El grupo de México, con F de Fatal…

CERRADO POR MUNDIAL (PARTE IV)

“He cometido un error fatal,

Y lo peor es que no se cuál.”

José Emilio Pacheco.

En los meses anteriores al inicio del Mundial de Fútbol nadie dudaba de la poderosa Alemania. La campeona del mundo lucía imponente, esplendorosa, lista para enfrentarse a cualquiera y refrendar su condición de amplio favorito para levantar de nuevo la copa. Pero el sitio que hoy tiene la maquinaria futbolística alemana ha sorprendido a más de uno: está en el tercer lugar de su sector. El grupo “F” de la Copa del Mundo augura un final cargado de giros dramáticos que lleven a un fatídico desenlace a dos de las selecciones que lo integran. Después de dos jornadas, México aparece como líder con seis puntos luego de dos victorias.

Pero como un caso prácticamente inédito, lo que en otros mundiales parecía garantizar el paso a la ronda de octavos de final, hoy es sinónimo de incertidumbre: si México pierde su partido contra los vikingos suecos y Alemania vence a los coreanos, la expedición azteca emprendería el regreso a casa lo que significaría que por primera vez desde que se juega con el actual formato un equipo con seis unidades quede eliminado en la fase de grupos. El grupo F se ha tornado en una telenovela. Porque hasta con una combinación de resultados los alicaídos sudcoreanos podrían acceder a la siguiente ronda aunque ello se antoja imposible. Pero el Mundial de Rusia ha sido un mundial de imposibles, de encuentros decididos en el último minuto, de goles y victorias sorpresivas, por lo que nada puede descartarse.

La segunda jornada del grupo F trajo una victoria de México sobre los coreanos y una enorme voltereta alemana contra los suecos. En México ha habido una alegría desbordada por el paso de la selección en territorio ruso. Lo de Alemania fue una grata sorpresa, la mayor que esta selección le ha dado sus seguidores, pero lo de Corea era algo que estaba contemplado. México se suponía superior al representante de Asia, pero apenas ha ratificado tal superioridad.  Ello gracias al buen planteamiento del técnico Juan Carlos Osorio, al desempeño de la escuadra nacional y a que los coreanos demostraron que necesitan una brújula para hallar el arco contrario.

México tuvo un bajón de nivel en relación a su partido contra Alemania y lo que hizo fue simplemente lo suficiente para ganar el partido. Estaba ante la oportunidad de demostrar más hambre, de dar un golpe de autoridad y arrasar a un rival que se prestaba para ser devorado con goles y con buen juego, pero los mexicanos desaprovecharon tal oportunidad  y se concretaron a hacer lo justo, al grado de que al final permitieron una anotación que puede ser categórica en su diferencia de goles cuando llegue el momento de determinar qué equipo es el que se clasifica a los octavos de final. Aún así la ilusión y la esperanza de terminar como primero de grupo permanecen intactas.

Alemania se acordó de que era un equipo grande al final de su encuentro contra unos aguerridos suecos. Es evidente que la selección germana no atraviesa el mejor de sus momentos, pero una de las características de todo equipo grande es que aún jugando mal es capaz de ganar partidos, que puede recomponerse con base en la mentalidad más que en un fútbol organizado. El juego fue definido por una saeta de Toni Kross, quien pateó el balón para que éste formara una letal parábola y terminara incrustado en el arco sueco. Una pena. Porque los suecos habían resistido el embate alemán y quizá merecían llevarse al menos un punto del partido. Pero el fútbol es así, un deporte en el que la balanza de la justicia suele inclinarse para aquel que tiene más blasones en su uniforme que para aquel que está en la lucha por ganarse una medalla para lucirla en el pecho.

Lo que sigue será de alarido. Un drama en toda la extensión del concepto. Dos selecciones se irán a casa y con sus boletos de regreso vendrán también documentadas en el equipaje todas las ilusiones de una afición. Quiero pensar que México no será uno de los que aborden el vuelo de retorno. A los tricolores les basta empatar contra Suecia para asegurar el primer lugar del grupo y la calificación y el primer lugar del grupo. Tiene todo para hacerlo: el fútbol, los jugadores y, hasta ahora, la mentalidad. Enfrente tendrá a unos suecos que ya fueron capaces de dejar a Italia fuera de la Copa por lo que están en una situación y ante un equipo que simplemente no les asusta. Van a salir a morirse en la raya y a buscar el partido desde el primer minuto.

En la otra llave, todo indica que Alemania va a vencer a Corea del Sur, por lo que la fatalidad del “F” va a rondar la cancha del estadio de Ekaterimburgo, sede del encuentro entre mexicanos y suecos. La guillotina parece estar cerca de una de esas selecciones mientras que el panorama alemán, que parecía el más difuso, parece vislumbrar el sol pasando sobre el horizonte asiático. Mientras escribo esta colaboración, al Mundial han llegado las primeras ocho fatalidades. Egipto, Arabia Saudita, Marruecos, Perú, Costa Rica, Túnez, Panamá y Polonia ya tienen el billete de regreso a sus países. Sorprende lo de los polacos que habían tenido una gran etapa de clasificación y que, con todo su figura Rober Lewandowski, estén fuera de la copa. Hubiese sido interesante ver a Egipto con un Mohammed Salá  en plenitud y es una pena que equipos que jugaron realmente bien como Perú y Marruecos no hubiesen gozado de mejor fortuna.

Pero en esto del Mundial, la fortuna es solamente uno de los tantos ingredientes que se necesitan para librarse de la eliminación. Hay que jugar bien, hay que saber aprovechar el momento y hay que hacer más que lo meramente suficiente. O simplemente lo único que necesitas es llamarte Alemania. En el grupo F, suecos y mexicanos deben hacer un partido perfecto. Cualquier error implica la eliminación. Puedes salir al campo y al término del partido ni siquiera saber cómo te equivocaste, cuál fue el desliz que te empujó al territorio de las fatalidades mundialistas y despertar no en el campo de los sueños sino en el de las pesadillas que históricamente te han acosado y a las que prometiste tratar de no regresar jamás. Veremos…

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