Cuando la pandemia nos alcance: “La Valla”

La serie es producida por AtresMedia. ¡Aquí puedes ver la Temporada 1!

Si algo nos está quedando claro en estos días, es que las pandemias ahondan en la división social. No es lo mismo quedarse confinado en casa disfrutando de una alberca, una copa de vino, libros y películas a vivir en un pequeño departamento de dos habitaciones en el que seis o siete personas conviven durante un buen período de tiempo, mientras uno o más de ellos tienen que salir a las calles todos los días en la búsqueda del sustento diario, exponiéndose al virus que pulula en el ambiente y a ser potenciales víctimas de una autoridad que comienza a imponer medidas extremas ante su incapacidad para manejar a la enfermedad. Está quedando claro que la extraordinaria situación por la cual atraviesa el mundo va provocando que los muros que siempre han existido se hagan más altos y más difíciles de sortear.

Antes de que el coronavirus apareciera en escena, Daniel Écija (creador de joyas como Vis a Vis) visionó una España futurista en la que una guerra de alcances globales, la crisis ambiental y la falta de recursos que ha provocado la aparición de un virus –el “noravirus”–, han mermado a la población y han permitido el surgimiento de un estado dictatorial que propicia el crecimiento de la división de clases. Es el Madrid del año 2045 la ciudad en la que se ha levantado una Valla, una imponente pared que divide al privilegio de la pobreza. De un lado de la misma, la gente vive en residencias espectaculares, tiene acceso a todos los servicios y no pasa hambre, mientras que afuera de la pared las personas sobreviven como pueden y son vigiladas y fustigadas constantemente por el gobierno.

El régimen dictatorial ha iniciado con la búsqueda de una vacuna que permita parar al virus. Para hacerlo cuentan con Alma (Eleonora Wexler), una científica que abraza como máxima profesional el hecho de que el fin justifica los medios. Ella vive del lado privilegiado de La Valla junto a su marido Luis (Abel Folk), quien es el Ministro de Sanidad del Gobierno. Un hombre de antiguos ideales de libertad pero que ha sido arrastrado por las circunstancias para servir al neofascismo. Ambos tienen dos hijos, Daniela (Belén Écija) una abogada idealista que trata de ayudar a quienes viven del otro lado del muro y Sergio (Iván Chavero), un junior despreocupado.

Al otro lado, la historia se centra en Hugo (Unax Ugalde), un joven viudo quien llega a Madrid con su pequeña hija Martha (Laura Quirós) y su hermano Alex (Daniel Ibáñez) en búsqueda de una mejor vida. Buscan refugio y solidaridad en casa de su suegra Emilia Noval (Ángela Molina) a quien le sobrevive una hija, Julia (Olivia Molina), quien estuvo casada con uno de los primeros científicos en detectar la presencia del mortal virus, lo que ata irremediablemente su destino al de la familia que vive al otro lado del muro.

La Valla” es un poderoso relato que advierte sobre muchos de los peligros que acechan al mundo en estos días de pandemia. Algunos politólogos y filósofos comienzan a advertir sobre la posibilidad de que los regímenes autoritarios cobren fuerza a raíz de la llegada del Coronavirus –el avance de las derechas ultranacionalistas en Europa ya se había incrementado antes de la crisis sanitaria–, ya que se escucha a ciudadanos que están dispuestos a renunciar a sus derechos con tal de mantener la salud, pero que no se dan cuenta que la abdicación a ellos implica el empoderamiento de la autoridad y la consiguiente pérdida de libertades individuales.

En la serie, el régimen funciona en primera instancia por el miedo a la muerte que naturalmente tienen todos los ciudadanos ante la aparición de un agente desconocido e invisible que les mata sin que nadie pueda hacer nada, pero justificados en tal miedo dividen a la sociedad e incluso llegan a utilizar a los menos privilegiados para fines éticamente reprobables en la búsqueda de una cura que, evidentemente, llegará primero a los políticos, a los integrantes de la élite militar y a sus familias, mucho antes que a la población en general.

Los estratos más bajos sueñan con cruzar la valla y ganarse la vida estando al servicio de quienes habitan el mundo ideal que aparentemente se desarrolla del otro lado. Hugo y Julia se unen al personal que trabaja en la casa del Ministro de Sanidad. Lo hacen porque ese es el camino por el que tienen que atravesar para tratar de tener una mejor calidad de vida. Todos los días tienen que formarse junto a otros cientos de personas en un retén militar, mostrar un salvoconducto y traspasar los muros que dividen a los plebeyos de los privilegiados. En términos dramáticos ello funciona para mostrar la injusta división social del trabajo, creando un subtexto de lo más interesante pues al final son los estratos sociales y económicos más bajos los que siguen manteniendo con su fuerza laboral a los más altos.

Y claro, está el despertar. El régimen comenzará a ser cuestionado cuando Hugo, Julia y el Ministro de Sanidad comiencen a darse cuenta de la conspiración existente para que el mantenimiento del gobierno se produzca con altos costos humanitarios que les afectan directamente. Ello llevará a que desde abajo comience a gestarse una transformación social que buscará recuperar las libertades perdidas. La esperanza surge de la mano de aquellos que sufren directamente la injusticia, puesto que a partir de sus pérdidas personales son capaces de empatizar con otros que atraviesan por situaciones similares para generar un cambio colectivo.

Los momentos más humanos y profundos de La Valla se dan cuando el arco de transformación de los personajes ocurre en un momento de revelación, de entendimiento y de solidaridad con el otro, cuando son capaces de despojarse de la individualidad y pensar en términos colectivos. Daniel Écija ha creado una serie con un discurso relevante, uno que siempre debe ser recordado para no olvidar, para no caer, no ceder ante la tentación provocada por políticos que prometen seguridad, bienestar y mano dura ante la injusticia, políticos que funcionan como el prolegómeno de algo aún más oscuro y violento, algo que termine por coartar los derechos que históricamente las democracias han conquistado.

Y también advierte –quizá sin proponérselo en un principio– sobre cómo esos políticos pueden cobrar y adquirir relevancia a partir de una crisis ambiental y sanitaria como la que estamos atravesando en estos momentos. La Valla retrata ese futuro al que podríamos enfrentarnos si permitimos que el odio y que los privilegios se impongan al bien común, a la valentía y a la empatía que requieren los momentos más complicados, los más difíciles por los que puede atravesar una sociedad cada vez más ligada en lo individual y en lo global. Una serie imperdible.

https://www.dailymotion.com/video/x7rhzub

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