El Papa ha fallecido de manera inesperada y, por lo tanto, hay que encontrar un sucesor. Es por ello que el Cardenal Thomas Lawrence tendrá la ardua tarea de administrar la elección del nuevo dirigente de la iglesia católica, todo ello en secreto. En su camino se encontrará con obstáculos y sorpresas, no muchas de ellas agradables.
Cónclave es una adaptación de la novela del escritor estadounidense Robert Harris que, en esta ocasión, se lleva a la pantalla grande y el encargado de realizarla es el director alemán Edward Berger, quien conquistó a la crítica con Sin novedad en el frente, una nueva versión del clásico antibélico y que le hizo merecedor de varios premios. En esta ocasión nos presenta su primer trabajo en lengua inglesa y lo hace con un protagonista que ya es viejo lobo de mar, Ralph Fiennes, quien interpreta al decano del Colegio de Cardenales, que lidera el cónclave encargado de la designación del próximo pontífice puesto que es el subordinado inmediato del mismo.
Una vez que se sumerge en esta labor, va descubriendo secretos no sólo del Santo Padre, sino de la gente que le rodea, empezando por los candidatos para ocupar el importante puesto: el italiano Goffredo Tedesco (Sergio Castellito), de perfil por demás conservador; el estadounidense Aldo Bellini (Stanley Tucci), quien es más liberal; el africano Joshua Adeyemi (Lucian Msamati), quien podría ser el primer papa de dicho continente; el canadiense de tendencias moderadas Joseph Tremblay (John Lithgow) y el mexicano Vincent Benitez (Carlos Diehz), que aparece de la nada para anunciarse como el recientemente llamado arzobispo de Kabul. Aunado a ello, Lawrence tiene que lidiar con un proceso de luto que no puede vivir del todo, y que además tiene que ejercer esta capacidad tanto de seguir las reglas como de ser flexible ante lo que va encontrando, eso sin contar las dudas que se gestan dentro de él haciendo que los cuestionamientos de esta realidad inevitablemente aparezcan.
Un tema recurrente es la moral, empezando con los códigos que cada ser humano posee por añadidura, así como los códigos que deben tener quienes están en estos importantes puestos, que además están revestidos de poder para decidir quién sí y quién no puede llegar lejos, por lo que deben anteponer su ética. La fe y el deseo de creer también se tocan aquí, puesto que Lawrence tiene que confiar en que los aspirantes quieren ser los elegidos, pero por las razones correctas, no por ansias de poder, además de sus dudas en cuanto a la institución a la que pertenece, así como su fe personal, que le es esencial para seguir adelante. Y al ser este proceso una elección, veremos lo que son capaces de hacer aquellos involucrados en la contienda, que aunque sea dentro del Vaticano y esperemos otro comportamiento de su parte, seremos testigos de las puñaladas por la espalda, el hablar detrás de las espaldas del otro y, por supuesto, las campañas negras por lo que aquí aplicará perfecto el dicho de “en todos lados se cuecen habas”.
Quien carga con prácticamente todo el peso de la película es Ralph Fiennes, cuya actuación es contenida, aunque dentro del tono indicado, ya que retrata a la perfección a un hombre que se ve envuelto en esta lucha de poderes y que trata de salir ileso, sin dejar de tener en mente la responsabilidad tan grande que lleva sobre sus hombros, lo cual lo hace vivir eternamente atormentado. Cada pequeño gesto nos abre la puerta a ese mundo interno que se encuentra convulso, si bien tiene que recurrir al autocontrol para poder llegar a buen puerto.
Sorprende la aparición de Isabella Rossellini como la hermana Agnes, siendo prácticamente la única mujer en el elenco; aunque su personaje no es muy grande, representa a todas aquellas que han dedicado su vida a servir a los hombres mientras éstos esperan que se mantengan calladas y no opinen de asuntos que no les corresponden, cosa que la hermana Agnes no hace y es así que entrega algunos de los mejores diálogos del filme.
El resto del elenco, la gran mayoría de ellos actores de carácter, dan la réplica requerida, destacando Stanley Tucci como Bellini, quien se siente compelido a competir, pues busca ser la voz del equilibrio, y John Lithgow como Tremblay, cuyas ambiciones lo impulsan a pelear por el puesto, a pesar de guardar un secreto sobre su relación con el difunto papa. Es pues éste, un ejemplo de un filme coral donde todos se encuentran en el tono correcto, pero en el que de vez en cuando se dan duelos actorales en los que ninguno de los intérpretes queda corto, sino todo lo contrario.
La fotografía está a cargo de Stéphane Fontaine, la cual contribuye a la atmósfera claustrofóbica, ya que casi en su totalidad la acción es dentro de la Santa Sede, por lo cual la opresión se siente con fuerza debido a los close ups en cámara lenta, esto aunado a la falta de luz natural, a la vez que le saca partido a la paleta de colores tales como el negro, rojo y blanco, que son los básicos en la indumentaria del clero.
La tensión se eleva al cien gracias a la música incidental creada por Volker Bertelmann, ganador del Oscar y que colabora de nuevo con Berger, en la que predominan las cuerdas de manera repetitiva que anuncian los momentos de tensión y hacen que el espectador la perciba. Mención aparte merece la edición de sonido del filme, pues los pequeños ruidos hechos por los personajes forman parte del lenguaje cinematográfico haciéndose presentes en momentos importantes de la cinta.
Cónclave es, sin duda alguna, claro ejemplo de un thriller de tintes políticos, por decirlo así, ya que por momentos nos remitirá a escenarios propios de elecciones para presidente de algún país, puesto que es mucho lo que está en juego: un pontífice es un jefe de estado en el sentido estricto de la palabra. Su éxito radica en que su ritmo no es ni lento ni rápido, sino el estrictamente necesario para el desenvolvimiento de la trama, siendo así una adecuada adaptación del texto original, el cual, de acuerdo con los críticos literarios, es ameno y realmente entretenido, teniendo tanto al lector como al espectador, según sea el caso, al borde y verdaderamente involucrado con la acción y los personajes así como a la expectativa de qué es lo que sucederá.
Es más que obvio que esta película formará parte de ternas de las más importantes categorías en las próximas entregas de premios, ya que la crítica ha quedado por demás cautivada y hay quienes ya le dan el Oscar como Mejor Actor a Ralph Fiennes, quizá pensando en anteriores nominaciones y alegando que se lo deben y ya le toca. Y aunque la competencia se antoja feroz, Cónclave ya se está ganando su lugar como uno de los mejores filmes de este año que está por acabar, ya que el espectador se verá envuelto por toda esta serie de intrigas, entramados y tejemanejes que se dan dentro de uno de los lugares menos imaginados, y estará a la expectativa de qué sucederá a cada paso, sabiendo que, una vez que aparezca el humo blanco, ya todo habrá terminado…
Cónclave. Edward Berger. 2024. Estados Unidos/Reino Unido. FilmNation Entertainment/House Productions/Indian Paintbrush.