José Agustín y sus libros sobre rock

Valdría la pena destacar los tres ámbitos en que José Agustín se movió durante su trayectoria de escritor. La literatura tal cual; por otra, las reseñas y los ensayos sobre rock, y una tercera representada por la historia. En su texto, Óscar Muñoz se centra en su vertiente más rockera...

¿José Agustín, escritor de la Literatura de la Onda tal como lo etiquetó Margo Glantz en los sesentas, lo mismo a él que a otros de la época, como Gustavo Sainz, René Avilés Fabila, Gerardo de la Torre, Parménides García Saldaña? Tal vez no precisamente en el sentido en que lo apuntó Margo Glantz, porque José Agustín fue el que opuso mayor resistencia a aceptar la etiqueta. Y es que José Agustín pensaba que su literatura y la de sus contemporáneos estaba más allá de la Onda, más allá de una conjugación de la literatura y los ácidos. Él estaba más de acuerdo con lo que pensaba Carlos Monsiváis de ellos: que eran una especie derivada de la literatura beatnik.

Haciendo a un lado los catálogos literarios, valdría la pena destacar los tres ámbitos en que José Agustín se movió durante su trayectoria de escritor. Por una parte, está la literatura tal cual; por otra, las reseñas y los ensayos sobre rock, y una tercera representada por la historia. El escritor se movió en estos campos bien definidos, aunque no aislados, sino siempre interconectados, en una visión interdisciplinaria o, incluso, multidisciplinaria.

Es decir, en su obra literaria hay elementos pertenecientes al rock, ya sea por las actitudes de sus personajes, los ambientes roqueros en que éstos se mueven o los acontecimientos contraculturales en que se ven inmiscuidos. Tales características, propias de una época rodeada del rock y la rebeldía sin causa, permearon las páginas de su novela De Perfil o su libro de cuentos Inventando que sueño. Algo similar, aunque a la inversa, ocurría en sus ensayos sobre rock, en los que prevalecía una visión efectivamente musical, aunque expresada en una escritura muy cercana a la literaria que él cultivaba en sus novelas. Y así también en sus textos de historia, incluía su característico estilo fresco y acudía a casos específicos de personajes de la contracultura, como los pachucos o los jipitecas.

Yo tuve contacto con los textos de José Agustín apenas a los 15 años de edad, en el año 1968, aunque no precisamente fueron sus primeras novelas, como La tumba o De perfil, sino sus reseñas musicales y artículos sobre rock. En esa época, José Agustín era colaborador permanente de la revista Pop, la mejor publicación semanal especializada en rock. Cada viernes, los que en ese tiempo éramos jóvenes esperábamos con ansia adquirir la revista en los puestos de periódicos, ya que por la tarde nadie la podía encontrar. Y si alguien, por descuido, no compraba la revista a tiempo, tenía que darse una vuelta por las librerías de viejo por si había caído algún ejemplar perdido.

Cabe destacar que, en 1968, José Agustín escribió un libro sobre rock, de aproximadamente 80 páginas, llamado La nueva música clásica. Cómo se trataba de un tema destinado a los jóvenes de la época, este material lo publicó el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana de aquel entonces, en su serie Cuadernos de la Juventud, bajo la dirección editorial de René Avilés Fabila (otro de los escritores catalogados como de la literatura de la onda), pero en un tiraje muy corto. Así que, además de los textos de José Agustín en la revista Pop, este Cuaderno de la Juventud fue el segundo material de José Agustín que llegaba a mis manos; sin embargo, este libro no era de narrativa sino de ensayo.

Respecto de La nueva música clásica, José Agustín aclara en el aparente primer capítulo, titulado La Onda, que fue una exageración referir el rock como la nueva música clásica. Él escribió: “En realidad debió ser una nueva forma de música clásica…” Aunque José Agustín le dio al rock un lugar equivalente a la música clásica al señalar que Leonard Bernstein había catalogado la canción She´s Leavin’ Home, de los Beatles, a la altura de los lieds (canción lírica breve cuya letra es un poema al que se le ha puesto música) de Schubert. Con este mismo propósito de fundamentar que el rock fuera esa nueva forma de música clásica, refirió que Karl von Meier, especialista en música clásica, y en aquel entonces profesor de apreciación musical en la Universidad de California, exigía a sus alumnos escuchar a los Rolling Stones y a los Beatles al considerar que la música pop era ya una forma artística.

Cabe destacar que, recién fue publicada La nueva música clásica, aparecieron en las secciones culturales de los diarios y en revistas de tipo cultural y académico opiniones y comentarios sobre el nuevo libro (no literario) de José Agustín. Y hubo críticas positivas y algunas no tanto, como la publicada en la Revista de la Universidad de México en el mismo año en que apareció el ensayo. Al autor del artículo le pareció que José Agustín no fundamentó suficientemente por qué había decidido titular así su ensayo, aunque reconoció que el título no resultaba absurdo a pesar de la falta de argumentos. Además, le recriminó algunos datos poco claros, como considerar a los Animals una banda pop, sin tomar en cuenta que, en sus inicios, en los tiempos de The house of the rising sun, incluyeron en su repertorio piezas de blues, o haber incluido en su lista de bluseros a Hank Williams (músico country) y no a B.B. King, y así por el estilo. Sin embargo, fuera del círculo de académicos estrictos, el libro de José Agustín gozó de gran popularidad y, más adelante, se volvió libro de culto.

Treinta años después de La nueva música clásica, José Agustín publicó otro ensayo sobre el tema, aunque en un contexto más amplio, el cual tituló La contracultura en México: la historia y el significado de los rebeldes sin causa, los jipitecas, los punks y las bandas. Cabe señalar que este texto fue buscado por los jóvenes de la época, aunque también se interesaron los antropólogos interesados en la contracultura nacional. En el último año del milenio anterior, publicó un compendio de poco más de 350 páginas, que incluye diversos textos relacionados con su melomanía: El hotel de los corazones solitarios, que incorpora anécdotas roqueras y reseñas musicales, así como ensayos cortos. Y al despuntar el nuevo milenio, publicó otros diversos títulos, todos ellos sobre el rock, como Los grandes discos de rock: 1951-1975, en 2001; La ventana indiscreta: rock, cine y literatura, en 2004, y La casa del sol naciente (de rock y otras rolas), en 2006.

De los títulos anteriores, el más híbrido de ellos o el más ecléctico es Los grandes discos de rock: 1951-1975. El libro incluye diversos trabajos visuales de varios dibujantes, entre ellos el hijo del autor y 80 secciones, cada una dedicada a un músico o banda. En cada una de estas “fichas” el lector encuentra la biografía del artista, sea solista o grupo, así como los discos que el autor sugiere de cada quien y alguna que otra afinidad relacionada o, incluso, textos imaginativos que los incrusta como remates literarios. Vale destacar que los mejores apartados son aquellos que contienen letras de canciones, que José Agustín tradujo con mucha fidelidad y en términos de la literariedad y no de la literalidad (tal como lo proponía Octavio Paz para asegurar la re-creación de las letras extranjeras en letras hispánicas). Cada apartado está enriquecido por diversos añadidos “plus”, como las traducciones de letras referidas arriba, comentarios del autor, la historia de los músicos o los integrantes de las bandas.

Lo más relevante de estos títulos está en el importante aporte a la cultura del rock, junto con los textos de otro de los escritores catalogados dentro de la escritura de la Onda: Parménides García Saldaña, autor de Pasto verde, El rey criollo y En la ruta de La Onda. Además de que el ambiente del rock influyó absolutamente en la escritura literaria de la época, la llamada escritura de La Onda. Tanto Parménides García Saldaña y como José Agustín guardan en común una afición musical de aquella generación: el rock.

Ambos sufrieron el síndrome del músico frustrado, aunque éste derivó en un ejercicio crítico ante esta música. También pudieron extraer su creatividad en una que otra canción de rock y en la amplia literatura que hicieron, la cual, por estar ambientada en el rock y los ácidos, fue etiquetada como la escritura de La Onda. Por otro lado, si bien Parménides ya no pudo seguir, dado que murió en 1982, sí tuvo oportunidad para desarrollar su pasatiempo musical al morir joven. En cambio, José Agustín pudo publicar otros varios libros en los que desarrolló cada vez con más profundidad el tema.

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~Apéndice [los primeros libros literarios]

La tumba (primera novela, 1964) – La historia de un adolescente de clase alta y su contexto inmediato: la familia, la escuela, los amigos, las novias y las amantes y sus experiencias sexuales. Es la decisión final del protagonista, luego de embarazar a la novia y acudir al aborto, que lo conduce a la idea de morir.

De perfil (novela, 1966) – La historia de otro adolescente, ahora de clase media, que todo lo que hace le resulta fácil, como entrar a la prepa, tener dinero y divertirse, pero sin tener claro que es lo que quiere hacer en la vida ni para qué. Sólo se la pasa contemplando el mundo que le rodea sin más nada.

Inventando que sueño: drama en cuatro actos (cuento, 1968) – Relatos escritos entre 1967 y 1968, en el ambiente pre olímpico y pre 2-de-octubre-no-se-olvida. Uno de los relatos conlleva experimentación técnica, que conduce a una fidelidad literaria (Cuál es la onda); otro es un perfecto trhriller psicológico (Lluvia), otro resulta una especie de anti-poema (Cómo te quedó el ojo –querido Gervasio-) y otros más son retratos costumbristas (Es que vivió en Francia) o socioculturales (Cerrado o Luto), incluso sainetes (Amor del bueno).

Abolición de la propiedad (novela, 1969) – Historia que inicia con la llegada de dos personajes a un sótano para escuchar música, los cuales fueron convocados por una amiga en común. Norma es la primera en llegar y enciende un reproductor de cintas para escuchar a un grupo de rock y ambientar el espacio como si fuera un escenario de teatro experimental, en el que las palabras parecen anticipar las acciones.

Se está haciendo tarde [final en laguna] (novela, 1973) – La historia sucede en Acapulco y narra el viaje de un lector de cartas de tarot, un repartidor acapulqueño y un gay, quienes entran en una especie de torbellino de acontecimientos marcados por las drogas, el rock y la rebeldía. La narración parece reflejar el final de una era y el anuncio de una nueva que nace, todo lo cual está manejado con el humor.

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~Vesícula [la contribución literaria]

A los 16 años, José Agustín escribió su primera novela titulada La tumba, la cual fue publicada en 1964, cuando tenía 20 años de edad. En 1966, reeditó La tumba, publicó la novela De perfil y también su Autobiografía en la colección “Nuevos escritores mexicanos del siglo XX presentados por sí mismos”. Las primeras novelas incluyen protagonistas adolescentes que narran su vida cotidiana, algo que parecería simple. Sin embargo, los textos abrazan el discurso coloquial, juvenil y desenfadado, como una jerga doméstica que se distinguía del discurso solemne y trascendente que predominaba en la literatura mexicana de la época.

En los primeros libros, sobresalía el estilo burlón de José Agustín, que incumplía las convenciones orto-tipográficas del texto literario tradicional. Por ejemplo, en lugar de poner en cursivas las expresiones vulgares, éstas las usaba para destacar otros aspectos distintos del discurso que no las necesitaba, pero él quería elevarlos a otro nivel: “Mis padres, luego de conocer mis intenciones (que los alegraron bastante), convidaron a lo más granado de la sociedad capitalina (que era lo que no quería).”

Otras características del texto exigían una vista más allá de la que el lector requiere para leer. Si bien el texto se lee, en el caso de la narrativa de José Agustín, además había que mirarlo, ya que la escritura transgredía lo convencional. No sólo era importante el texto por la historia contada, sino también la escritura rebelde y burlona de la página, aunque de modo tal que no se perdía el hilo de la narración: “Dentro de su preocupación, Violeta parecía satisfecha volviéndose abnegada-madre-que-cuida-al-hijo-agonizante.”

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