Imaginar el Museo de Arte Yucateco I

Un ejercicio de reflexión sobre la historia del arte en Yucatán.

El Museo de Arte de Yucatán ha sido tema recurrente en mesas de política cultural en el estado durante los últimos años y también como añoranza de mucho artistas locales. Un museo que, a diferencia de los que existen, tenga un carácter histórico que recuente, hilvane y valore lo producido en nuestra entidad desde inicios del siglo XX hasta la actualidad.

En realidad, no es una idea nueva, ya que numerosos promotores culturales desde la década de los setenta han realizado la propuesta a los gobernadores en turno para la creación de este recinto. Por ello, a través de diversas entregas y a manera de ejercicio de reflexión que invite a la discusión e integración de otras perspectivas, abordaré someramente algunas consideraciones relacionadas con su posible enfoque, estructura, programas y proyecto curatorial.

  1. Hace falta investigación.

En Yucatán las artes visuales se han estudiado principalmente desde disciplinas como la historia, la antropología o la arqueología, prescindiendo de perspectivas y metodologías específicas de la historia del arte.  Esto ha propiciado que se obtengan miradas -si bien valiosas- sólo contextuales del fenómeno. La escasa investigación sistematizada propia del arte en Yucatán, como el caso de algunas revistas o proyectos académicos, se ha desarrollado de forma dispersa y atendiendo, más que a explicaciones integradoras, a objetivos particulares e inconexos entre ellos.

Otra aproximación al objeto de estudio se ha dado a través de la crónica, con datos provechosos, pero aún por clasificarse e interpretarse. En gran medida, la información y la documentación de las artes visuales en Yucatán permanece disgregada y, por lo tanto, incapaz de entenderse como conjunto discutible.

Algunas aportaciones valiosísimas como “Historia del dibujo, la pintura y la escultura en Yucatán” (1945) de Eduardo Urzaiz en la Enciclopedia Yucatanense o “Panorama plástica yucatanense” (2007) de Jorge Cortés Ancona, sientan precedentes muy importantes en tanto investigación documental y periodización; sin embargo, su carácter compilatorio no permitió adentrarse a fondo en cada etapa ni trazar líneas extensas entre los contextos políticos, económicos, sociales o culturales en relación con los artistas y las obras.

En ese sentido, es necesario comenzar con dos tareas elementales: por un lado, fomentar la investigación académica de la producción artística desde estudios específicos de la historia del arte y, por otro lado, la catalogación y análisis del trabajo realizado anteriormente. Sólo estos aspectos admitirán contenidos en el que se valore la producción artística en su justa medida.

Asimismo, hay que subrayar la posibilidad de un museo de arte yucateco articulado desde metodologías decoloniales, pues también es una oportunidad en el espectro expositivo contemporáneo para aterrizar enfoques teóricos que apuesten por el empoderamiento discursivo de las regiones; es decir, estudiar la producción local no como resonancia de movimientos globales o nacionales al trazar genealogías forzadas –a veces absurdas-, sino más bien como procesos endémicos de producción y circulación con implicaciones y significados localizados.

Luego entonces, bajo dicha perspectiva, el espacio museístico entrañaría un aporte significativo a la discusión del arte actual a nivel regional, nacional e internacional. Sobre ello abundaré en la próxima entrega…

(Continuará)

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