Una tropi-ópera para todos: “Salsipuedes…” en Bellas Artes

Los yucatecos Erika Torres y Jesús Hernández estuvieron a cargo de la coreografía y la escenografía.

La ópera es un género musical que ha sido asociado tradicionalmente a las élites. Sin embargo, el mexicano Daniel Catán; junto con el escritor cubano Eliseo Alberto, en colaboración con el también mexicano Francisco Hinojosa; creó “Salsipuedes o el amor, la guerra y unas anchoas”, una tropi-ópera en tres actos que fue estrenada por primera vez en 2004 en The Houston Grand Opera. En México, la obra de Catán fue estrenada el domingo 26 de mayo en la sala principal de Bellas Artes, con un elenco espectacular y un gran ramillete de creativos detrás de escena.

La dirección corrió a cargo de Luis Martín Solís, un destacado director guanajuatense que se ha especializado en hacer de la ópera un género para todos. La coreografía y la escenografía corrieron a cargo de Erika Torres y Jesús Hernández, respectivamente, dos yucatecos que han conquistado la escena nacional e internacional por sus propuestas escénicas audaces que han arrancado gran cantidad de aplausos. Las voces solistas corren a cargo de Liliana Aguilasocho, Mariana Sofía García, Ángel Macías y Josué Cerón en los respectivos papeles de Lucero, Magali, Ulises y Chucho.

Ambientada en 1943, la historia de “Salsipuedes” narra las peripecias de dos parejas de jóvenes enamorados que viven en una pequeña isla en el Caribe. En una cálida noche, Lucero y Magali contraen nupcias con los Delfines Ulises y Chucho, pero la noche de su boda los jóvenes son llamados al puerto para cantar el himno nacional en una sospechosa ceremonia militar que el General García, gobernante de la isla, convocó a último momento.

La acción dramática se desencadena cuando los jóvenes Delfines son embarcados a la fuerza en el buque del Capitán Magallanes con el objetivo de combatir a los alemanes, ya que la máxima autoridad de la isla le ha declarado la guerra a los nazis. Con una perfecta mezcla entre operística y música afrocubana, “Salsipuedes” va de lo cómico a lo político con una ligereza singular. En este sentido, dos escenas hacen de la africanía de las danzas rituales cubanas un elemento indispensable para construir a los personajes. La primera, es un ritual santero que precede la muerte del general García. En él, Erika Torres tiene la fina sensibilidad de traer a escena a Oyá, la de las siete sayas, quien es el orisha encargado de atestiguar el violento asesinato del dictador salsipuedense.

En la segunda escena, la del hundimiento del buque “El invencible”, antes “María del Mar”; es Yemayá quien es conjurada por Torres para acompañar en la batalla al capitán Magallanes. Solo ella y el estoico capitán se enfrentan al submarino nazi que recorre las aguas del Caribe. Después, una orisha marina en calma es la encargada de acompañar al capitán ahogado a su última morada bajo las aguas profundas en donde se encontrará con el alma de su esposa muerta, su eterno amor: María del Mar.

En cuanto al trabajo de dirección, dos momentos atrapan al espectador: la fiesta de la boda de los protagonistas, y la llegada de los Delfines al cabaret de Colette. Ambas escenas ocurren con tan brillante naturalidad que es imposible no sentirse parte de la algarabía. En la primera, cantamos con los invitados “Viva los novios” mientras caemos víctimas del fatalismo de las tías viejas de las novias. En la segunda, Madame Colette, junto con la China y Orquídea, nos llevan de la mano a los bajos mundos de las mujeres del puerto. Así, bailamos y cantamos con ellas, de la misma forma en que vemos a nuestra hombruna Madame declararle en secreto su amor al Capitán Magallanes.

No menos importante para toda la obra es el trabajo de escenografía de Jesús Hernández. Su complejo juego de tramoyas, así como sus cálidos ambientes, permite que vayamos de la intimidad de la habitación nupcial de los protagonistas al caótico puerto que recuerda las repúblicas bananeras. Con una extensa carrera en el diseño de escenografía e iluminación en obras como Anacleto Morones, La Traviata y Madame Butterfly, Hernández creó un diseño único para “Salsipuedes” -que dudo mucho pueda ser reproducido en otro lugar fuera de Bellas Artes-. Un buque, barcazas, un salón presidencial, un sensual cabaret y la tersa playa de un puerto de veraneo son los logros de un escenógrafo sin límites que sabe cómo poner el acento caribeño que la producción requiere. El vestuario, a cargo de Sara Salomón, y el maquillaje y peinados, a cargo de Cinthia Muños, valen una mención especial.

Sin duda, la ópera está teniendo un gran momento en México, muy a pesar de los recortes presupuestales, y me da un gran gusto saber que creadores yucatecos participen de manera tan activa en montajes que recuerdan nuestra profunda vocación caribeña. Ojalá pronto podamos verlos en tierras meridanas llenando los majestuosos teatros locales con producciones operísticas del nivel del “Salsipuedes” de Catán.

Compartir artículo:
Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *