Luego de un disco en vivo…

CRÓNICAS MELÓMANAS DE PERRO NEGRO RECORDS V

Habían pasado cinco o seis semanas de tener el mismo sueño musical, hasta que por fin logré averiguar dónde podría encontrar un disco en vivo de Jimi Hendrix. Según me comentaron, era un disco editado en Inglaterra a un año de la muerte del guitarrista. El plan, que se vino abajo una vez que el ácido de Jimi murió, era editarlo como banda sonora de un documental que harían sobre una presentación en vivo de The Jimi Hendrix Experience en el Royal Albert Hall en 1969. Pero obviamente todo quedó a la mitad: aunque incompleto, hicieron el disco, pero nunca editaron la película.

Ya José Luis me había dicho que ese disco lo había visto en Hip ’70, la tienda que estaba en la glorieta de Insurgentes, la del Metro. Así que al primer sábado que se me atravesó, me lancé a la disquería por aquella grabación en vivo. Enseguida que entré a la tienda, pregunté por el disco y de inmediato lo tuve en mis manos. Lo revisé de arriba abajo, de izquierda a derecha, de un lado y del otro de la cubierta. Vi que en ese concierto de Hendrix habían participado músicos ingleses, especialmente integrantes del grupo Traffic. Me pareció, entonces, que obtenía una joya musical invaluable.

https://www.youtube.com/watch?v=iORSb9p43MI

Ese mismo sábado, Socorro y yo habíamos quedado de vernos en su casa, por la tarde. Así que me pareció que sería una buena ocasión para escuchar el disco en su cuarto. En el camino a su casa, conseguí unos bocadillos para comer algo mientras escuchábamos aquel conciertazo. Además, resultaría muy ad hoc deleitarse con la composición que más llamaba mi atención, Room Full of Mirrors, en el cuarto de Socorro, que estaba tapizado de espejos de cuerpo completo. Sí, lo sé, era mucha la vanidad de Coco, y por eso la quería.

Al llegar a casa de ella, la abracé y la besé con gran emoción, con ese mismo entusiasmo de escuchar ya el disco en vivo de Hendrix. Y mientras ella ponía los bocadillos en el plato de la mesa, yo puse el disco en el plato de la tornamesa. Luego nos sentamos el uno junto al otro. En tanto yo me deleitaba con el rock ácido del disco, Socorro disfrutaba el relleno dulzón de los pastelillos. Eso era lo que más me gustaba de aquella relación: cada quien con lo suyo, y sin rencores ni odios.

https://www.youtube.com/watch?v=ciAjis_sIjA&index=8&list=PLJUtpJGpYBScZTB9m8RPoGsIFhYo6tZ_6

Después de la primera interpretación del lado A del disco, que era un cover de Sunshine of your Love, de The Cream, comenzó la gran pieza de aquella obra musical: Room Full of Mirrors. Los primeros acordes eran ligeros, introductorios, como para preparase a viajar; luego, la música empezó a acentuarse poco a poco, sin apresuramientos; enseguida, las notas musicales comenzaron a reflejarse en los espejos del cuarto de Socorro, multiplicándose hasta el infinito. Así fue recorriendo la aguja los surcos de la sensacional pieza, hasta que alcanzó su clímax desbordante, enloquecedor, delirante, explosivo… y los espejos de Socorro se hicieron pedazos, añicos sin reflejo, vidrios inertes que volaron por toda la habitación, sin miramientos ni reflejos. No supe cómo fue que nos salvamos. Pudimos acabar hechos picadillo, como el relleno de aquellos panecillos. Nos salvamos, sí, pero los siete años de mala suerte nadie nos los pudo quitar.

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