“Tár”, el ocaso cinematográfico de una virtuosa

En su columna, Anahí García Jáquez escribe sobre "Tár", reciente producción cinematográfica de Todd Field, la cual cuenta con una magistral actuación de Cate Blanchett, la cual ya se perfila para la temporada de premios de 2023. ¡No dejes de verla...!

Las credenciales de la directora de orquesta Lydia Tár son por demás impresionantes: graduada del Curtis Institute of Music, doctorada en Harvard y con estudios de musicoetnografía, alumna de Leonard Bernstein, primera mujer en dirigir la Filarmónica de Berlín y próxima a grabar en vivo la Quinta Sinfonía de Mahler además de presentar su autobiografía. Sin lugar a dudas se encuentra en la cúspide de su carrera profesional al tener múltiples logros y no descansará hasta llegar más lejos, pero no todo lo que brilla es oro y eso quedará de manifiesto em esta cinta.

Tár es el nuevo filme de Todd Field, quien después de su muy laureada Little Children y que triunfó con su aún más premiada In the Bedroom, regresa con un trabajo muy poderoso donde su protagonista es ni más ni menos que Cate Blanchett, una de las mejores (si no es que la mejor) actrices de su generación que en esta ocasión, como muestra de su capacidad camaleónica, se mete en la piel de una mujer que lo ha conseguido todo por encima de muchos de sus colegas hombres. Al comienzo se nos presenta a Lydia quien da cátedra de sus conocimientos y habla de sí misma, por lo que el espectador comienza a conocerla y a ser partícipe de la exploración de su personalidad.

La vemos desempeñando el rol de directora, maestra, esposa, madre y es así como se va revelando ante nosotros a un individuo cuya complejidad tiene unos alcances insospechados,  además de ser el centro de un universo en el cual gravitan alrededor suyo varios personajes como su esposa que es a la vez su concertino, su hija adoptiva, su cumplidora y taciturna asistente, sus directores asistentes, entre otros. Todos ellos cumplen una función y es la de servirle de un modo u otro consciente o inconscientemente para que ella sea este astro que resplandece y opaca a los demás, al tiempo que su carrera va in crescendo hasta que un suceso inesperado le pone freno de forma brutal.

El decir que Cate Blanchett se calza este personaje se queda corto, ya que su inmersión incluye el aprender dirección de orquesta, piano y hasta alemán, por lo que no veremos dobles de cuerpo o de manos ya que ella lo hace todo. Su cuerpo y su rostro nos transmiten la rigidez con la que Lydia se conduce además de que su frialdad y su estado de tensión casi permanente son palpables al punto que es fácil descifrar la clase de ser humano que es, aún y cuando el guión jamás la juzga, pero a la vez permite que seamos testigos de las fracturas que empieza a sufrir su psique cuando un escándalo de índole sexual amenaza con destruir todo por lo que ha trabajado arduamente, por lo que su mundo se sacude desde sus cimientos.

El resto del elenco da réplica justa: Noémie Merlant (Retrato de una mujer en llamas) es Francesca, la asistente que espera una oportunidad y por eso soporta mucho, Nina Hoss es Sharon, la esposa que ha estado en las buenas y en las malas, Mark Strong es Eliot, un filántropo que a veces es director de orquesta y que es también víctima del desdén y desprecio con el que Lydia suele tratar a quienes ve menos que ella. Y por último está Sophie Kauer, quien interpreta a Olga, la cellista de nuevo ingreso a la orquesta que atrae la atención de Lydia y todo apunta a que sea la favorita en turno.

Tár es un análisis muy extenso de los niveles de autodestrucción de un ser cuyo talento es su don -así como su maldición-, ya que puede convertir a quien lo posee en su propio dios y por lo tanto requiere del reconocimiento de los demás para llevarlo a las alturas. Es por eso que habla de las consecuencias del narcisismo, fomentado en estos tiempos por las benditas redes sociales que, así como se convierten en santuarios de adoración, pueden voltearse y ser peores que los tribunales de la Santa Inquisición y son revestidos con la autoridad de tumbar a quienes algún día pusieron en un pedestal a través de la llamada “cultura de la cancelación”, y es por eso que todo aquel que esté en la cima es vulnerable y puede caer.

La película también nos habla del control, ya sea del tiempo a la hora de dirigir a una orquesta o de determinar el tono de una melodía, pero también el tener el pie en el cuello de alguien para que satisfaga nuestro ego y nuestras necesidades temporales tan sólo para que después, al cumplir su cometido, desecharlo por lo que también se toca el tema del abuso de poder y sus consecuencias para todos los involucrados. Asimismo, se nos plantea una pregunta muy común en la actualidad: ¿se puede separar al artista de su obra o sus faltas son lo suficientemente condenables como para olvidarnos de sus logros? Y sobre todo, ¿el género determina el tamaño y la calidad del juicio que se hace?

La película cuenta con una fotografía en tonos grises y opacos cortesía de Florian Hoffmeister, quien sabe aprovechar un día nublado en Berlín para que abone a crear esta atmósfera casi gélida, además de que recurre mucho a planos cerrados de la protagonista para mostrarnos la progresión de su crisis así como las escasas emociones que se permite experimentar. La música corre a cargo de Hildur Guðnadóttir, que ha ganado premios en cine y televisión gracias a la miniserie Chernobyl y a Joker, puesto que ha creado una banda sonora con base en composiciones propias así como movimientos de la Quinta Sinfonía de Mahler donde cuenta con la participación de la misma Cate Blanchett dirigiendo a la Filarmónica de Dresden, así como Sophie Kauer, quien es cellista en la vida real y contribuye con el Concierto para Cello de Elgar.

El guión, escrito por el mismo director, está compuesto por referencias a músicos y directores reales (lo cual denota un alto grado de conocimiento e investigación al respecto) pero, por sobre todas las cosas, plantea un estudio de la personalidad de Lydia Tár, lo cual le da un toque muy intelectual al filme, sintiéndose como algo más cerebral que emocional, además de estar llevado de tal forma que todo se va revelando de poco en poco, aunque sin perder jamás el atractivo que trae el misterio con una carga importante de thriller y hasta unas cuantas notas de terror psicológico debido al viaje que el espectador se ve forzado a hacer dentro de la mente de la protagonista.

En ese sentido, Tár es básicamente un drama psicológico que posee un ritmo sostenido que jamás cae a pesar de las 2 horas con 38 minutos que dura. Aunado a ello, el magnetismo de Cate Blanchett es tal que es casi imposible dejar de ver la cinta, ya que es tan convincente que es un placer estar ante un trabajo tan bien manufacturado con un personaje principal creado y ejecutado de forma por demás sobresaliente. Sobra decir que la crítica no ha sido indiferente y ya ha cosechado varios reconocimientos, empezando por la Copa Volpi a la mejor actriz en el pasado Festival de Venecia, hasta llegar a las más recientes nominaciones para las categorías principales en los Globos de Oro. Es decir que, a menos que otra cosa suceda, la producción estará en la carrera rumbo al Oscar.

Tár es, sin duda, una ventana no solo para conocer el mundo tan competitivo de la música clásica y las dinámicas de las orquestas, sino para también para ver a través de las grietas que se abren en el estado psicológico y emocional de una mujer que ha llegado a lo más alto, casi tocando el cielo con esas manos que además son capaces de componer melodías y de agitar una batuta, a pesar de que cada día se resquebraje aún más por dentro y el suelo debajo suyo se mueva. Todo por culpa de los fantasmas del pasado que atormentan su presente y amenazan su futuro.

Tár. Todd Field. 2022. Standard Film Company/EMJAG Productions.

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