Si hay algo que caracteriza al séptimo arte, es la oportunidad que le da a sus creadores de experimentar y de expresarse de maneras por demás originales, esto es hasta alejarse de lo comercial al tiempo que roza lo artístico. Es por eso que dos de los cineastas más influyentes de los últimos años, Pedro Almodóvar y Wes Anderson, se aventuraron a contar dos historias muy distintas entre sí y para ello han configurado elencos con figuras reconocidas que le dan el realce necesario para una digna interpretación de estas tramas.
A continuación, reseño brevemente cada una de sus más recientes entregas en formato de cortometraje:
Extraña forma de vida (Pedro Almodóvar)
La acción se sitúa en un pueblo llamado Bitter Creek en el Viejo Oeste, a donde un día llega un hombre llamado Silva (Pedro Pascal), que atravesó el desierto y se dirige a la estación de policía. Ahí se encuentra con el alguacil Jake (Ethan Hawke) a quien cuestiona sobre un asesinato presuntamente cometido por el hijo de Silva así como la búsqueda del mismo. En ese momento se nos muestra que ambos son viejos conocidos, puesto que Silva recibe una invitación a cenar a casa del alguacil y es en esa cena donde, a través del intercambio de miradas y diálogos sutiles, el espectador se da cuenta que la relación de Silva y Jake no es sólo de amistad.
Resulta ser que los protagonistas tienen historia juntos y es una muy intensa, más en específico, una historia de amor surgida desde hace 25 años, tiempo exacto que tienen de no verse y en el que los sentimientos no han cambiado, sino todo lo contrario. La aparición de Silva remueve todo aquello que se durmió dentro de Jake, lo cual promete revolucionarlo y ponerlo todo de cabeza. Es inevitable pensar en Brokeback Mountain o en The power of the dog, que son los ejemplos inmediatos de un “western queer” y que son influencias por demás obvias para el director manchego, quien escogió esta temática para su segundo cortometraje (recordemos La voz humana, con Tilda Swinton) quizá en un intento de ir calentando motores rumbo a un posible largometraje completamente hecho en inglés.
Para este experimento une fuerzas con el diseñador Anthony Vacarello, jefe creativo de la casa de moda Yves Saint Laurent y que estrena las operaciones de la compañía de producción Saint Laurent Productions fungiendo como productor asociado del corto, además de ser el diseñador de vestuario del mismo. Es así como ambas mentes nos presentan una propuesta que, de entrada, visualmente es muy atractiva y para ello cuentan con la ayuda de José Luis Alcaine, el cinefotógrafo de cabecera de Almodóvar, que hace uso de sus acostumbrados encuadres y close ups para mostrarnos todas aquellas expresiones faciales que revelan pensamientos y sentimientos más que cualquier diálogo.
Así como una que otra secuencia digna de una editorial de moda, además de que utiliza su ya famosa paleta de colores y la pone al servicio no sólo de los escenarios del filme, sino también de las prendas firmadas por YSL, mismas que proveen a la trama de un estilismo que, si bien no es necesario, al menos le da un muy buen realce. Asimismo, Alberto Iglesias, musicalizador de gran parte de la filmografía almodovariana, contribuye a la creación de la atmósfera con melodías cargadas de nostalgia del pasado y de aquello que no pudo ser.
Mención aparte merecen las actuaciones de Ethan Hawke y Pedro Pascal, quienes dan muestra de un amplio rango actoral y son totalmente creíbles al momento de plasmar esa represión a la que tienen que someterse debido al mundo tan rudo y machista que habitan, pero que al estar cerca uno del otro no pueden evitar que esa llama que ha ardido durante tanto tiempo se reavive aún y cuando las circunstancias alrededor de ellos son adversas; sólo queda saber si podrán terminar lo que alguna vez comenzaron y, sobre todo, si esto será posible. Es así como Pedro Almodóvar se da el gusto de contar este relato como sólo él sabe: contar los melodramas con la cantidad exacta de sutileza y, a la vez, de obviedad, dotándolos de tensión que va creciendo hasta el final demostrando con esto que se puede decir todo -o mucho- en tan sólo unos pocos minutos.
Strange Way of Life. Pedro Almodóvar. 2023. Italia/Francia. El Deseo/Saint Laurent Productions.
La maravillosa historia de Henry Sugar (Wes Anderson)
Henry Sugar es un rico heredero que gusta de jugar y apostar, por lo que solventa su vicio usando su fortuna. Un día se encuentra con un libro que es, básicamente, un informe médico acerca de un hombre que puede ver sin usar sus ojos. Intrigado y pensando cómo este conocimiento podría ayudarle a hacerse de más dinero, Henry Sugar se embarca en la lectura del mismo. La maravillosa historia de Henry Sugar es una adaptación de un cuento del renombrado escritor inglés Roald Dahl ,y que forma parte de una colección de historias cortas que también fueron llevadas a la pantalla grande (El cisne, Veneno y El cazador de ratas pueden verse en Netflix) por Wes Anderson.
El director, en esta primera entrega nos muestra una vez más el porqué es uno de los realizadores más admirados, si no es que casi idolatrados, de Hollywood, quien no es extraño al material de Dahl -puesto que ya realizó una versión de El fantástico señor Zorro-, siendo que tampoco es su primer corto, pues se estrenó hace ya varios años en este formato con Hotel Chevalier. En esta ocasión nos trae un trabajo que posee todo su sello y que a la vez es único en su tipo.
Para empezar, cada personaje narra su rol en la historia rompiendo la cuarta pared de manera paralela a como se van moviendo los escenarios porque sí, son móviles y hechos en forma casi artesanal, como la escenografía de una obra de teatro la cual entran y sale con una sincronía perfecta y sin recurrir a algún efecto especial. Los intérpretes son ya parte de los elencos recurrentes en las producciones del director texano: Ralph Fiennes como el narrador principal, que en este caso es Roald Dahl; Benedict Cumberbatch como el apostador Henry Sugar, quien cree que puede aprender y dominar el arte de ver sin usar los ojos para poder leer las cartas en los casinos. También están Ben Kingsley como Imdad Khan, quien cuenta su historia acerca de cómo adquirió sus habilidades al doctor Chaterjee, interpretado por Dev Patel. Cabe aclarar que todo ellos hacen más de un papel en este mini filme.
Este corto es un deleite visual debido a sus valores de producción, empezando por esos escenarios en tonalidades frías y ocres que, como unas cajas chinas, se abren y cierran a la vez que revelan el siguiente paso de la historia y que son un trabajo del diseñador Adam Stockhausen (ganador del Oscar por El gran hotel Budapest) y el fotógrafo Robert Yeoman, ambos colaboradores habituales del director norteamericano y que hacen que cada toma sea como un cuadro digno de enmarcarse.
De igual forma, son una delicia las actuaciones de todo el reparto ya que se hallan en un mismo tono (como siempre en el estilo deadpan, como se le conoce al mantener la seriedad en todo momento) y están dotadas de un timing para la comedia por demás impecable, ya que el ritmo en el que se cuenta la historia es muy dinámico y no se puede permitir caer. Esto con el afán de enseñarnos que no siempre la ciencia tiene explicación para ciertos fenómenos que sólo pueden explicarse a través de las creencias metafísicas y que a final de cuentas y como dice la canción, el dinero no es la vida y es tan sólo vanidad.
Es así como Pedro Almodóvar y Wes Anderson incursionan en el mundo de los cortometrajes, imprimiéndoles también el toque de cine de autor. No es de extrañarse que en los próximos años otros cineastas decidan seguir su ejemplo y agreguen a sus currículums estas probaditas de cine para darle variedad al séptimo arte. Como siempre, el espectador es quien saldrá beneficiado porque en el gusto está la variedad…
The Wonderful Story of Henry Sugar. Wes Anderson. 2023. E.U. Indian Paintbrush/American Empirical Pictures.
