Pepe Grillo

Un relato sobre el hastío cotidiano.

Preludio y Fuga No. 8 de Bach repica en el despertador del teléfono en la silente madrugada. Es hora de pararse. Escudriñas el correo electrónico. Leíste en un artículo que los triunfadores organizan su día una noche antes, pero los huesos no rindieron para ello.

Primero el pie derecho al suelo, sabes que es una estupidez pero, para qué arriesgarte  a una mala jornada de no hacerlo. ¡Actitud, actitud, actitud! Pepe Grillo trepana tu cerebro, total, tener un trabajo no es necesariamente sinónimo de abundancia y alegría; la rutina y la falta de motivación son la constante en la mayoría de los asalariados como tú. Mira al pobre de Eduardo en el Ministerio de Cultura, le pagan menos que a ti y eso que carga con cinco chamacos. ¡Actitud, actitud, actitud! Sacudes la cabeza para arrancar al insecto que se te ha colgado del lóbulo de la oreja, te queda el espejo que te devuelve tu yo agotado.

En el auto, entre bostezos y suspiros grita la radio: “¿el trabajo te deprime, te sientes desmotivado pero no puedes renunciar? Amigo, es el momento de ser creativo, positivo”. La palabra vengativo aparece en tu mente como respuesta a la estridente voz del locutor.

“No te conformes, esfuérzate para transformar la situación a tu favor. Cuando sientas que tienes el peor trabajo del planeta, piensa en todas las personas que  pelan las calles en busca de una oportunidad sin encontrarla, en el individuo que no puede valerse por sí mismo, condenado a la furia de quien depende. ¡Por favor, actitud, actitud, actitud! Agradece el salario quincenal y pregúntate qué puedes hacer para que la chamba te sea más llevadera. Quizá no mentarle la madre a cuanto conductor rebases, saludar al Viene-viene y hasta sacrificar dos pesos como propina, sonreír al maloliente afanador del edificio, ser más sociable con los compañeros, ¡presentar tus magníficas ideas al jefe!”. ¡A la verga!… apagas la voz del locutor con un manotazo en el tablero.

Las suelas de tus zapatos chorrean sobre los 42 grados de una escarpa agonizante al tiempo que Pepe Grillo enlista el sinnúmero de tareas para hoy. ¡Maldito!

El aire acondicionado está averiado en la redacción, pero escribes con actitud… escribes, escribes, ¿escribes?, pregunta Pepe Grillo que aferra sus peludas patas a tu cuello, no se detiene ni al caer la noche, no se detiene dentro de tus pesadillas hasta que Preludio y Fuga No. 8 de Bach repica en el despertador del teléfono en la silente madrugada.

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