Cobra Kai: ¡Golpea primero, golpea duro y sin piedad!

Una reseña de la producción original de You Tube Red.

Barney Stinson, el personaje de How I Met Your Mother, tenía un teoría sobre The Karate Kid: en realidad, el héroe era Johnny Lawrence y no Daniel LaRusso. Uno de los mejores capítulos de la legendaria comedia transcurre precisamente en torno a esa idea. La idea no resultaba descabellada, porque en toda historia siempre existen vertientes que vale la pena explorar. Ignoro si los creadores de Cobra Kai se inspiraron en lo planteado por Stinson, pero el resultado de la serie de You Tube Red es precisamente ese: una exploración del otro lado de la historia, sin dejar de mirar al extremo contrario, con el objetivo de hacer una revaloración de su mito y leyenda.

Cobra Kai  presenta a los personajes de Karate Kid treinta años después de su encuentro en el torneo regional de All Valley. Johnny Lawrence, el otrora chico popular y miembro del dojo Cobra Kai, se ha convertido en un ermitaño, en un hombre perseguido por los fantasmas de su pasado e incapaz de crear lazos sociales y emocionales sólidos. Vive en un pequeño apartamento, alejado de los lujos que le proveía su familia cuando fue adolescente.

En contraparte, Daniel LaRusso es un exitoso empresario. Es dueño de varias concesionarias de automóviles, vive en una zona residencial y tiene una familia con la que mantiene una buena relación. Sin embargo, muchas de las inseguridades del adolescente LaRusso siguen apareciendo de manera esporádica en el adulto y lo harán de manera más evidente cuando accidentalmente los caminos con su rival de la preparatoria se crucen de nuevo.

Ello sucederá cuando Lawrence tome a un pupilo en la figura de Miguel Díaz, un buen chico que inevitablemente recuerda al joven estudiante de karate del Sr. Miyagi más que a un miembro de Cobra Kai, que verá en Lawrence a la figura paterna que ha estado ausente de su vida. La relación con su aprendiz llevará a Johnny a abrir de nuevo el dojo que lo formó, siempre tratando de seguir la filosofía de su propio sensei a quien Johnny –en secreto– sigue temiendo. Daniel LaRusso verá en la reapertura del dojo una supuesta amenaza para los chicos de la comunidad y comenzará a buscar el fracaso de los nuevos Cobra Kai.

Lo que sigue es una historia llena de recovecos, de subtramas muy bien planteadas y que va a desarrollar una narrativa propia que, si bien tiene como génesis la película ochentera, va a despegar por sí misma para presentar un arco argumental muy inteligente, emocionante y, sobre todo, humano.  Lo hará mostrando esas dualidades que todos poseemos, esos lados brillantes y sus opuestos llenos de oscuridad. Nadie es tan bueno como según lo era LaRusso, ni nadie es tan malo como se planteaba en su momento a Lawrence. Al final, esa apuesta narrativa centrada en la simpleza de contar un cuento de malos contra buenos desaparece por completo.

Lo que hace Cobra Kai es ahondar de una manera un tanto más profunda en las personalidades de los protagonistas y en mostrar que a pesar de lo divergente de sus caminos, Lawrence y LaRusso tienen puntos de encuentro, cosas que los acercan sin importar que ellos se empeñen en alimentar esa rivalidad provocada por circunstancias completamente aleatorias. William Zabka tiene la gran virtud de interpretar a un Johnny Lawrence adulto, alcohólico y taciturno incapaz de comunicarse con el mundo, sumido en sus propios pensamientos. La mirada callada, el dolor de no poder comunicarse con su propio hijo y la frustración de un hombre arrinconado por su propia soledad encuentran en Zabka al intérprete perfecto.

El personaje irá desarrollándose para tratar de abrirse un poco más a partir de que el dojo comienza a tener éxito. Pero a diferencia de lo que fue en su momento, los nuevos estudiantes de Cobra Kai no son los chicos más populares o los matones del barrio. El dojo se llenará de las víctimas del acoso escolar, de los perdedores que reciben castigo por parte de los abusadores de siempre y que buscan estudiar karate para poder hacerles frente. Lawrence encontrará en ellos un reto, pues él siempre estuvo del otro lado de la balanza. Tendrá que aprender ser empático y a entender que esa oportunidad que él ha buscado durante toda su vida es la misma que sus pupilos están tratando de encontrar en las artes marciales: un sentido de pertenencia.

Ralph Macchio vuelve a darle vida a Daniel LaRusso. Es un personaje sonriente y aparentemente seguro, pero que guarda tras esa sonrisa una personalidad dubitativa, ya que se siente perdido sin la guía de su maestro y formador. Ante la amenaza personal que representa el regreso de Lawrence y Cobra Kai, volverá a la práctica del tipo de karate que le enseñó el Sr. Miyagi. Ese regreso será acentuado cuando también se encuentre con un estudiante: Robby Keene, un chico inadaptado quien también está en la búsqueda de una figura paterna, a quien LaRusso buscará redimir con la enseñanza de la filosofía que de alguna manera le rescató durante su adolescencia. A pesar de eso, LaRusso sacará a relucir sus lados más oscuros y mezquinos cuando trate de bloquear las oportunidades de Lawrence para redimirse, lo cual hará desvanecerse por momentos al triunfador ideal que representaba la figura de Daniel LaRusso en la película original.

La confrontación entre los dos personajes siempre está presente y si bien la serie apela en un principio a la nostalgia, ésta no se convierte en su principal referente. En todo caso, Cobra Kai es todo lo que una secuela debe ser: personajes que continúan creciendo, situaciones que tejen nudos con lo que fue planteado en el producto original pero que solo son un pretexto para que la historia siga avanzando y siga teniendo algo que decir. Lo mejor es que se trata de un nuevo discurso –incluso en lo audiovisual– que pudiera incluso tener vida propia sin la necesidad de que antes existiera algo que contara otra etapa del transcurrir de los personajes.

Y se trata de un discurso emocionante, cargado de las dosis necesarias de emotividad, lleno de humor, de tristeza, de vidas que aparentemente son comunes pero que están cargadas de lozas que de alguna manera todos vamos arrastramos mientras crecemos. Cobra Kai es una de las grandes sorpresas del año. Una serie que sin mayores pretensiones cumple con el cometido de entretener a la par de que el espectador disfruta de una fábula muy cercana a la realidad. Esa en la que uno se convierte en todo aquello que no quería ser, pero que siempre brinda la oportunidad de girar nuevamente tal vez hacia rumbos desconocidos o sorprendentes,  quizá pequeños, pero no por ello menos maravillosos. Un logro.

https://www.youtube.com/watch?v=qdPmeh18_4I

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