Sol Ceh Moo y la literatura femenina en lengua maya

Producto de circunstancias adversas, de una sensibilidad curtida por el desdén que forja el carácter, la literatura en lenguas originarias ha dado un inesperado vuelco en los últimos años, erigiendo a las mujeres como las más prolíficas. En una total paradoja, la literatura indígena, -a menudo sin apoyo, pero siempre admirada-, tiene sus mayores creaciones por parte de féminas ejemplares, que destacan como las más importantes generadoras de poesía, cuento y novela, colocándose por encima de la producción masculina, predominante en anecdotarios y compilación de mitos y leyendas.

Pero no, no se trata de una opinión feminista, sino de un análisis de las obras plasmadas en los últimos años que tienen a creadoras como Sol Ceh Moo, Briceida Cuevas Cob, Irma Pineda y Miqueas Sánchez Gómez, como las más destacadas. Catalogada por el literato guatemalteco Arturo Arias, como la primera mujer en escribir una novela en lengua originaria, Sol Ceh Moo, es una de las escritoras indígenas más reconocidas del sureste de México (Premio Nezahualcóyotl 2014), cuya obra destaca la penosa realidad de la condición de la mujer maya en Yucatán. La autora de “Jardines de Xibalbáj”, “Día sin mancha”, “Teya corazón de mujer” y “El llamado de los tunkules”, narra las circunstancias que la llevaron a recorrer el camino de la literatura, como puerta de acceso hacia un mundo de oportunidades encontradas gracias a su ejemplar terquedad de mujer maya.

“Desde niña observé la opresión en la que vivían las mujeres indígenas, en principio emanada de la familia que piensa que por el hecho de nacer hembra una no puede aspirar más que a dedicarse a la atención del marido y los hijos”.

Ahora, asegura, con la urgente necesidad de que la mujer contribuya al gasto de la casa, las jóvenes no aspiran más que a trabajar como empleadas domésticas, palanganeras o dependientas de las tiendas en Mérida. Y eso fue lo que la condujo a expresar por escrito lo que piensa y siente, como en el cuento: “Evencia, nacer mujer es un pecado”, en el que expone la ilusión de las mujeres mayas por superarse.

“En mi casa, en Calotmul Yucatán, mi padre pensaba que las mujeres no debían desear lo que no les corresponde, esto en alusión a que yo quería ser niño, porque veía como a mis hermanos se les facilitaban las oportunidades, ¡tenía tantas ganas de ser diferente! Por lo que en una ocasión vestí un short verde de poliéster (nunca se me va a olvidar esa prenda), para no ser como las mujeres de mi familia; desafortunadamente en ese momento llegó mi papá y expresó: ¿te gusta ser niño? Entonces lo vas a ser, al tiempo que cogía un “filo” y me cortaba el cabello. Me plantó a la sombra de un árbol de toronja y sentenció: ahora ya eres lo que quieres, un niño.

Creo que fue en ese momento cuando decidí que jamás me dejaría humillar por nadie por el hecho de ser mujer y menos, que alguien lo hiciera en mi presencia. Por eso les digo a las mujeres indígenas con las que me ha tocado participar en eventos literarios en diversos estados del país, que se sientan orgullosas no solo de expresarse oralmente en su lengua materna, sino también de escribir en su dialecto y hacerlo sobre sus vivencias combinadas con la ficción, que al fin y al cabo eso es la literatura.

Aunque la compilación realizada por la mayoría de los escritores en lenguas originarias es un trabajo literario respetable, Sol Ceh, está convencida que son las mujeres las que se encuentran innovando, creando y trascendiendo con sus escritos más allá de las fronteras. Y por ello reconoce a las citadas Briceida Cuevas Cob, Irma Pineda y Miqueas Sánchez, quienes han transformado su visión a partir del conocimiento de otras culturas y formas de pensar que las llevan a plasmar en sus obras aspectos multifacéticos.

“Las escritoras indígenas están usando imágenes pertenecientes a otras cosmovisiones y enlazándolas con las costumbres y la visión del indígena mexicano; a mi parecer es importante porque significa que las ideas creativas están surgiendo de las mujeres”. A Sol no le gusta la recopilación de leyendas, los asuntos conocidos y contados de generación en generación, pues ella siente la imperiosa necesidad de crear y por eso ha preferido enfocarse en géneros literarios como la poesía, el cuento, la novela y, recientemente, el ensayo, la crónica, el relato histórico y el guión cinematográfico.

 

JUN TÚUL AJ KALAN (Chaperón de alcurnia).

La casa de paja de Inocenta Cuxín es la única que existe en aquel paraje que no alcanzó siquiera un nombre. Iba ya para el año que el hombre con quien vivía actualmente –ya había tenido dos amantes– la convenció de que lo acompañase hasta ese lugar.

–Allí vas a ser una reina –le dijo, entre otras cosas.

Al menos en eso no le mintió. Ciertamente era una reina porque no había otra mujer más que ella en varios kilómetros a la redonda. Su marido, un comerciante de madera, la abandonaba con frecuencia para atender sus negocios en la ciudad. Llegaba por unos días, le hacía el amor en la hamaca y volvía a desaparecer.

–Aquí se está desperdiciando mi juventud –se lamentaba cuando el marido tenía que irse a vigilar sus negocios.

–Nada te hace falta, mujer –le contestaba el hombre–. Te traigo tu comida y tu ropa; en la troje tienes maíz y leña para tu candela. ¿Qué más quieres?

La importancia de este “boom” de la literatura en lenguas originarias quizá tenga su origen en las encuestas de pobreza y marginación del pueblo maya que han realizado algunas instituciones como el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), que arroja que menos del 5 por ciento de la población maya sabe leer y escribir en su propio idioma. Por ese motivo, los escritores en lenguas originarias como Sol están tratando de llegar a la mente y corazón de su pueblo en su lengua natal para hacerles ver -aunque los espacios se encuentren cerrados- el contenido de los libros, ya que la necedad la llevó a estudiar la Licenciatura en Ciencias de la Educación en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

 Quizá también este auge literario se deba al tesón de las mujeres indígenas por ocupar espacios que reivindiquen las lenguas maternas; es el caso de Sol, quien además de escribir, participa en congresos internacionales de no violencia contra la mujer indígena, donde convive con colegas de otras latitudes como Sudáfrica. Trabaja en encuentros lingüísticos de pueblos mayas, en los cuales se han logrado avances a la Ley General de Derechos Lingüísticos y a la Ley General de las Poblaciones Indígenas. México es uno de los países con mayor riqueza lingüística, con 68 lenguas nacionales que hasta hace una década eran invisibles para la mayoría de la sociedad. Éste es el esfuerzo de los escritores en lenguas originarias, en especial de las mujeres: hacer que la población hispano parlante vuelva la mirada hacia las formas de entender y vivir el mundo de los indígenas.

Desde diferentes frentes se contribuyó a La Ley de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas en 2003, el cual es el marco legal para el reconocimiento, protección, uso y desarrollo de estos idiomas, y es precisamente la literatura indígena contemporánea la que abre la puerta para que los hablantes -sin restricción en el ámbito público o privado, en forma oral o escrita- ejerzan el derecho a expresarse en su lengua materna en todas sus actividades sociales, económicas, políticas, culturales y religiosas

Las escritoras indígenas contemporáneas a través de la poesía y la narrativa alzan la voz para denunciar la discriminación y las condiciones de pobreza de sus pueblos, plantean su sensibilidad creadora en armonía con su pensamiento y cosmovisión. De esta forma las creadoras en lenguas originarias se sacuden viejos yugos y visos de machismo, al tiempo en que crean nuevas conciencias al enterrar añejas historias discriminatorias. Entretanto, los lectores nos lamemos los bigotes en espera de una más de sus creaciones…

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