Pierrot le fou o el descenso a la locura amorosa

Ver Pierrot le fou (Francia, 1965) es navegar con la bandera de la incertidumbre en el Mediterráneo y transitar por las carreteras de Francia de la mano de la demencia, teniendo como punto de partida el escape del laberinto del tedio de lo cotidiano en un mundo de minimalismo humano y sentimental. Ferdinand o Pierrot (Jean-Paul Belmondo), protagoniza esta película desde un constante intercambio narrativo con el espectador y con Marianne (Anna Karina), que con su belleza e inteligencia matizada representa una versión híbrida entre la Lolita y la femme fatale, sin dejar de mostrar el sello estético y psicológico inconfundible de los clásicos personajes femeninos de Jean-Luc Godard.

Ferdinand vive una vida miserable al lado de su mujer, es un personaje taciturno, solitario y contenido emocionalmente que no encuentra cabida en el absurdo mundo de la superficialidad parisina de los sesentas. En el transcurso de las primeras escenas, se manifiesta al punto del ridículo la trivialidad de los círculos snob de los que el protagonista busca desesperadamente escapar. Cuando Ferdinand se reencuentra inesperadamente después de varios años con Marianne, comienza el proceso de despojo de su vida infeliz y empiezan juntos la travesía en la cual involuntariamente se desdobla en Pierrot.pierrot-le-fou

Entre Pierrot y Ferdinand, está Marianne Renoir, una especie de fleur du mal al propio estilo “baudelairiano” que ilumina y llena de vida la existencia de ambos personajes desde el amor y de las fuerzas insanas que hacen emerger a Pierrot, el cual es prácticamente un objeto de su creación. Pierrot y Marianne representan los “intercambios misteriosos” que cita Ferdinand en la escena inicial en la bañera, desarrollan una complicidad de la que hacen directamente partícipe al espectador y se sumergen en una continuidad narrativa a dos voces,  todo esto en medio de breves incursiones literarias que se asoman constantemente en su relato de viaje que oscila entre el caos, el afecto y la resistencia a la locura que no puede sino acabar en una vertiginosa entrega a la misma.

En Pierrot le fou, Godard hace uso de los recursos de la vanguardia cinematográfica en los planos visuales, la estética fotográfica y algunas características de la interacción personaje-espectador, sin embargo, en este filme es claro que no se discriminan los criterios tradicionales de la psicología cinematográfica que componen la problemática ya sea social,  existencial o absolutamente nihilista de muchos de los personajes clásicos de la historia del cine.pierrot_le_fou_66

En este sentido, entre lo novedoso de los elementos formales y estructurales y los contenidos más tradicionales que obedecen a asuntos y problemáticas atemporales propias del ser humano, Pierrot le fou presenta un equilibrio entre la complejidad de las formas y la universalidad de los contenidos de fondo que permite el acercamiento de todo tipo de espectador, con lo cual Godard logra llegar a ese punto justo que en el cine se consigue con dificultad.

En Pierrot le fou se diluyen muy bien, al estilo de road movie las fronteras entre las querencias y las manías, lo ordinario y lo sofisticado, la suavidad y la furia que conlleva el peso de las concesiones psicológicas de los dos protagonistas brindando al espectador el placer de presenciar y ser parte de las fronteras estilísticas sobre las que camina esta excelente película.

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