Yucatán podría ser potencia mundial en la guitarra: una entrevista con Cecilio Perera

Cecilio Perera, Guitarist

El intérprete es otro creador”. Jorge Zorro, decano de la Facultad de Música de Bogotá.

Salzburgo es un sitio bendito. De esta muy antigua ciudad, puede enaltecerse la importancia que alcanzó por su vida comercial, principalmente por la sal, de donde toma su nombre. Hace un cuarto de siglo, la UNESCO le otorgó la insignia de patrimonio cultural de la humanidad, pero por encima de ello, tiene el incalculable valor de ser la cuna de W. A. Mozart. Cada verano se realiza en sus bellos recintos, un festival -o más de uno- para conmemorar a su hijo predilecto y la obra de otros genios, como Glück y Beethoven entre otros, que empezaron a brillar en tiempos anteriores y posteriores a la perla del Clasicismo. Aquellos creadores estarán muy complacidos, dondequiera que se encuentren, por sus legados resurgiendo de intérpretes geniales, dedicados de por vida a expresar cada vez mejor sus designios en pentagrama.

Contemplando las aguas del Salzbach, río de aquel edén austríaco, Cecilio Perera hace fluir sus ideas musicales y las desemboca en versiones nuevas de temas que nacieron para el rock. El burladero del internet nos permitió evadir el claustro mundial: la pandemia amenaza con terminar jamás. Sin embargo, logramos la oportunidad de conversar. Hablamos del rock, de su aprecio por este género, de sus inquietudes frente al instrumento que lo lleva a los mejores escenarios, de sus pensamientos hacia Yucatán, en una grata simbiosis para trazar al ser humano que da vida al artista. De inicio, desea buena salud para todos y, sin más, procedí a interrogarlo, bajo la mutua alegría entre viejos amigos.

Cecilio Perera, Guitarrista.

FDJ: Tus versiones de rock en las redes sociales han tenido una gran recepción. ¿Cuéntanos cómo llegó a ser un motivo para compartir?

CP: Estos arreglos para guitarra de Rock, Pop -y hasta de Heavy Metal- son canciones de grupos que me han gustado desde siempre, prácticamente desde mi niñez, porque conozco esta música gracias a mis hermanos mayores. Son canciones que siempre han estado en mi mente, siempre me han gustado y en ocasiones escucho las versiones originales de los grupos, como Los Beatles, Queen, Iron Maiden, Deep Purple, etc. Es música que toda la vida me ha gustado. Así que en los últimos meses he intentado hacer arreglos para guitarra sola de este repertorio. Curiosamente en este tiempo del coronavirus, en que todos estamos más en casa, sigo trabajando mucho online, dando clase a mis estudiantes; pero el tiempo que tengo para mí, lo he estado invirtiendo en hacer estos arreglos de rock que, como te comento, han permanecido en mi mente.

Durante la cuarentena he estado poniendo mis energías, ideas musicales, mis conocimientos y todo el bagaje de lo que he aprendido en los últimos años para aportarlo a estas canciones, a las que he tratado de hacer lo más llenas musicalmente hablando, para que sean exigentes en lo técnico, interesantes de tocar, que sean un reto. Hay canciones que pensaba quizá no iban a funcionar en la guitarra. Es difícil poner el bajo, la guitarra propiamente dicha, la melodía y todo eso junto. A veces me decía “esto no va a funcionar”. Pero al día siguiente me levantaba y decía “tiene que funcionar” y me ponía retos, como hasta el día de hoy. Y me pongo a practicar, a probar, a experimentar hasta que sale el arreglo en uno o dos días; lo grabo inmediatamente después que lo tengo bien practicado y terminado. Lo grabo en video y lo subo al Facebook. Así lo he estado haciendo cada día o cada dos días y creo que le ha gustado mucho al público.

FDJ: Me haces pensar que este es el deseo materializado de muchos niños, de jóvenes que llegan a la música por el camino del rock, al aprendizaje del instrumento de la mano de este género…

CP: Sí, eso es normal. También una de las metas de esos arreglos es que la gente a la que le gusta la música se acerque a aprender un instrumento -en este caso la guitarra-, sea por medio del rock o viceversa; que los guitarristas clásicos, que no conocen estas canciones, también conozcan este repertorio que es muy lindo, muy enriquecedor, musicalmente interesante. Entonces es para acercarme a ambos públicos, para dar a conocer lo clásico y que los clásicos conozcan estas versiones.

FDJ: Cuando Cecilio Perera, en la infancia decide ser guitarrista, ¿cuál era entonces el motivo principal? ¿Algún repertorio como este que hemos mencionado o la obra de algún compositor?

CP: Cuando empecé a adentrarme a la guitarra y a practicar mucho, era un adolescente, un niño prácticamente. El repertorio que me apasionaba y me sigue apasionando realmente, siempre han sido dos o tres vertientes de la música: he estado ligado a la guitarra clásica, siempre ha estado conmigo, desde siempre la he aprendido. Por otro lado, también aprendía sobre rock y un poco de flamenco, hasta inclusive algunas cosillas de jazz y bossa nova. Todo esto lo aprendí en casa, en Mérida, Yucatán, con mi hermano -porque tengo un hermano que es once años mayor que yo, Pedro- que me enseñaba desde muy pequeño a tocar la guitarra y tuve la suerte de crecer y tocar y trabajar diferentes estilos musicales, desde lo clásico, el bossa, un poquito de jazz y mucho de rock y de flamenco.

Ese fue un proceso que se dio en el hogar. Yo todavía no iba a ninguna escuela de música. En aquel tiempo tendría diez o doce años y así aprendí. Fui devorando técnica en esos tiempos y un par de años después, casi a los trece o catorce, ingresé al Centro de Música José Jacinto Cuevas, donde estudié con Ricardo Vega quien, por supuesto, fue un importante maestro y con el que aprendí bastante. Nos identificábamos más con la guitarra clásica, sus técnicas, repertorio, tipos de sonido, etc. Así fue avanzando todo. Ya después me fui a estudiar a Xalapa, Veracruz y luego vine aquí, a Salzburgo, Austria. Así han pasado los años.

FDJ: Me parece muy interesante esta combinación de motivos. ¿Cuál pudiera ser tu grupo preferido?

CP: [Interrumpe] ¡Ah! Me acuerdo perfectamente que la primera melodía que aprendí en la guitarra -así de veras, la primera- fue una canción de Queen: “Another one bites the dust”. Esa línea de bajo del principio [la tararea], eso fue lo primero que aprendí en la guitarra; me acuerdo que me encantaba y después aprendí otra canción y después un poco de guitarra clásica y después una canción famosa y luego un poco de flamenco.

FDJ: En más de una ocasión hemos escuchado que la música académica -o clásica- se alimenta de la popular y viceversa. ¿Hasta qué punto esto es tangible?

CP: En general, la buena música está hermanada. La música clásica necesita de lo popular y de alguna manera la popular busca lo clásico porque, a fin de cuentas, es la misma familia, por así decir. Si escuchas temas famosos como los de Vivaldi, de Tchaikovsky o de Villa-Lobos, tienen alma popular. Hay muchos compositores académicos, clásicos, que fortalecen su música de lo popular. Por ejemplo, Villa-Lobos, que es un compositor brasileño del siglo XX, tiene mucha raíz de Bossa Nova. Leo Brouwer, que es de la música académica contemporánea, tiene raíces folclóricas afrocubanas, con sus ritmos populares. Tenemos a Agustín Barrios Mangoré, con su folclor paraguayo.

De los nacionales, Manuel M. Ponce, el gran compositor mexicano que compuso para tantos instrumentos, también tiene muchas obras con raíz folclórica muy particular. Silvestre Revueltas, otro compositor mexicano, con obras en lenguaje moderno, abstracto a veces, también tiene influencias hasta prehispánicas, con sus ritmos e instrumentos característicos. Lo mismo puede decirse de Vivaldi y de compositores más antiguos. A fin de cuentas, la buena música está hermanada entre sus partes, no debe haber separación. También hay qué decir que hay música mala -hasta en la clásica-, hay cosas que no son buenas. En todos lados suceden cosas. Pero la música buena, la trova yucateca, por ejemplo, tiene melodías hermosas. Hay canciones de la trova yucateca, de fines de mil ochocientos, de Chan Cil o de Alfredo Tamayo, que las escuchas y parecieran música clásica, como las canciones de Schubert, de Schumann o de Mendelssohn, de ese repertorio romántico.

FDJ: Parecieran lieds alemanes…

CP: ¡La verdad que sí! Cuando la música es tan bella, ya no puedes decir “esa es música clásica o es música popular o académica”. Cuando la música alcanza un nivel de elevada belleza, es música del mundo y sale de las clasificaciones. Es música de la Historia.

FDJ: Hemos hablado de lo que era motivo para Cecilio, cuando era casi un niño. ¿En qué consiste esta motivación actualmente?

CP: Siempre hay una constante motivación para hacer tantas cosas. En mi cabeza siempre tengo nuevos proyectos, nuevas metas a cumplir y hay tanta música en el mundo que me gusta, que ya he tocado; pero todavía hay otra que aún me falta: obras de compositores barrocos, como Bach, Vivaldi y Scarlatti, pero también hacer más arreglos de canciones yucatecas -he hecho muchos arreglos de trova yucateca, para guitarra sola- pero quiero hacer más; hay otras canciones que me gustan. Las tengo pendientes, ya están ahí haciéndose notar, cosas que pudiera hacer en cuestión de días. También quiero subir más vídeos a través de Facebook, seguir arreglando.

Todo eso de arreglar para guitarra me fascina. Se vuelve un reto para mí, porque hacer un arreglo y que esté bien logrado, requiere poner mucho cerebro -intentar, poner, quitar, volver a intentar- y todo aquello del arreglo musical para guitarra sola, ya sea de canciones yucatecas o de rock y otras canciones populares, me motiva mucho. Hay otras motivaciones, como siempre. Me gusta mucho tocar y estudiar la música de Johann Sebastian Bach, ¡dejó tanta música! Se necesita una vida completa o hasta tres vidas para tocar todo. Quiero aprender nuevas obras de Bach. Otra motivación es seguir dando conciertos y viajar más por el mundo, tocar en más teatros de prestigio, algunos que hasta ahora no he logrado. Eso es lo que hay por el momento.

FDJ: ¿Con quiénes has disfrutado más hacer música? ¿Con orquesta o siendo parte de algún ensamble o dueto? ¿O te agrada más el repertorio de solista?

CP: Sinceramente, soy bastante flexible. Me gusta tocar solo, pero también con otra gente. Con orquestas me gusta tocar, porque ya sabes, estoy de solista y detrás está la orquesta con un sonido gigante, que envuelve, majestuoso; y la guitarra ahí dentro es algo que contagia. Escucho las flautas, los violines, los chelos, las trompetas y tantos sonidos de mil colores, que junto a la guitarra resulta algo muy satisfactorio. También me gusta muchísimo hacer música de cámara con grupos pequeños, con cuatro o cinco personas: cuarteto de cuerdas, con violín, chelo y mi guitarra. Esto me encanta porque existe una comunicación especial entre los músicos. Siendo cuatro personas, nos podemos mirar a los ojos, nos damos las entradas, los avisos, las esperas.

Todas esas cosas musicales que a veces hay que observar, para evitar atrasos o anticipaciones son algo muy interesante, bonito, que cambia día a día en un ensamble de tres o cuatro personas. A veces más rápido o más lento, pero eso es lo interesante para mí. Y reconozco que me gusta mucho tocar solo, no porque me desagrade tocar con aquellos grupos, pero sigue siendo algo muy especial para mí, donde realmente soy yo, con todo mi ser. Ahí sí toco con los colores que yo tengo, con el tiempo musical que impongo a mí mismo, los rubatos, las dinámicas, los rangos sonoros; en todo ello pongo mi propio gusto al cien por ciento. Sinceramente, disfruto inmensamente tocar solo.

FDJ: ¿Con quién está pendiente hacer equipo, algún colega guitarrista o algún otro instrumentista?

CP: Bueno, hay varios planes en mente. Por suerte he tocado con orquestas, con colegas flautistas, músicos de cámara, cuartetos de cuerdas. Con mi esposa Marina (Razumovskaja) he hecho dúos con guitarra y piano o guitarra y castañuelas; también con violinistas y con cantantes he hecho varias cosas. No me puedo quejar, con tantos proyectos junto a músicos en Europa, en México, en muchos lugares. Pero siendo más específico, me encantaría hacer un dúo con Rolando Villazón, tenor mexicano, a quien ya he tenido oportunidad de acompañar una vez aquí en Austria, con una orquesta. Me encantaría hacer un dúo de voz y guitarra.

FDJ: En tu visión magisterial, ¿cuál es un país que deba considerarse fuente de guitarristas?

CP: Desde hace unos quince años, la guitarra ha tenido un crecimiento muy fuerte en varios aspectos, como en el académico; en general, el siglo XXI ha significado un boom para el instrumento. Antiguamente, se decía que España era la cuna de la guitarra. Así se siguió considerando durante el siglo pasado y en anteriores. Y lo sigue siendo, pero hoy en día, ya se ha generalizado. Hay varios países donde se aprende bien la guitarra y cada vez surgen generaciones nuevas tocando muy bien. La guitarra está muy presente.

En México, la guitarra ha crecido mucho, el nivel está más alto últimamente, se toca bien la guitarra. Es un instrumento que se valora tanto en Latinoamérica como en Europa, en España, obviamente. Italia tiene una gran tradición; así en Francia, Austria, Alemania -aunque no se escuche tanto de la guitarra, también tiene un enorme progreso- y hay países en donde regularmente no se menciona el tema de la guitarra, que tienen buena metodología, como Finlandia, Rusia, Suecia y países asiáticos, que han dado buenos ejecutantes. En general, hay un interés mundial por la guitarra.

FDJ: ¿La trova yucateca debería acercarse a los recursos académicos?

Retrato de Cecilio Perera pintado por Fernando Palma Burgos (Q.E.P.D).

CP: En cualquier rama de la música, mientras más se sepa de otras cosas, tendremos un bagaje cultural más profundo y más estable. Es aplicable a cualquier rama de la vida. Si sabes más de una cosa, mientras más sepas, estudies y te superes, mejor será tu propuesta, tu arte y tu filosofía. Para la gente de la trova yucateca es bueno que aprendan de otros géneros musicales, como de la música académica, porque refuerza el saber con la teoría de arreglo, de formas musicales, etcétera. Los músicos clásicos no deben cerrarse tampoco, pensando que sólo la clásica es lo mejor y creer que no hay nada más. También para estos es importante conocer un buen ritmo de bambuco o un buen ritmo de huapango y otros. Mientras más se aprendan -dentro de nuestra área que es la música- otras formas, otras teorías, otras lenguas, otros estilos musicales, nuestro bagaje cultural se engrandece. Es algo necesario que todos debemos hacer. En cultura general, debemos leer algún libro interesante, de la literatura universal, aprender otros idiomas, mientras uno sepa más cosas, el resultado siempre será mejor.

FDJ: ¿Qué se necesita para considerar a Yucatán un productor de guitarristas?

CP: Yucatán tiene prestigio por la guitarra. Se sabe de los trovadores yucatecos, de la Plaza Grande (en Mérida), lo que no sucede en muchas ciudades o en otros países. No se ve mucho. Es algo peculiar de Yucatán. Desde los años mil ochocientos y pico o mil novecientos en adelante, la guitarra siempre ha estado acompañando las canciones de trova. Muchas familias yucatecas tienen una guitarra en casa. Aunque la toquen mucho o poco, es un instrumento que está en las salas yucatecas. Eso indica la tradición de la cultura guitarrística. Pasando a la guitarra clásica, hay menos tradición que en lo popular, pero en los últimos años ha ido aumentando a gran velocidad.

Sí veo a Yucatán con todo para ser una de las potencias musicales a través de la guitarra. Veamos un poco en la historia: el hermano de Guty Cárdenas -Renán Cárdenas- fue el primer guitarrista clásico egresado del Conservatorio Nacional de Música de México. Ya desde ahí, hay un inicio en esto. También está Juan Helguera, quien lamentablemente murió hace unos meses. Difundió mucho la guitarra clásica en Yucatán y en todo México con su programa de radio, sus composiciones, organizaba conciertos en CDMX. A mí un par de veces me invitó a tocar y ponía seguido mis discos en su programación. Hay una cierta historia del instrumento que es bastante digna y desde hace unos años, existe la licenciatura de música en guitarra, lo que antes no había. Cuando fui niño, en Mérida había una excesiva cantidad de escuelas de música, pero para estudiar licenciatura en guitarra no, no había nada de eso, por eso tuve que irme a Xalapa.

Sin embargo, actualmente hay más guitarristas de nuevas generaciones que van saliendo y tocan muy bien. Es un trabajo que no es de la noche a la mañana para que Yucatán se convierta en potencia, pero en cierto modo ya lo es. Por ejemplo, cuando voy a Mérida, doy una serie de cursos a los estudiantes de licenciatura en guitarra. Trato de aportar lo que he aprendido, para ir reforzando la academia de Yucatán y que siga yendo hacia arriba. También entre mis tareas, cuando doy conciertos en cualquier parte del mundo, con frecuencia toco los arreglos que he hecho de la trova yucateca. Así que trato de llevar a Yucatán a cualquier escenario donde me presente.

FDJ: ¿Qué debe exigir un maestro a su estudiante?

CP: Qué buen tema. Todo eso de la pedagogía es un campo bastante diferente y muy importante para nosotros, que ya estamos formando nuevas generaciones. A un alumno hay que entenderlo. Cada quién tiene una mentalidad, una filosofía. Definitivamente, sí es importante entender al alumno, amoldarlo sin que se dé cuenta, llevándolo por el buen camino y contagiarlo para que tenga disciplina, que haya constancia, que haya práctica en la música, que lo haga seguido, que estudie, que lea. Por eso el maestro tiene que ser un ejemplo. Solamente decir “tienes que ser mejor o tocar más bonito” sin el ejemplo del maestro, el alumno no tendría una guía a seguir. Es algo muy bonito que el estudiante se contagie y siga buenos pasos. Lo que uno realmente ama, hay que hacerlo bien.

A lo largo de nuestra entrevista, hablamos entre bromas y reminiscencias del terruño. Los yucatecos no somos ceremoniosos al decir adiós. “Sale, ahí nos vemos”, con marcado acento local y unos abrazos devueltos, fueron suficientes en espera de una nueva ocasión. Allí, frente a sus atardeceres, su imaginación hará la música que nos obsequia. Tendrá tiempo de disfrutar las veladas entre amigos con un poco de cine, de fútbol, de paseos al lago y de tocar la guitarra, “que también me divierte”, aseguraba entre risas. “Si no hubiera sido músico, creo que me habría gustado la Psicología o la Filosofía. Iría en búsqueda de conocimiento, tanto del mundo como de las personas”, fue su comentario justo antes de despedirnos. Pero si el Destino propuso a Mozart ser una insignia de Salzburgo, hizo exactamente lo mismo con Cecilio Perera, al hacerlo uno de los hijos predilectos de Yucatán.

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