La novela es la producción de tono mayor en las letras universales; su amplitud de campo le da una riqueza que no tiene comparación con la capacidad de cualquier otro género literario. En el devenir del tiempo, la novela ha sido creada y transformada llegando a constituir una gran variedad de géneros novelísticos. Según las circunstancias de las diversas épocas, la narrativa respondía a ellas y así surgieron inmortales géneros como: La novela picaresca, el género más genuinamente español; la novela caballeresca, producto del feudalismo y extendida por toda Europa; la novela sentimental, que nace en Italia y se extiende por todo el mundo; y así, cada época va produciendo su novela.
A finales del S. XIX, la revolución industrial trae consigo la profunda miseria de la clase trabajadora y con ello, la delincuencia se desata en una forma sin precedente; esta circunstancia crea un material espléndido para la novelística, pues los asesinatos están a la orden del día. Edgar Allan Poe, primero, y Sir Artur Conan Doyle, después, dan vida a un nuevo género de la novela que Agatha Christie llevará a su máxima expresión: La novela de suspenso o thriller. Desde entonces y hasta hoy, la novela de suspenso está en lugar preferente en el gusto del gran público lector. Un tiempo si, y otro también, aparece en las librerías una obra de este género, y por lo general, tiene un gran éxito.
En el S. XX, uno de los grandes genios de las letras, Umberto Eco, tiene la afortunada visión de combinar en una misma obra, dos importantes géneros novelísticos: La novela histórica y la novela de suspenso; y magistralmente nos regala con su tremenda novela: “El Nombre de la Rosa”. Novela que, en el plano de lo histórico da material para entender a una iglesia que aún no ha fijado su dogma; las condiciones de vida e insalubridad del feudalismo; retrata con pluma magistral la vida de una abadía en lo alto de un pico, y muchas cosas más.
Paralelamente a esto, Eco lleva con gran acierto, el hilo conductor de la investigación de una serie de crímenes inexplicables que han ocurrido en el monasterio y la fina intuición del protagonista, muy a la Holmes o Poirot, va siguiendo las pistas para llegar a una terrible conclusión: ¡Los crímenes se han cometido por un fanatismo religioso exacerbado!
Ahora, en esta segunda década del S. XXI, un novelista cubano, Rodolfo Duarte, incursiona en este mismo campo con una novela en la que, nuevamente, la novela histórica y la novela de suspenso, se dan la mano y marchan juntas con un resultado literario de muy alta calidad. Duarte ha publicado, en Cuba y España, su maravillosa novela: “Bodegón con Manuela, la Cofradía y la Muerte”. En Cuba, la editorial Letras Cubanas, la lanza al público; y en España, editorial Chiado, es la que recoge el guante y la publica.
La novela de Duarte, es un thriller renacentista, está ubicada en 1609, en pleno Renacimiento Español, o sea, nada menos que, en el Siglo de Oro. Hay que ubicar que, en esa época, aún no han nacido grandes pintores de España como Murillo, Velázquez o Zubirán; el Greco, es ya un anciano solo y amargado, que vive recluido en su casa en Toledo. En este ambiente, en la morisca ciudad de Córdoba, capital que fuera de un gran califato, ocurre la acción. Existe un popular taller de pintura al que concurren por igual, jóvenes pintores, aprendices soñadores y bohemios y que se codean con aristócratas, amigos del mecenas que sostiene en taller: Don Evaristo de Juanes y Argensola.
De pronto, poco a poco, uno a uno, van desapareciendo misteriosamente algunos de los más ricos concurrentes al taller. Un empleado menor del lugar, Antonio Vega, joven encargado de hacer limpieza y recoger los trebejos, es quien se asume en protagonista para esclarecer los crímenes. El hecho es tan sonado, que Felipe III envía a Córdoba al mismísimo Duque de Lerma para investigar los sucesos. Como detalle genial, aparece en la trama Don Miguel de Cervantes, hijo de cordobeses, quien se encuentra en gestiones de una herencia.
La novela de Duarte tiene en sí, varios méritos; no sólo cumple a cabalidad su ambientación histórica, sino que, además, ha hecho un profundo estudio lingüístico para lograr, también, una exacta ambientación lingüística de época. La novela de Rodolfo, es amena, en varios pasajes es muy divertida, alcanzando comicidad en varios de ellos. El erotismo no está ausente y se presenta en una medida justa y equilibrada.
Pero, cuando magistralmente, combina vis cómica, con erotismo, alcanza un nivel de excelencia; como en el pasaje en el que Antonio, a encargo de Don Evaristo, se ve en el trance de complacer los apetitos carnales de una jamona a la que el mecenas desea complacer. El pasaje es pintado con magistral humorismo y el lector puede gozar lo indecible con su lectura y reír a sus anchas.
La incursión de Rodolfo Duarte en la novela histórica, no es un hecho aislado ni casual, pues ha constituido en su producción una terna de obras que se hacen inseparables. Esta trilogía se completa con: “La Dama del Lunar” y “Una Gota de Luna, Tristán e Isolda”, ambas ambientadas en épocas pasadas con magistral estilo.
Andrés Rodolfo Duarte Zayas, cubano de pura cepa, nace en Pinar del Río en 1962. Ha pasado su vida en el pequeño y risueño pueblo Puerta de Golpe. Es Licenciado en Comunicación Social, ha tenido cercanía con el teatro, ha impartido cátedra de literatura y ha sido escritor y actor en el Grupo Dramático de la Emisora Provincial Radio Guamá. Su producción narrativa le ha valido ser acreedor al premio de novela “Alejo Carpentier” en 2013, con “La Dama del Lunar”, en el que, su magistral manejo del español peninsular, le valió profundos elogios para su obra.
Es miembro de la UNEAC, ha presentado talleres y conferencias en diferentes partes del mundo, como la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, la Feria Internacional del Libro de Bogotá, la Feria Internacional del Libro de República Dominicana, la Feria Internacional del Libro de la Habana y el Coloquio de Narradores de la UNEAC.
“Bodegón con Manuela, la Cofradía y la Muerte”, de Rodolfo Duarte, anteriormente ha sido comentada en Soma, Arte y Cultura por Andrea Medina Razo. Aquí puedes leer en la reseña.