Las mejores series del 2019 (Parte II)

5 series y una mención honorífica para lo mejor del 2019 en televisión.

En la entrega anterior, escribí que en esta ocasión la columna anual dedicada a las mejores series del año iba a tener una mención honorífica. Comienzo la segunda parte de esta entrega con tal mención:

Mención Honorífica: Game of Thrones

 Es muy complicado que en los años que están por venir vuelva a presentarse en la televisión de todo el mundo un fenómeno como el de Game of Thrones. Que tanta gente se aglutinase alrededor de una pantalla, ya sea en casa o en lugares públicos, para mirar semanalmente un episodio de una serie de fantasía es algo que tal vez jamás se volverá a presentar. Que tantos millones de personas hayan seguido religiosamente el desenlace de la serie, generando cualquier cantidad de reacciones a favor o en contra, es también algo que tampoco se repetirá. Por ello, como un fenómeno único e irrepetible el programa que nos contó la lucha por el Trono de Hierro merece una mención especial en la lista del 2019.

Es cierto que su última temporada no fue necesariamente la mejor, que estuvo llena de altibajos y que la conclusión no fue la que muchos esperaban. Pero aún así se las ingenió para regalarnos momentos memorables. A Knight of The Seven Kingdoms fue uno de los mejores episodios de toda la serie y personajes como Brienne of Tharth, Arya Stark y Theon Greyjoy, tuvieron desarrollos formidables y escenas que nos golpearon directamente a las entrañas. Además una cosa es segura: el próximo año no regresarán los domingos de Game of Thrones y ello deja una sensación de vacío que es difícil de llenar.

Dicho lo anterior, vamos con las cinco series restantes que conforman la lista de las 10 mejores del 2019:

Watchmen (HBO)

            A Damon Lindelof habría que darle todos los premios de guionismo televisivo del año por Watchmen. Cada uno de los 9 episodios que conformaron la que quizá sea la única temporada de la serie, está perfectamente escrito, creando escenas y secuencias en las que nada queda al aire, y en las que Lindelof retoma elementos del legendario cómic creado por Alan Moore y de la película que hace 10 años dirigiera Zack Snyder, para crear una nueva y poderosa mitología en torno al grupo de antihéroes y vigilantes situados en una realidad alterna. Todo se desarrolla en un Estados Unidos gobernado por Robert Redford y en el que los conflictos raciales cobran inusitada fuerza, convulsionando a un mundo necesitado de héroes, pero lleno de personajes con pasados complejos que se esconden tras una máscara para hacer justicia a su manera.

Jeremy Irons, la gran Jean Smart, Tim Blake Nelson, Don Johnson,  Louis Gossett Jr., Frances Fisher, Yahya Abdul-Mateen II y una soberbia Regina King, forman uno de los repartos más sólidos del año, los cuales conforman una serie atrevida, estéticamente impecable y que tuvo en This Extraordinary Being al que tal vez sea el mejor episodio de televisión del 2019. Una joya que no tiene planes aún para una segunda temporada. Ojalá y nunca se haga. Hay series que merecen quedarse en nuestro recuerdo por la maravillosas que fueron con una sola entrega. Watchmen es una de ellas…

Chernobyl (HBO)

            Chernobyl rescató la historia de una de las tragedias más importantes de la segunda mitad del Siglo XX, para hacerla del conocimiento de la generación nacida después de 1986 y que, aparentemente, ignoraba lo ocurrido en la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Pero más allá de poner nuevamente en la discusión las consecuencias que tuvo la explosión del reactor en la vida de quienes experimentaron de primera mano dicho desastre, Chernobyl recreó perfectamente un sistema en decadencia y que trató a toda costa de ocultar lo ocurrido en Ucrania, para que el mundo no descubriera que lo que se consideraba como una forma de vida superior a la occidental no era más que una fachada tras la cual se ocultaban las ruinas derruidas de lo que trató de ser un imperio.

A todo eso hay que añadir la espectacular recreación que los productores de Chernobyl lograron de la Unión Soviética de aquellos años, de como lucían sus ciudades, del vestuario de sus habitantes, de los espacios que ocupaban. Chernobyl nos regresó a aquel misterio que envolvía a los países que se erigían tras la llamada cortina de hierro, para develarnos de manera espectacular lo que muchos imaginábamos que era la forma de vida de sus habitantes, lo que se suponía era el comportamiento de su clase política.

Jared Harris, Emily Watson y Stellan Skarsgard fueron la cabeza de un reparto que brillantemente se metió en la piel y la mente de personajes a las que la explosión les arrojó una cruda y cruel verdad: el mundo como lo conocían no era más que una serie de mentiras, un maquillaje que se lavó con la sangre y los gajos de piel de quienes sufrieron las secuelas del desmoronamiento de una nación, de un sistema político, de un modo de entender a una sociedad entera.

Good Omens (Amazon Prime)

            El Armagedón es inevitable. El cielo y el infierno están por vivir su última batalla, el Anticristo está en la tierra, listo para cumplir su misión y capitanear a las huestes infernales en la la lucha definitiva con los ejércitos celestiales. La humanidad se encuentra en el medio de la confrontación y espera, ignorante, su extinción de la faz del planeta. Pero hay dos seres que están listos para impedirlo todo:  un ángel y un demonio que por miles de años han acompañado al hombre en su devenir por el mundo y que se han enamorado perdidamente de su imperfección, de sus contradicciones y de su capacidad para amar, odiar y destruirse.

Good Omens narra una de las grandes historias fantásticas que la mitología judeo-cristiano ha creado, y lo hace con una estupenda dosis de creatividad, una espectacular producción y con dos actores que conforman a la dupla más deliciosa y adorable que el 2019 televisivo nos regaló: David Tenant, como Crowley el agente demoniaco, y Michael Sheen, quien encarna a Aziraphale el infiltrado del cielo en la tierra. Ambos son como el agua y el aceite; sin embargo, logran conjuntarse perfectamente para representar a una dualidad históricamente enfrentada, pero necesaria para que todo engrane de maravilla en el drama que están decididos a impedir. Una fantástica serie sobre el equilibrio creado por los polos opuestos, cuyos  constantes y necesarios enfrentamientos son lo que alimentan a la existencia en todo el universo.

Succession (HBO)

            Nunca en la historia de la televisión los insultos han estado tan bien escritos, tan colocados en el diálogo justo, en el momento preciso para que el espectador continúe desarrollando cierto odio hacia personajes que no tienen un ápice de moral alguna, pero siendo al mismo tiempo seducido por completo por tal amoralidad. En Succession se accede a sitios que están reservados solamente para unos cuantos en el mundo, para aquellos que tuvieron el privilegio -o el inconveniente, según la óptica por donde se le mire– de nacer en una familia acaudalada y cuyo destino manifiesto es el de dominar, poseer empresas y personas para formar esos modernos imperios que carecen de fronteras territoriales y a los que el capitalismo ha denominado como corporaciones.

Logan Roy y su familia son un grupo decadente, unido no por el amor filial sino por una serie de intereses que se han desarrollado a su alrededor. Son jugadores de un perverso juego en el que prevalece el más fuerte, aquel que sea capaz de leer mejor la partida y formar las alianzas necesarias para hacerse con el poder del conglomerado mediático de los Roy. Inmersos en una batalla fratricida, los miembros de la familia Roy no dudan ni un instante en apuñalar rivales si ello significa que tengan acceso al control del dinero y sobre todo al poder. Porque al final la serie es un estupendo estudio de las consecuencias que el poder tiene sobre las personas, pero particularmente sobre aquellas que lo ejercen, presentando una visión certera, precisa y contundente: en la lucha por alcanzarlo hay que dejar a todos fuera, incluso a aquellos a quienes les debes la vida. Una serie coral que resulta en un producto brutal, magnífico y sin concesiones.

 

Years and Years (HBO/BBC)

Los Lyons son una familia británica común que despiden el 2019 mirando la televisión, observando cómo la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha tomado tintes aún más dramáticos. A partir de entonces, la familia será testigo y protagonista de una serie de cambios que se darán en los años posteriores. Cambios políticos, tecnológicos, sociales que afectan al mundo entero y que impactan directamente en todos los que habitan en él. Years and Years toma uno de los elementos fundamentales de la ciencia ficción, como lo es la especulación, para construir una visión de un futuro muy cercano a partir de probabilidades que pueden ser reales de acuerdo a lo que nos está tocando vivir.

El ascenso de opciones políticas vacuas, los efectos de la inmigración y el racismo que los emigrantes despiertan en el todo el mundo, el cambio climático, la corporeización de la tecnología, la crisis económica y el desgarramiento de los bloques económicos, son tocados por guiones que jamás pierden el rumbo, proyectándonos a un futuro tal vez descorazonador, pero en el que aún persiste la esperanza de que el ser humano pueda encontrar una solución a los graves problemas que aquejan al planeta entero.

Y todo lo anteriores visto no desde de la óptica de grandes líderes o de héroes dispuestos a dar su vida por la humanidad, sino desde la de una familia como cualquier otra, con problemas comunes a la mayoría de los núcleos familiares y que tiene como principal objetivo el mantener lo más saludable posible a ese pequeño contexto que para ellos significa el universo entero. No hubo en todo el año una serie tan terrorífica, tan llena de personajes entrañables y despreciables, tan cercana a lo que nos puede suceder en unos abriles más y, a la vez, un poderoso alegado a favor de nosotros mismos, de nuestras relaciones y de los lazos indestructibles que nos han atado por muchas centurias.

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