Los caminos de la creación: Entrevista con Víctor Celis

Felipe Cervera charló con el joven y versátil guitarrista yucateco.

Escuchar una pieza musical es algo cotidiano para todos. Crearla, definitivamente no. La música para muchos es telón de fondo durante las actividades diarias, posiblemente para neutralizar el rugido del silencio o el de las preocupaciones. Se baila, se silba, se canta -imitando cada matiz- de aquella tonada que se abre paso según fue creada. Otros eligen el repertorio que emocionalmente se les adhiera con mayor cercanía, volviéndose banda sonora en una etapa de la vida. Los estilos son muchos y diversos, van de lo popular a lo impopular, es decir, a lo académico. Solo un grupo reducido halla en la música una razón de vivir, plasmando pensamientos y emociones, como paisajes que se admiran por ese afán de explorar en su interior. Estos son los compositores.

Víctor Celis Padrón (1985) es un guitarrista yucateco, oriundo de la ciudad y puerto de Progreso, cuya trayectoria académica lo ha llevado a circular por caminos matemáticos para posteriormente hallarse en la senda de la composición musical. Un día, las seis cuerdas de su guitarra fueron el medio para interpretar obras de grandes compositores, mientras depuraba una técnica de ejecución con el aval de maestros de comprobada excelencia. Otro día, las mismas seis cuerdas cambiaron de aptitud, ahora para interpretarse a sí mismas, en el lenguaje de Víctor Celis. A mediados de mayo de dos mil diecinueve tuve la oportunidad de conversar con él un poco más a fondo acerca de sus inicios, de sus avances y cuál es la posible dirección de su trayectoria.  

FDJ: ¿Cuándo surge Víctor Celis, el intérprete de la guitarra?

VCP: Considero que nace en agosto de 2003. Fue una presentación que hice en Progreso a la cual invité a dos compañeros. Estudiaba en el Centro de Música José Jacinto Cuevas. Después me animé a hacer una presentación. Ya sabes que en muchos municipios -y Progreso no es la excepción- no se da continuidad o promoción a las artes y fue una iniciativa propia realizar aquel recital del 3 de agosto de 2003. No tenía el repertorio suficiente para cubrir una hora y por eso invité a dos amigos guitarristas: Ismael Torres Lira (que ahora radica en Xalapa) y Augusto Tec (que vive en Alemania). Los dos fueron mis cómplices en 2003. Esa fue la primera presentación.

FDJ: Entonces tenemos un punto de inicio muy bien definido. ¿Y cómo surge el compositor? ¿Cuándo ocurrió esto?

VCP: Fue muchísimo después. Cuando terminé el bachillerato, no existía la Escuela Superior de las Artes de Yucatán (ESAY). Decidí ingresar a la Facultad de Matemáticas y cuando salí en 2008, decidí dedicarme por completo a la música. Me preparé durante un año para hacer la audición en la ESAY (de la que egresó con licenciatura) y al mismo tiempo entré a tomar clases en el Centro Cultural Juan Acereto. Formé parte de la primera generación en esta llamada carrera técnica en trova yucateca. Allí tomé clase con Alfredo Gamboa (a) Pixán -trovador antiguo- y con un guitarrista de jazz que se llama Carlos Rodríguez Marfil. Me impartió la materia “Armonía aplicada a la guitarra”. Gracias a eso fui comprendiendo cómo usar toda esa teoría que ya sabía y que nadie dice cómo usarla. De la teoría académica salté a la música popular y luego de regreso a la académica. Hice un cruce de información y todo cayó en su lugar. Fue también cuando empecé -digamos- muchas cosas.

Una de ellas fue comprender más a fondo la música popular y en particular, la trova yucateca. Ese año aprendí a tocar ritmos de trova; tomé clases con Carlos Rodríguez y comencé a transcribir música. En ese mismo año 2008 emprendí la búsqueda de partituras para guitarra de músicos yucatecos -no encontré nada- y mi intención, por tanto, fue crearlas y así comienzo la transcripción de canciones. Tomé algunas que aprendí con Pixán, ya que no existían en cancioneros. No recuerdo en qué año la ESAY publicó los suyos (cancioneros). Están el de Pastor (Cervera), el de Guty (Cárdenas) y el de (Cirilo Baqueiro) Chan Cil, pero no sabía si ya estaban disponibles. En ese punto surge la idea de hacer arreglos para guitarra sola. Al no haber las partituras para guitarra, me dediqué a hacerlas, o sea, trascribí y arreglé para la guitarra.

FDJ: Más allá del registro de la música popular, en este caso, la trova yucateca, ¿es una vertiente para empezar a componer o arreglar?

VCP: Se empieza todo un proceso -bastante largo- en el que primero comprendí cómo funciona la música tonal, a través de las enseñanzas de Carlos Rodríguez. A ello se une que empecé a conocer toda la trova yucateca a través de Pixán (Alfredo Gamboa). Al no existir las partituras, abordé esa tarea de transcribir, sí de crearlas, sí de tener un registro que luego se transformaría para crear arreglos, porque mi intención inicial era tocar la música de Yucatán, pero no existía. Fue como una doble intención: tener el registro y aparte hacer los arreglos para poder tocar esta música de Yucatán.

FDJ: ¿Ha habido alguna queja de quien se considere purista?

VCP: Hasta ahora no, ningún reclamo de que no sea lo que debería ser o de que no suene como debería sonar. Estos arreglos pasaron por un largo proceso de 10 años desde que inicié en 2008 y pude concluir en 2018. Puede decirse que esa fue la semilla del compositor, transcribir la música. Creo que es algo un tanto barroco o renacentista: los autores de aquella época copiaban la música a mano y así aprendían. Tocaban, improvisaban y copiaban a mano la música de otros y era como conocían los estilos de los demás. Sin darme cuenta, lo hice de la misma manera. Analizando y tocando la música de otros y luego transcribiendo y arreglando, fue como sobrevino este estilo de la trova y empecé a componer.

No me di cuenta cuándo ocurrió este salto en el que dejé de ser el intérprete -o el que solo toca o solo lee, el que solo se aprende la música y la trabaja- para empezar a crear. Hacia 2012 hice mi primera pieza, un vals muy sencillo. Me vino a la mente una melodía, sin saber de dónde venía; indagué entre varios guitarristas para saber si alguien la podría reconocer y así deduje que era mía. Era una idea de ocho compases y la desarrollé hasta terminar. Tomé la estructura de una canción que ya conocía y la procesé. Ya finalizada, ese vals quedó como el tercer movimiento de mi “Suite Latinoamericana para Guitarra Sola”. A partir de eso dije “bueno, es mi primera composición y vamos a hacer más”. La idea de hacer más música terminó siendo un conjunto de seis piezas y se trata precisamente de esa “Suite Latinoamericana”.

FDJ: Se puede creer que la creación musical es el resultado de un golpe de inspiración o de un arrebato emocional, de un impulso que viene quién-sabe-de-dónde, pero lo cierto es que detrás de ello hay muchas horas de trabajo y de reflexión, ¿o qué te parece?

VCP: Me parece que no existe eso del arrebato de inspiración o que debas esperar a sentirte inspirado para poder crear. Mucha gente dice “no estoy inspirado; me voy a emborrachar para inspirarme o venga cualquier otra sustancia”, pero creo que no es esa la manera en la que viene la creación. Considero que todo es un proceso. Por ejemplo, cuando uno empieza a estudiar música (uno se da cuenta que) todo se basa en la repetición. Por eso estudiamos escalas, arpegios, ejercicios de coordinación. Las artes se basan en la repetición. La creación va por ese camino. Empiezas a analizar cómo otros hacen su música, cómo se ha copiado los modelos de otros, incluso yo he copiado modelos de otras piezas para crear las mías y claro, suenan distinto porque esa es la intención. Por ejemplo, para una de mis piezas – “Preludio y Milonga”, con que empieza la “Suite Latinoamericana”- tomé la estructura de una pieza de José Luis Merlín y la puse, ahí empecé. Así que hay que sentarse y escribir música o sentarse a tocar, primero improvisando, probando ideas y sobre eso, trabajar. Ir modificando la melodía, aplicarle procesos melódicos, armónicos, contrapuntísticos, hacer la melodía invertida, retrógrada…

FDJ: ¿Te inspira algún compositor latino o mexicano?

VCP: Hay otros dos compositores que creo son una influencia en mi trabajo, uno de ellos es Leo Brower, cubano y Heitor Villa-Lobos, brasileño. Hay otro que se asemeja a mi modelo de trabajo, falleció hace poco, se llama Gentilmontaña, colombiano. Aquí en México está el maestro Julio César Oliva, guitarrista, compositor que toca sus arreglos propios en concierto, para guitarra sola y otros instrumentos, a todos une. En 2015 acudí a él. Me revisó los arreglos para guitarra sola, que desde 2018 están publicados en plataformas digitales. Fueron diez arreglos para guitarra sola y otros diez para cuarteto de guitarras. Ese fue…me gusta decirlo: no estudié la especialidad en composición, mi especialización fue en guitarra clásica, en interpretación. Todo eso de la composición se ha dado de manera natural, orgánica. Sí he tomado clases de arreglo, composición y he buscado la manera de unirlo.

FDJ: ¿Cuál pudo ser una de las mayores dificultades en tu trayectoria artística? ¿Alguna vez pensaste en desertar o dejar el instrumento por otro? ¿Qué pudo desviar tu camino?

VCP: La dificultad que tuve… resultó no ser dificultad. Solamente se aplazaron los tiempos, pues no tuve el apoyo de mi familia para estudiar música cuando terminé el bachillerato. Desde los 15 años supe que quería dedicarme a la música. No pude irme a estudiar a otra ciudad, porque no existía la ESAY. Había qué elegir alguna escuela nacional, ya la de México o la de Xalapa. En ese momento se diría que fue una dificultad. No he pensado en dejar el instrumento, pero sí he tomado clases de piano. Me encanta el violonchelo, me encanta la flauta transversal y me gustaría poder tocarlos, pero no tengo tiempo para incursionar en esos instrumentos. También he tratado de diversificarme en distintas ramas de la música, gestionando proyectos, dando clases, producir grabaciones. He tenido la fortuna de hallar el trabajo en la música. Mucho tiene que ver con la necesidad. Lo que cuesta un estudio de grabación, sin los recursos, uno se ve obligado a avanzar.

FDJ: ¿Cuáles proyectos se han concretado y cuáles están por salir?

VCP: He publicado ya cuatro libros de partituras. El primero, en 2015, se puede conseguir en la librería de SEDECULTA. Es el material que compuse entre 2012 y 2015. Ha sido el primer libro de partituras publicado en la península; hubo uno publicado en la década de 1860 en “La Revista”, o sea, en el siglo XIX. Aquella tuvo la única publicación en Yucatán, de José María Osorno -vallisoletano- intitulada “Lágrimas”, material de estudio para sus alumnas. Desde 1861 o 1863 no hubo ninguna publicación de partituras para guitarra hasta 2015 y 2016 que ya lo hicimos público. Después de eso lancé otro libro “Canciones y Voz – Panorama de la Canción Yucateca” de arreglos para soprano y guitarra. Son obras principalmente del cancionero de Chan Cil y de otras fuentes y los realicé con Cristina Woodward. Aproveché ese trabajo con ella, dieciséis canciones en total para darlas a conocer y también aprovechando la relación con SEDECULTA, solicité su publicación.

Después vinieron los últimos dos libros, que son de arreglos para guitarra solista. Uno se intitula “Ella, la que hubiera amado tanto”, en coautoría con el maestro Eric Baqueiro Victorín, guitarrista de Tizimín, que estudió dos licenciaturas y una maestría en Xalapa; luego regresa a Mérida y se incorpora al ESAY y es quien atiende la maestría en Música. Al mismo tiempo aparece “Aires del Mayab” con dieciséis arreglos para cuarteto de guitarras. Estos son los cuatro libros y lo que viene es grabar y procesar (edición, mezcla) el audio digital para publicar todo ese material, ya en forma de álbumes.

Tengo tres discos, dos de ellos con composiciones originales y el último que lancé se llama “Guitarra Peregrina”; es de arreglos, donde vienen los del maestro Baqueiro y míos. Los otros dos son “U Juumo’ob in Maya Lu’um” (Los sonidos del Mayab), el otro se llama “Junxéet Lu’um” que quiere decir “paisaje” y son dúos de guitarra con flauta o clarinete, con otra guitarra o con violonchelo. Son 23 composiciones originales. Este año ya lancé dos discos, espero que para finales de este mismo año o principios del otro ya pueda lanzar uno o los otros dos discos que quedan pero, y es importante decirlo, sí lleva mucho dinero. A veces la gente pregunta cuándo publico otro disco, pero sí lleva un costo.

FDJ: O sea, el acervo cultural de Yucatán es una prioridad para ti.

VCP: Definitivamente lo es, creo que mucha gente se queda con la idea de que hay que tocar a Bach, a Fernando Sor -en cuanto a la guitarra- además de Giuliani, Carulli, Brower, Villa-Lobos, a todos los grandes, ya sean americanos, europeos, asiáticos, los que sea. Pero muchas veces se olvida que esa música en su momento era música popular; hoy en día se enfatiza la división entre la música académica y la música popular, que me parece no debería existir, simplemente todo es música y todo tiene una función específica. Si es una música que no te demanda mucho proceso intelectual, por así decirlo, pues muy bien, le das una cumbia a la gente y que baile. Esa es su función. Incluso en esa música lo que importa es más el ritmo que la letra, se trata de bailar. La trova yucateca es un poema hecho canción y tiene peso tanto el contenido literario como el musical, es música contemplativa, no para bailar.

Ahí es donde tengo una de las metas pendientes a mediano plazo, tal vez dentro de un par de años: ir a Colombia de expedición musical, escuchar los bambucos colombianos, sus vertientes y también ver cómo se baila, ya que ahí se baila. Así sucede acá con la jarana, no podemos extraer la música de jarana sin pensar en el baile que le corresponde. Eso mismo es lo que quiero producir con el bambuco. Luego quiero hacer otra gira por México, seguir presentando más cosas; actualmente tengo planeados tres álbumes más, dos con flauta y otro con violonchelo. Posiblemente, a mediano plazo estudiar la maestría en composición. Hay cosas que no he podido realizar aún, pero hay otras en las que estoy trabajando ya. Son procesos que por lo general llevan mucho tiempo, uno, dos; quizá tres años.

FDJ: Para despedirnos, ¿qué le aconsejas al joven o al niño que sueña con una carrera en la música?

VCP: Que conozca a gente que se dedique a la música. Acercarse a gente dedicada a la música y lo siguiente sería que les pidan consejos de qué hacer para formarse un propio criterio. ¿Porqué? Mucha gente se dedica a la música de distintas formas. Hay unos que tocan en ceremonias; otros que tocan en conciertos, los ves en otro escenario; otros tal vez estudiaron, pero se reservan para ellos mismos su quehacer musical. La otra cosa es el trabajo: trabajar, estudiar y desarrollar la técnica con persistencia. Mucha gente dice que quiere ser famoso, que quiere tocar como tal persona. Pero para llegar a eso son muchas horas de práctica y de trayectoria. Para el que se quiere dedicar a la música se debe conocer a los músicos del medio, pedirles consejo, ver cómo trabajan y lo otro es tener constancia.

Como es normal, las buenas conversaciones se alargan y mucho se agradecen. Es un privilegio hacerlo con gente creativa, entregada a una vocación. La gran fortuna de escuchar a Víctor Celis, además de a su música, es verlo de cerca, para hallar una certeza de nuevas producciones en los meses y años por venir. Su bien aprovechada juventud le ha abierto caminos que suman experiencia a su conocimiento de un Yucatán, que no deja de ofrecer matices nuevos a los nacimos aquí por providencia o a quienes se han vuelto yucatecos por propia decisión.

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