Este fin de semana, las y los amantes de la música conocerán una obra de intrigante belleza: el concierto para flauta de Jacques Ibert. Este parisino cosmopolita creó una partitura alucinante de la que se hablará a su debido tiempo.
Aún no llega esa velada de crescendos y esta nota presenta, apropiadamente, a la notable artista que ha sido convocada por la Orquesta Sinfónica de Yucatán, como solista del onceavo programa de esta temporada.
Su nombre es Lenka Smolcakova y tanto su vida como carrera artística son notables. Nació en la República Checa y viene a Yucatán justo al cumplirse cien años del comienzo de las relaciones diplomáticas entre la República Mexicana y el gobierno de Praga (entonces Checoslovaquia).
Comenzó sus estudios de flauta dulce a los seis años y sus inicios en la transversa se registraron a los diez. Tenía tan solo catorce cuando debutó como solista y, a continuación, se perfeccionó en prestigiosos conservatorios de su país.
Llegó a México a comienzos de este siglo y las más reconocidas orquestas sinfónicas y de cámara de Nuevo León, Michoacán, Veracruz y la Ciudad de México han contado con su aliento.
Actualmente, se desempeña en la Orquesta Sinfónica de Xalapa de la Universidad Veracruzana. Su presencia, sin exageración, es inolvidable, su sonrisa es afable y sabe combinarla con pendientes de perla. A principios de este mes, se distinguió al interpretar, con pericia notable, la Tándava para flauta y orquesta del compositor Herbert Vázquez.
En un espontáneo intercambio de mensajes, la virtuosa reveló a quien escribe que ésta no es la primera vez que visita Mérida, vino a la urbe de los Montejo años atrás, aunque esa gira fue breve puesto que solo pasó un día en nuestro trópico.
Por ello es una fortuna que el enérgico concierto de Ibert, le haya permitido ensayar en el Peón Contreras y conocer, desde los primeros días de esta semana, la abrasadora capital yucatanense.
Luego de preparativos emocionantes, Smolcakova dice que llegó a la Península con intenciones de conocer playas y caminar, cuando se lo permita el arte, por nuestros más pintorescos barrios y rincones.
Ha probado ya la cochinita pibil y la califica como deliciosa y, sabrán mis lectores, el paladar de una artista debe reputarse como el de un conocedor.
¿Descubrirá Smolcakova que el Preludio de la siesta del fauno resuena en la mente de quienes rondamos por el Paseo de Montejo al caer la noche? ¿Tendrá la oportunidad de conocer nuestra costa? Un mensaje de voz, amablemente enviado a quien escribe, indica que Yucatán ha sabido tratarla bien y un paisano suyo -de quien prometo escribir pronto- ha tomado a cuestas la responsabilidad de relatarle de las cosas de la tierra del faisán y del venado. Ahora bien, si su acento nos traslada a una patria de arte e historia tan bellas imagínense hacia qué esferas nos llevara la interpretación que haga Smolcakova del concierto para flauta de Ibert, programada para el viernes 20 y domingo 22 próximos.
