulso.

Curiosamente, este año el álbum debut y homónimo de los Porno for Pyros cumple 30 años y eso es una casualidad que me tiene contento y excitado. Creo que fue el nombre ideal. Tanto la banda como los personajes de mi novela comparten la idea del sexo y sus fetiches (tal vez chocantes para muchos), el sexo como una irremediable brújula con la cual dirigirse en este mundo propenso a la hipocresía dado cierto magnetismo a los convencionalismos.

¿Qué tanto aprenderemos y conoceremos del porno gay a través de tu novela?

Es interesante. Los bugas supongo no sólo conocerán el porno sino las dinámicas de ligue, sexo y afecto entre hombres homosexuales. Quiero pensar que los homosexuales de algún modo estarán familiarizados. Lo que se conocerá es algunos detalles del detrás de cámaras, sobre todo la humanización y algo más relevante, la intimidad de aquellos hombres que a veces sólo contemplamos como máquinas de carne que penetran como salvajes. La intimidad en el porno es un valor millonario y eso creo que puede ayudar a conocer el valor de nuestra propia intimidad en una sociedad digitalizada que todo lo documenta como una forma de ser.

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