La casa tomada de Osiris

En sus Crónicas Melómanas, Óscar Muñoz relata la infructuosa búsqueda de una banda griega llamada Osiris, acicateado por una mujer del mismo nombre, quien no cejará en sus esfuerzos de encontrar el disco homónimo, aunque eso signifique sacrificar la tranquilidad de su hogar... ¡Incluye playlist!

CRÓNICAS MELÓMANAS DE ÓSCAR MUÑOZ.

Conociste a Osiris por un disco. Esa ocasión estabas en aquel puesto que ponías en el tianguis de El Chopo todos los sábados. Era la época en que vendías discos de vinil, todos de grupos rockeros. Te acuerdas bien de eso. Y también recuerdas que un sábado se acercó Osiris al puesto improvisado que tenías casi al fondo del tianguis para ver si acaso encontraba un disco de Osiris, una banda griega de rock de los setenta.

– No –contestaste–, por el momento, no. Pero podría buscar en mi bodega y con mis proveedores, a ver si alguno tiene aunque sea un disco del grupo que quieres.

Te le quedaste viendo a Osiris por un tiempo, hasta que ella reaccionó y aceptó que lo hicieras, que intentaras encontrarle un disco de esa agrupación. Te pareció que ella estaba muy interesada en obtener un disco de Osiris. Luego de saber su nombre y su teléfono para avisarle si encontrabas algún disco de esa banda, pensaste en la tremenda coincidencia: Osiris en busca de Osiris. Creíste que se trataba de alguna broma, pero la viste tan seria que lo dudaste y anotaste sus datos.

La semana siguiente te diste a la tarea de buscar algún disco de Osiris. Tú nunca habías visto uno de esa banda griega. Hasta dudaste de que existiera el grupo. Desde ese sábado que te visitó Osiris, pensaste en dónde tendrías guardado un disco de esa banda. Te sonaba el nombre pero no recordabas el título del álbum que, según tú, tendrías por ahí. Y en tu búsqueda durante la semana, localizaste un disco de Osiris, aunque era aquella banda americana de thrash metal llamada igual, que publicó su único disco en los noventa.

Otro día encontraste un disco de otro grupo también llamado Osiris, aunque no era griego y tocaba puro trance, un género que siempre te disgustó. En esas andabas, cuando uno de tus proveedores, también amigo tuyo, te llevó un disco de Osiris, pero resultó de nacionalidad norteamericana y de música disco; además, no era un álbum, sino un disco sencillo, de 45 rpm, que incluía sólo dos piezas: Warshaw Concerto y Wallstreet, fechado en octubre de 1975. Así que no, no era un disco de la banda griega.

A la siguiente semana, otro amigo, también comerciante de discos en El Chopo, te llevó un disco usado de Isis, aquel grupo de los años setentas que incluía sólo mujeres y  tocaba funk y soul psicodélico. Pensaste que tu amigo siempre reprobaba historia universal: confundía los dioses egipcios, aunque no le dijiste nada. En fin, pasaron los días de búsqueda y tú seguiste insistiendo con los amigos, los proveedores, hasta con los comerciantes de otros países a través de Internet.

En ese proceso estabas en aquellos días, cuando pensaste en llevarle a Osiris los discos de los diversos Osiris que ya habías reunido, aunque no fueran los griegos. ¿Qué tal si ella estaba equivocada y no era una banda griega sino de otra nacionalidad? Así que, luego de llamarla para pedirle su dirección, fuiste a llevarle los discos. Pero no resultó, ninguno de los discos que le llevaste era del grupo por el que ella estaba interesada. Fue verdaderamente frustrante y te fuiste, en ese momento, más provocado para encontrar uno, aunque fuera sólo un disco de Osiris para Osiris.

Aún pensabas que posiblemente la banda no era griega. Entonces fuiste adquiriendo todos los discos que fueran de Osiris, sin importar si era o no la banda griega. Te contactaste con proveedores de discos usados de todo el mundo e hiciste tus pedidos de cualesquier álbum de Osiris. Y se te ocurrió que, para evitar recibirlos en tu casa y luego llevarlos a la de Osiris, de una vez dabas la dirección de ella como destino. Al fin que ya la tenías desde que se la pediste para llevarle los primero discos.

Lo que sí tuviste que hacer fue avisarle a Osiris que llegarían algunos paquetes a su casa para que firmara de recibidos, no los fuera a rechazar. Después, ibas tú cada día a casa de ella para abrir las cajas y revisar si habría llegado, entre todos los discos de los paquetes, algún álbum de la banda griega que quería Osiris. Al principio, no hubo suerte. Así que esperaste, y ella también, a que de los próximos paquetes sacaras, por fin, el disco que esperaban ambos.

De pronto, un buen día, te diste cuenta que te habías mudado a casa de Osiris a esperar los paquetes y hurgar en ellos, los cuales ya se habían acumulado en la casa. Primero, hiciste que Osiris desocupara una de las recamaras de arriba para meter ahí las primeras cajas de discos que llegaron. Al tiempo, Osiris tuvo que desocupar la otra recámara y luego el baño de arriba y el hall hasta las escaleras. Todo el segundo piso de la casa ya estaba lleno, y no era posible subir. Los muebles de arriba, algunos tuvieron que ser apretujados en la planta baja y otros hubo que sacarlos al jardín.

Como tú ya dormías en la casa de Osiris, por las noches, ambos escuchaban música que venía de arriba, a ratos algo de hard rock, luego un poco de rock psicodélico… hasta mambo. Tan pronto amanecía, seguían llegando cajas y cajas de discos, algunos usados, otros de los nuevos de 180 gramos, otros más de 45 rpm, de 33 rpm y hasta de 78 rpm. Poco a poco se llenó la planta baja de la casa con más cajas de discos y aún sin que llegara algún disco de Osiris, la banda de Grecia.

Un buen día, todavía te acuerdas, llegó entre muchos otros discos, un álbum de varios artistas griegos titulado Rhythm & Youth, de 1975, que incluía dos canciones, sólo dos de la banda buscada, que una de ellas fue la que Osiris había disfrutado alguna vez y quiso escuchar otras. Oh, sorpresa, en ese momento, uno y otra se dieron cuenta que aquel grupo grabó únicamente dos canciones, no más. También se dieron cuenta que ya estaban en la calle, porque la casa de Osiris había sido tomada, invadida por tanto disco, y sin que pudieran entrar ni al jardín.

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