El director, dramaturgo y actor yucateco Francisco Marín falleció el 18 de enero de 2022, un día antes de cumplir 73 años. Así lo recordamos…
Querido Paco:
Levanto mi pote de peltre, pote de leprosario según Pilar, lleno de humeante café, para que, desde las volutas que se levanten de su superficie, deje volar los recuerdos y lleguen a mí las imágenes de tantos momentos vividos en casi cincuenta años de venturosa amistad.
Entre esas brumas cafetales, veo los rostros sonrientes de Elena, Nonoya, y las Pilares, Fernández y Jufresa. Alrededor de la vieja mesa de paquetocho de casa de Pilar, junto a la que pasamos tantas tardes y noches, en las que el café, el queso Patagrás y los bísquets, eran el alimento común de esta comunidad hermanada por la magia maravillosa del teatro. Veladas tranquilas, envueltas en humo de cigarrillos, cuando no eran violentadas por alguna diablura de los niños de Pilar.
Ahora nos reímos recordando la noche en que, al llegar Pilar y tú a su casa, miraron con horror a los bomberos apagando un incendio, y vieron por la escarpa correr ríos de agua negra de hollín, y corrieron, y entraron a la casa esperando lo peor, y encontraron sobre el ropero, a Fernanda y Ale acurrucados, con los ojos cerrados. Pillos culpables del terrible desaguisado provocado por una bombita sobre un colchón.
De esos mismos vapores, me viene tu figura, en tu casa, con batín a cuadros y zapatillas de ante, sentado en un sillón, mientras las manos maravillosas de Pedro ejecutaban prodigios en bordados y rebordados de chaquiras o encajes, para los vestuarios de las próximas puestas. Esas manos maravillosas de Pedro que acompañaron tus trabajos escénicos y tu vida.
Cómo gozamos mirando marchar por el escenario a la horda de niños mendigos para la puesta de “El Adefesio”, acompañando la marcha el sonido de las tamboras de la Escuela Modelo que Ale me pidió para esa escena. Agrupados bajo una gasa que simulaba una bruma, las figuras de Fernanda, Ale, Greg, Fernando de Regil y otros niños de ese entonces, marchaban con garbo y gracia, mientras tú los seguías con una sonrisa pintada en tu rostro y una mirada llena de luz y de feliz regocijo.
Años después, las largas noches de ensayos, en la Casa de la Cultura, con Elena como protagonista, para “Venus y Adonis”, proyecto que no cuajó sino hasta muchos años después, ya con Elena ausente. Y fue hasta 2015 que el proyecto se llevó a realidad, con tu intervención como recreador del texto de Shakespeare.
Y los gloriosos tiempos de “Tinglado”, con puestas tan excelentes como “Orinoco”, “Jaques y su Amo”, “Tartufo” o “La Casa de los Siete Balcones”, montajes que hicieron época en el teatro yucateco. Años después, recordábamos la noche en la que Carballido vino a develar la placa por las cien representaciones de Orinoco, y nos dijo: “Sueñen, y al despertar, anoten sus sueños; con ellos se puede hacer grandes obras”.
Tantas cosas, Paco querido, tantos recuerdos. Y ahora que te has ido, a mí me quedan como tesoro invaluable, estas doradas memorias de las cosas compartidas, desde la cubierta del “Stella Maris” levanto mi pote de peltre, lleno de humeante café y te digo: ¡Y falta lo más hermoso todavía…!