In memoriam, Silvia Madrid: Ojalá estuvieras aquí

Relato musical y poema para Silvia Madrid Sánchez (1949-2020)

Te lo pregunto de nuevo: ¿quieres que ya destape el vino? Y te lo pregunto porque parece que no me alcanzaste a escuchar la primera vez. Además, no creo que vengan ya los demás. Ya es tarde para comer, y yo me muero de hambre. Y la verdad es que a mí sí me gustaría comer con vino. El platillo de hoy lo amerita. Tenemos que celebrar el reencuentro luego de muchos años vacíos. Y no te recrimino nada, por el contrario, te agradezco que estés aquí y ahora.

Como ves, he dispuesto varios lugares en la mesa, aunque creo que sólo ocuparemos dos. Tú siéntate a espaldas de la ventana, para que no te distraigas con nada mientras comemos. Yo me he reservado este lugar, enfrente a ti, para que nos pongamos al día. Sólo falta que me hagas saber si destapo ya la botella… Aprovecharíamos para que, en tanto respira el vino, me cuentes lo que has hecho en todo este tiempo en que cada quien ha estado encerrado por la pandemia.

Antes, antes… creo que sería una gran oportunidad para que escuchemos algunos discos. Encontré uno de Pappo, aquel pretendiente tuyo que tuviste en los sesenta y que años más tarde fue el máximo exponente del blues argentino. Mientras busco el disco que te he dicho y lo pongo en la tornamesa, puedes servir el vino. Ya no vendrá nadie más, te lo apuesto.

Escucha, escucha esta canción de Pappo. Se llama “Sandwiches de miga”, como los que siempre te han gustado, aunque sin jamón:

No puedo evitar
que vengan hacia mí,
los sandwiches de miga,
y parece mentira
que hoy estuve aquí,
esperándote.

Te confieso que este confinamiento me obligó a preparar unos sandwichitos vegetarianos para hoy. Aunque el vino blanco ya lo tenía antes de que llegara el coronavirus. Salir a la calle para buscar mejores ingredientes para los emparedados fue casi imposible. En parte por las restricciones impuestas por el gobierno y, por otro lado, nada estaba abierto, ni una recaudería.

Al estar encerrado todo este tiempo me pareció que algo andaba mal. Por eso te llamé, para asegurarme que yo estaba equivocado. No cabe duda que este enclaustramiento me estaba empujando a la paranoia. El caso, como te digo, es que quería saber que estabas bien, y claro, también aprovechar la ocasión para comer sándwiches de miga y tomarnos esta botella de vino. Pero veo que ni siquiera lo has servido. A ver, yo lo hago.

Ahora, mientras cambio el disco, ¿puedes traer los sándwiches a la mesa? Creo que van a sobrar varios. Lástima que nadie más llegó. ¿Has escuchado alguna vez el disco “Ojalá estuvieras aquí”, de Pink Floyd? Sé que no eres seguidora de este tipo de rock, pero pudiste escucharlo por ahí, alguna vez. Escucha la canción que le da título al disco:

Cómo deseo, cómo deseo que estés aquí.

Sólo somos dos almas perdidas

nadando en una pecera,

año tras año,

corriendo sobre el mismo viejo suelo.

¿Qué descubrimos?

Los mismos viejos temores.

Ojalá estuvieras aquí.

Te he de decir que este encierro pandémico me estaba volviendo loco. Sólo porque te llamé no entré en una crisis de ansiedad, como a muchos les ha sucedido. La verdad de las cosas es que este enclaustramiento no ha dejado nada bueno a nadie; por el contrario, cada día que ha pasado, la gente se vuelve muy irritable. No es mi caso, y menos ahora que estás presente en tu ausencia. El reencuentro me ha vuelto a la cordura.

Y ahora que tú estás aquí, te pido, antes de comer y seguir escuchando el disco, que tu ausencia no se vuelva una presencia vacía.

Es la única manera de evitar la locura, el único modo de mantenerme cuerdo en medio de esta pandemia, no del virus que nos agobia a todos, sino del intenso extrañamiento por tu presencia, aunque ausente. No importa que estés sin estar. Lo que vale es que, aunque ausente, estés aquí y ahora.

Ojalá estuvieras aquí para que entiendas hasta dónde me ha llevado este encierro: a una invocación inevitable. Ojalá estuvieras aquí, sin importar nada más, para comer y brindar por estar aquí y ahora, con tu presencia ausente, y escuchemos el disco completo de Pink Floyd. Será la única forma de retener la presencia de tu ausencia para siempre, aunque mis amigos y familiares digan que me he vuelto loco. Ojalá estuvieras aquí.

 

De un sueño a otro

A Silvia Madrid

 

Tengo sueño y sueño que te sueño:

en mi sueño, un sueño invade mi sueño.

Te sueño, entonces, en mi segundo sueño,

y ahí estás, en lo profundo del otro sueño.

 

Es un sueño a la distancia, a la deriva;

un sueño que no lo detiene el amanecer;

un sueño que, sin parar, te persigue lejos;

un sueño que, por fin, trasciende el primero.

 

Y ahí, en la máxima profundidad onírica,

te asomas para despedirte y decirme adiós:

agitas desde lo lejos tu mano desvanecida,

y algo dices que no alcanzo a escuchar.

 

De seguro es un sueño que sueño en mi sueño,

en el que he querido soñarte para saber de ti;

un sueño que sueño para despedirme de ti;

un sueño inerte que me dé cuenta de ti.

 

Así que, como puedes, te haces escuchar,

y entiendo que estás bien donde ahora estás,

aunque todavía no lo hubieras querido,

porque crees que aún tenías algo qué hacer.

 

De pronto, tu desvanecimiento ocurre;

mi segundo sueño pasa al primer sueño;

ya no te sueño más en ninguno de los dos,

y tú te has quedado en tu sueño eterno.

Compartir artículo:
Written By
More from Óscar Muñoz
Hay halcones en los alambres: un cuento sobre el “Halconazo”
Óscar Muñoz, testigo presencial de los hechos, escribe un cuento sobre la...
Read More
Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *