Patti Smith se desnuda: “Éramos unos niños”

La cantautora desmitifica las biografías rockeras

Fue el verano en que murió Coltrane. Los hippies alzaron sus brazos vacíos y China detonó la bomba de hidrógeno. Jimi Hendrix prendió fuego a su guitarra en Monterey. Fue el verano del amor. Y en aquel clima cambiante e inhóspito, un encuentro casual cambió el curso de mi vida: fue el verano en que conocí a Robert Mapplethorpe”. Así comienza “Éramos unos niños”, el libro de memorias escrito por la legendaria cantante de rock Patti Smith. Debo confesar que no esperaba gran cosa, ya que soy poco afecto a las autobiografías y crónicas personales al menos como géneros literarios, mucho menos si se trata de estrellas de la música, pero esta sin duda caló entrañablemente en mí.

Su lectura me resultó esclarecedora, ya que más allá de lo meramente anecdótico de la amistad entre Smith y el famoso fotógrafo Robert Mapplethorpe cuando estos apenas eran unos jóvenes veinteañeros aspirantes a artistas, la autora consigue transportarnos a la escena neoyorquina de finales de los sesenta, cuando en 1967 decide probar suerte en la gran manzana sin tener siquiera un techo donde dormir ni una perspectiva laboral. Incluso nos cuenta cómo robaba y vendía libros para subsistir mientras trabajaba en una de esas grandes cadenas de librerías.

Patti Smith y Robert Mapplethorpe (1969)

Pero los sueños grandes sueños son, y estos suelen estar pavimentados de voluntad y esperanza… es así como somos testigos de las vicisitudes de estos dos amigos que se convierten en amantes ante la búsqueda de la gloria artística en una ciudad que entonces –como ahora- era el centro neurálgico de la cultura norteamericana. Para conseguir tal efecto, la autora evoca su pasado al tiempo que se desnuda a través de sus letras, dejando fuera los mitos de tantas biografías rockeras donde todo parece ser legendario y dando paso a una muchacha pueblerina, flacucha, poco agraciada y andrógina.

Tan es así que los recuerdos de Patti Smith son sencilla y cuidadosamente narrados desde el punto de vista de una espectadora de la vida underground neoyorquina, de la cultura de masas que se derivaría de esa tumultuosa década llena de efervescencia creativa y decadencia romántica.

Mediante una prosa directa, profunda y dosificada con pertinentes metáforas, el estilo de Patti Smith sorprende al ser plenamente literario, valiéndose de recursos que hacen de su primera y tercera persona las formas correctas de contar los hechos y separarlos cuando se trata de sus vivencias o su experiencia en torno de Mapplethorpe, Burroughs, Ginsberg Hendrix, Warhol, Joplin, Corso y toda esa miríada de artistas e intelectuales que, como quien no quiere la cosa, de una manera casual componían su mundo: un universo llamado Nueva York.

No es por nada que “Éramos unos niños”, memoria novelada que fue publicada originalmente en EE.UU. bajo el título “Just kids” en 2010, haya recibido importantes reconocimientos literarios como el National Book Award y el National Book Critics Circle Award desde su publicación, y es que la mirada humilde de Patti Smith empatiza con la del lector, que no se siente protagonista de sus aventuras, sino un espectador que fortuitamente se ve inmiscuido con algunas de las grandes mentes y talentos de su generación, tan sólo para acabar inserto en esa página de la historia del arte y del rock and roll.

Su narrativa, al igual que la letra de sus composiciones, tiene un marcado dejo poético que no oculta la herencia del folk, la música de protesta y la impronta de Bob Dylan, hoy en día flamante ganador del premio Nobel. Ahora que los muros de las academias literarias han sido derribados por los músicos, que no son otra cosa que trovadores y versificadores que han abrevado de los grandes escritores, vale la pena mencionar que en numerosas páginas Patti Smith dice estar obsesionada con Arthur Rimbaud, Paul Verlaine y la poesía francesa del Siglo XIX.

Autora de más de una decena de poemarios, después del éxito de “Éramos unos niños”, en el 2015 retomó la prosa para escribir “M Train”, unas extensas memorias que ya no se centran en su relación con Mapplethorpe, sino que se abocan en ella misma: sus viajes, sus descubrimientos, su amado Nueva York y, por supuesto, los distintos encuentros con sus héroes musicales y literarios. Ambos libros están publicados en México por la Editorial Lumen.

*Todas las fotos presentadas en este artículo son propiedad de su autor: Robert Mapplethorpe.

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