Este texto fue leído en la presentación del libro el 19 de agosto de 2022 en la biblioteca Cepeda Peraza.
El libro de Osiris Gaona, titulado Señora de la noche, tiene en el fondo una doble dimensión, y no me refiero a la base y la altura de los objetos terrenales, sino a dimensiones que responden a lo desconocido, más allá de lo mundano y lo corriente. En una de estas dos dimensiones es posible distinguir la autoría femenina de la obra y, en la otra dimensión, algunos efectos ocasionados por hechizos desconocidos que harían caer a los lectores en cierto encantamiento del que les sería muy difícil salir.
Por otra parte, esta bidimensionalidad también proyecta dos enfoques primordiales de la obra de Gaona: su propia feminidad como mujer creadora y un feminismo que está en la obra misma. Ambas perspectivas devienen del impulso natural de la escritura y también de un vaho sobrenatural, en lugar de las inspiraciones por todos conocidas. Aunque la autora haya querido ocultar su condición de mujer, sus relatos la hubieran delatado. Nunca hubiera logrado escapar de su propia naturaleza ni tampoco de las fuerzas desconocidas que emanan de las historias que configuran la obra.
En este contexto de la doble dimensión en que fue creado este libro de relatos, las historias recorren escenarios nocturnos, aunque algunos sucedan de día. Osiris, la mujer autora está ahí mismo, en todos los relatos. Ella los creó. Y también están esas mujeres personajes que participan en los sucesos mágicos, acontecimientos que van más allá de lo ocurrido. En el fondo de cada relato hay ficción, puesto que es literatura, pero también hay fricción, debido a que lo natural y lo sobrenatural se trastocan. Cada relato exhala una historia siempre envuelta en la verosimilitud, que es característica fundamental de lo literario, y asimismo cada cuento es un contenedor de sortilegios, que son propios de la hechicería.
Vale aclarar que la brujería no es asunto que deba poner a temblar a algunos. Bastará con recordar que, en tiempos antiguos, las mujeres que se atrevían a hacer lo mismo que los hombres o más que ellos eran acusadas de hechicería y muchas de ellas fueron llevadas a la hoguera. En realidad, las brujas fueron las primeras mujeres que promovieron el feminismo como una revaloración de la feminidad en términos de igualdad de derechos frente a la masculinidad. Y claro que, para los sistemas patriarcales, ello representaba un atentado a “las buenas costumbres y las buenas conciencias”, las cuales los hombres las establecían.
Respecto del libro, éste reúne 31 cuentos, todos cortos, como si fueran brebajes literarios instantáneos y como si tuvieran que ser leídos de un solo trago y con efectos mágicos inmediatos. 31 historias, que bien podrían representar 13 al revés, un número inevitablemente relacionado con la brujería o, por lo menos, con ambientes oscuros. El libro de cuentos, además de presentar una diversidad de historias, que suceden en una variedad de espacios y tiempos, siempre incluyen a una protagonista mujer, ciertamente diferente en cada relato, aunque todas ellas unificadas por algún sortilegio secreto y que podrían ser en el fondo una sola personaje, como Delfina Borato, la protagonista de Y sigo siendo sola, novela de Luis González de Alva, o como doña Consuelo y su sobrina Aura, las personajes de la novela Aura, de Carlos Fuentes, quienes son la misma persona.
La mayoría de los títulos de los cuentos son referencias directas a la oscuridad, tales como Tiza negra, Bruja frustrada, Seresenazul, Complot de sombras, Doble conjuro, Señora de la noche (que le da título al volumen), ¿A dónde van los muertos?, La venda negra, El ángel del deseo, Acta de defunción, ¿Quién ha muerto?, Ángel y demonio, Vuelo de murciélago. Acerca de otros títulos, su remisión a las tinieblas es indirecta: Simbiosis y Dos en uno, Rufino y las moscas y Luciérnagas, Francisco de Asís y las bestias, Jaulas vacías y Nínfula, Línea de la vida, Y te pasas la lengua por los labios, entre otros. Y aunque los títulos de los demás cuentos no remiten de ningún modo a las sombras, en el interior de éstos está la tenebrosidad.
Cabe destacar que el libro de Osiris abre con un relato que remite a la leyenda de La mulata de Córdoba, quien, según cuentan, luego de ser apresada y encerrada en la prisión “por atrevida”, ella logra desaparecer luego de pintar en los muros del calabozo un barco. La gente de aquel entonces, y hasta la de hoy, creen que un conjuro le permitió embarcarse en ese navío trazado en la pared. Esta versión, muy personal, con el sello indiscutible de Osiris, de La mulata de Córdoba es la llave que permite la entrada a otros conjuros que están en los siguientes relatos del volumen. No pudo ser mejor recibimiento a los lectores que una leyenda mexicana, muy antigua, llena de misterio y brujería.
En el libro, las personajes, que son como Delfina Borato de Y sigo siendo sola, son una misma protagonista que participa en todos los cuentos, aunque en cuerpos diferentes, en épocas distintas y en circunstancias diversas. En una de las historias está la evidencia de que todas son la misma: es el caso de Simbiosis, el relato en el que la hija siente que ella misma es su madre. En el cuento Línea de la vida, lo ocurrido puede ser equiparado con lo sucedido en Aura, la historia de Carlos Fuentes, aunque de modo distinto: en el relato de Osiris la imbricación es entre dos familiares cercanas, la abuela y la nieta, y, en el de Fuentes, entre doña Consuelo y Aura (la tía y la sobrina, aparentemente familiares).
Cabe señalar otra diferencia entre estos dos cuentos: el acoplamiento de las personajes de ambos relatos difieren. En el caso de la historia de Osiris Gaona, la historia es diacrónica porque ocurre a lo largo del tiempo, es decir, primero nació la abuela y mucho después la nieta, aunque la “línea de la vida” pasa de una a la otra para que ocurra el milagro. En el caso del relato de Carlos Fuentes, éste es sincrónico, debido a que el ensamble de las dos personajes (doña Consuelo y Aura) sucede al mismo tiempo porque una y otra son la misma. Lo que sí tienen en común es el sortilegio que permite cambiar o evitar el destino.
Otro aspecto a resaltar de los cuentos del libro es la relación que existe entre unos y otros relatos. Por ejemplo, entre las historias Línea de la vida y ¿A dónde van los muertos?, la abuela y la nieta del primer cuento aparecen en la primera escena del segundo. A su vez, el relato ¿A dónde van los muertos? proyecta una conexión con el cuento Señora de la noche, aunque sea referencialmente. De igual manera con otras historias, a pesar de que algunos enlaces sean indirectos. Hasta un párrafo del cuento Línea de la vida aparece en otro relato, como una intersección. Lo mismo ocurre entre los cuentos El ángel del deseo y Ángel y demonio, un fragmento exacto aparece en uno y otro cuento: “Pasar debajo del arcoíris en días lluviosos. La suavidad de sus alas y los baños de luna y estrellas. Volar con las luciérnagas y la luminiscencia del mar con la luna llena. El deseo de sentir una vez más los labios de Sofía”.
Finalmente, el cuento que le da título al libro, Señora de la noche, sin menoscabo de la calidad literaria de los otros relatos, vale destacar algunos aspectos relevantes. Cabe recordar que la Señora de la noche es la estrella de un espectáculo nocturno al que Sofía solicita a Benjamín, su marido, que acudan al aniversario de esa puesta en escena, pero él se niega. Vale destacar que la Señora de la noche bien podría ser alguno de los personajes activos de la historia, es decir, Sofía o Benjamín, su marido. Personajes activos porque son los que hacen y deshacen en el relato. En cambio, la Señora de la noche, en lugar de ser una personaje que se mueve en el cuento, es sólo una referencia, aunque promueve a los demás.
El cuento Señora de la noche es posible equipararlo con la película La doble vida de Verónica, del polaco Krzysztof Kieślowski, aunque la historia cinematográfica ocurre de otro modo y es contada en un lenguaje diferente. Además, en la película sí hay dos Verónicas; en la Señora de la Noche no se sabe bien a bien. Es posible que algún lector sospeche algo, pero otro pensará en algo diferente, porque en el relato no está resuelto nada. Sin embargo, la autora deja entrever ciertos indicios: en el cuento ¿A dónde van los muertos?, aparece la nieta del relato Línea de la vida, a quien alguien que le toca el hombro le susurra al oído: “Bienvenida a las tinieblas, Señora de la noche”.
Yo ya no tengo ninguna duda; estoy seguro que Delfina Borato, quien es Sor Juana Inés de la Cruz en la novela Y sigo siendo sola, de Luis González de Alva, y también es doña Josefa Ortiz de Domínguez y la Malinche y Coatlicue, entre otras, es la Señora de la noche. A su vez, la Señora de la noche es todas las personajes del libro de Osiris Gaona. No tengo la menor duda. Ya veremos qué opinan los lectores que se asomen a la brujería narrativa de este libro, ya veremos. Por lo pronto, damos por terminados los comentarios de esta presentación, que espero sean apenas los primeros.