Homenaje luctuoso a la artista Georgia Charuhas (1943-2023)

"Antes de su fallecimiento el 18 de junio, Georgia compartía la vida con gatos, perros y hasta zarigüeyas locales. Su trabajo artístico está impregnado por la cultura maya y yucateca, además de sus reflexiones acerca del cuerpo femenino y sus implicaciones". Óscar Muñoz

Preámbulo

 Georgia Charuhas Donham nació en Chicago, Estados Unidos, en 1943, y por más de cuatro décadas radicó en Mérida, Yucatán, México. Ella estudió en el Instituto de Arte de Chicago y, desde entonces, su obra está constituida por la escultura, el óleo, la acuarela, el acrílico, el collage y el dibujo. Cabe destacar que su trabajo está impregnado por la cercanía con la cultura maya y yucateca. Así mismo, su obra refleja sus reflexiones acerca del cuerpo femenino y sus implicaciones.

Georgia Charuhas en su casa-galería.

Antes de su lamentable fallecimiento acaecido el domingo 18 de junio de 2023, Georgia compartía la vida con gatos, perros y hasta zarigüeyas locales. En los últimos tiempos, ella tenía problemas de artritis, por lo que usaba silla de ruedas, aunque ello nunca le impidió mantenerse activa y cercana en la escena artística.

Entre los diversos reconocimientos a su obra, destacan el Premio Joseph Eisendrath, por el Instituto de Artes de Chicago, en 1965; Primera Mención Honorífica en la Bienal de Yucatán, en 1995; Mención Honorífica de Grabado en la Bienal de Yucatán, en 1997, y Mención Honorífica de Pintura en la Bienal Internacional de Yucatán, en 2004.

Acto I: Mitologías híbridas

La obra de Georgia Charuhas está constituida de imágenes que no son propias de este mundo, el mundo que vivimos, el mundo que habitamos desde que la humanidad surgió sobre la faz de la Tierra. Tales imágenes pertenecen a otro mundo, un mundo gemelo al nuestro, un mundo que está del otro lado de éste, mejor dicho, imágenes que corresponden a otra dimensión del mismo mundo.

Las figuras que el espectador puede observar en los cuadros de Georgia son de carácter mitológico, pero de características irreconocibles, propias de personajes de mitologías duales: por una parte, parecen pertenecer a los mitos de este mundo y, por otro lado, son ajenos a éste. Los personajes deambulan en mundos siameses, dos en uno o, mejor dicho, podrían ser ubicados en el umbral de este mundo y ese otro desconocido. Los escenarios en los que aparecen tales figuras son ambientes de aquella otra dimensión de los mitos híbridos: el Hades o Xibalbá, conocidos por todos, y un inframundo, para muchos, desconocido.

The floating woman

Además, es de destacar que los personajes, la mayoría femeninos, parecen pertenecer a la mitología de la Grecia antigua y, al mismo tiempo, a la vieja cultura maya. Estos personajes evocan espíritus de aquel mundo que se encuentra del otro lado de este mundo y adquieren figuraciones semejantes a las Medusas o las Esfinges griegas en conjunción con Xtabayes y Aluxes mayas. Por lo que, además de provenir de otra dimensión del mundo que habitamos, sus formas también son híbridas, las cuales se han configurado con la esencia mitológica de la Grecia antigua y la ancestral cultura maya.

Los personajes de Georgia Charuhas proyectan, por todo ello, un halo creado por espíritus desconocidos por todo historiador o mitólogo. Y la artista sólo es una médium que permite la recreación de estas figuraciones y ambientes espectrales que, más que temor, provocan la admiración por la belleza de tales personajes. La feminidad parece ser que ha sido la esencia estética de personajes y ambientes. A pesar de que es fácil encontrar en los escollos de los escenarios a animales y bestias, así como algunas figuras masculinas y fantasmas andróginos, todos ellos configuran las entrañas de las mujeres representadas, como si ellas sólo pudieran existir con el favor de toda esta fauna espectral.

La sirena de aguas profundas.

En las creaciones de Georgia, son mostrados dos aspectos esenciales del ser: la humanidad y la bestialidad. Las figuras femeninas, con esa belleza propia de diosas mitológicas que pertenecen y no a las culturas antiguas, sostienen su presencia casi humana sobre un amplio conglomerado de bestias y espíritus que nunca aparecerán en nuestras más horribles pesadillas porque no pertenecen a este mundo. Sólo son asomos de mitos que están fuera de nuestro ambiente, lo que los hace únicos.

Acto II: Fantasmas mayas y griegos

Los mayas de la antigüedad resurgen en el trabajo artístico de Georgia Charuhas. Los personajes de sus cuadros son fantasmas invocados mediante los trazos de la pintora; sin embargo, estos espíritus son filtrados a través de las pinceladas de la artista como espectros de la antigua Grecia. Con sangre griega en sus venas, la pintora recrea las imágenes mitológicas de los mayas en plena conjunción con los más arraigados mitos griegos de la antigüedad.

Los héroes de la noche.

Las figuras de Georgia presentan dobles caracteres mitológicos: bien podrían ser medusas, esfinges o sirenas integradas con imágenes mayas, como Xtabayes, Aruxes y Kisines. Estas figuras bestiales surgen con sus aspectos fantásticos y rodeados de ambientes propios del Hades o Xibalbá, los inframundos de las culturas griega y maya. Los fantasmas son, al mismo tiempo, espectros de una y otra cosmovisión, la maya y la griega, ambas antiguas y primarias, pero también fundamentales y profundas. En las pinturas de la artista se demuestra que la visión del mundo y de la vida es la misma en las dos culturas, aunque con diferente configuración y en una misma expresión.

No hay duda en reconocer que los fantasmas representados proyectan la universal dualidad de inteligencia y animalidad. La parte bestial está en las posiciones y los asechos, las jetas y los hocicos, los gruñidos y los aullidos, y el lado humano, en las posturas corporales, los gestos y las miradas, las sonrisas y las voces. Sin embargo, en estos mismos personajes, destaca el aspecto animal en la superficialidad, en tanto que el humano se queda dentro de los personajes, de modo inverso a como pensamos que somos: humanos a flor de conciencia y animales en lo más recóndito. Esta forma invertida del ser parece que es la auténtica, la real, la verdadera; luego entonces, hemos vivido en la ficción, en la ilusión, en la falsedad.

Las profetas II.

Como en un espejo, las figuras de los cuadros de Georgia Charuhas se multiplican con formas diversas, como si se tratara de diferentes personajes. Efectivamente, son distintos y no, porque todos son uno. La reverberación visual de los personajes ofrece un mosaico de desdoblamientos del mismo fantasma, lo que podría significar que cada uno lleva otros dentro, arrastrados por herencia genética y cultural. Seguramente todos nosotros no somos más que los fantasmas que llevamos a cuestas, somos todos nuestros ancestros en la vigencia de nuestras vidas, somos los fantasmas que evocamos o invocamos.

Acto III: Las mil y una Scheherezadas

Si bien Scheherezada es tomada como concubina para pasar la noche con el sultán Shahriar, para ser decapitada al día siguiente por el propio soberano árabe, la hija del gran visir del sultán logra lo que muchas hechiceras no habían podido conseguir: revivir al día siguiente y hasta por mil y una veces. No resucitar, que es un proceso donde resurge la vida luego de la muerte, sino atravesar el momento de la muerte sin ser tocada por ésta, es decir, vencer a la muerte misma. El hecho, reproducido mil y una veces, representa un atrevimiento increíble ante Azrael, el ángel de la muerte entre los judíos y los musulmanes.

Las noches de Nefertiti.

Este suceso mágico en su más pura hechicería no sólo ocurrió una vez, ni dos ni tres, sino mil y una veces. Tal como Carlos Fuentes narró este mismo hecho en Aura: sólo que el juego de los tiempos es diferente. Mientras Aura sufre un envejecimiento intenso durante el día, logra rejuvenecer al final de la jornada. En cambio, los tiempos de vida de Scheherezada no están concentrados en ninguna parte del tiempo, sino dosificados a lo largo de sus mil y una noches de historias; lo que sí es que el tiempo en Scheherezada, en lugar de concentrarse y desplegarse, se reproduce en una nueva noche, sin perder la nocturnalidad del primer anochecer.

He aquí la doble virtud de Scheherezada: ella revive cada noche porque reproduce, por mil y una veces, el mismo anochecer, lo que le permite continuar sus historias en la misma nocturnalidad del día, pero sin envejecer intensamente ni rejuvenecer instantáneamente, sino tan sólo avanzar en los cambios naturales de cualquier ser humano en el tiempo. Sí, todo ello a cambio de revivir, que es el verbo preciso: volver a vivir y sin haber dejado la vida. Por eso, revivir no es igual a resucitar. Y en este revivir, ella misma se reproduce a la mañana siguiente para continuar sus historias en la noche del nuevo día, del renovado día, del reproducido día.

La poeta y el paladín.

Lo anterior parece dejar en claro el asunto temporal. ¿Pero dónde queda la cuestión espacial? Si Scheherezada se reproduce a sí misma, dónde han quedado las mil y una Scheherezadas. Habría que verlas a todas en el instante mismo de la autoreproducción, habría que mirarlas en los cuadros de Georgia Charuhas. Ahí, en cada trabajo minucioso del collage, Georgia logra reproducir las Scheherezadas reproducidas a sí mismas por ella misma. En esos cuadros es donde es posible verificar a Scheherezada reproduciéndose a sí misma en su juego de artificio, reflejándose en los demás participantes de los cuadros (porque son parte de una serie, como sus relatos, extensa), donde cada obra está concatenada una con otra, como lo están las historias con las que entretiene al sultán, con las que lo hipnotiza, lo hechiza y lo intriga.

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2 Comments

  1. says: Marco Antonio Berzunza León

    Georgia Charuhas, llegó a vivir a Mérida al final de los 60 o principio de los 70 la recuerdo perfectamente de visita frecuente en el Restaurante Patio Continental de los hermanos Beto, Pepe y Nery Salum Abdala.
    Esto fue en 70-71 porque yo era parte del cuarteto Los Continental que trabajaba ahí. Por lo tanto vivió más de 50 años enMérida.

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