López Portillo conoció a X´Chel, diosa maya de la fertilidad

En una visita a Yucatán, el presidente electo José López Portillo, se prendó de una de las esculturas del Abuelo: X´Chel, diosa maya de la fertilidad.

Memorias del taller de Enrique Gottdiener Soto, por Ariel Avilés Marín.

En 1975, el Abuelo Gottdiener inició el tallado de una serie de deidades del panteón Maya. Poco a poco, las gubias fueron arrancando al rojo corazón de la caoba, múltiples figuras que, al ser refinadas, nos fueron dejando ver personajes cuya identidad el Abuelo había sacado de las reproducciones impresas de antiguos códices mayas, las unas, y de antiguos relieves de piedra, las otras. Así, sobre el largo mueble de la segunda pieza, dónde antes habían estado los bustos de yucatecos célebres, se fueron alineando en forma ordenada los dioses del mundo superior de la cosmogonía maya.

Las figuras de Yuum Kin, el dios del sol; Ah Puuch, dios del inframundo; Chaac, con su larga nariz, el dios de la lluvia; Zamná, el señor del cielo; y varias deidades más, fueron formando sobre el mueble, un verdadero olimpo de madera, en una versión prehispánica. Luego de completada la colección, el Abuelo procedió a empacar muy bien las piezas, para enviarlas a Michoacán, a la fundición, de donde regresarían transformadas en bronces. Por lo general, el Abuelo mandaba hacer tres copias de cada figura. La primera copia de la fundición se considera ejemplar original para el propio creador, y las otras dos, por ser de la primera fundición, se consideran también originales.

Cuando el lote de esculturas de esta serie regresó de la fundición, causó sensación entre la cofradía de asistentes consuetudinarios al mágico taller de la 60. Raúl Casares, fue quien tuvo el privilegio de adquirir las primeras. A Juan Duch, el Abuelo le hizo como espléndido regalo de cumpleaños, la figura de Ah Puuch, impresionante ser, mitad hombre y mitad esqueleto. Una noche, a hora bastante temprana, pues no había llegado aún nadie de los cófrades, y apenas había yo iniciado la preparación del café, cuando sonaron golpes en la puerta, y el Abuelo acudió a abrir.

X´Chel también era considerada la diosa maya de la luna.

Entró al taller el Dr. Francisco Luna Kan, gobernador del estado, con varias personas y le anunció al Abuelo que en unos momentos llegaría nada menos que el Lic. José López Portillo Pacheco, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. El presidente López Portillo había llegado al taller atraído por los comentarios sobre la obra del Abuelo, totalmente dedicada al pueblo maya. El ejecutivo de la nación, entró al taller solo, pues había indicado a su personal de seguridad que le esperaran afuera. Ya con la presencia del presidente, el Abuelo inició un recorrido por el taller, mostrando toda la obra que ahí tenía ordenada y clasificada.

Pasaron a la segunda pieza, y López Portillo no pudo evitar una exclamación de admiración al ver la espléndida colección de dioses mayas. – Señor gobernador – le dijo a Luna Kan – debe estar usted muy orgulloso de contar aquí en su tierra con un artista que ha llegado al fondo de la esencia de la raza Maya. El Dr. Luna respondió rápidamente: – Señor presidente, estoy totalmente consciente del valor de la obra de Gottdiener, y es por eso que mi gobierno ha adquirido una colección de ciento cincuenta obras de él, para montar una sala de exposición dedicada a esta obra (la buena intención del Dr. Luna Kan se estrelló con la negligencia de la administración de la Pinacoteca del Estado, que nunca exhibió completa la colección).

X´Chel, escultura de Enrique Gottdiener Soto.

El entusiasmo de López Portillo se volvió fascinación al llegar a una figura que se quedó contemplando largamente. Se trataba de la figura de la diosa X’Chel, la diosa de la fertilidad, la del enorme vientre que pregona su maternidad a los cuatro vientos. Don José López Portillo, miró y miró la figura, la recorrió a todo el rededor, y de pronto le dijo al Abuelo: -¿Es posible reproducir esta figura, pero en tamaño monumental? –Desde luego que sí –respondió el Abuelo– todas las esculturas que se ponen en parques o avenidas, primero se hacen en formato pequeño, para después llevarlas al tamaño necesario para el espacio al que estén destinadas. -¡Excelente! –gritó López Portillo– quiero esta diosa de la fertilidad, en gran tamaño para que sea colocada en la entrada de la Residencia de los Pinos. El Dr. Luna Kan exclamó emocionado: -Señor presidente, esto será un honor para Yucatán y la cultura Maya. El Abuelo agregó: -Señor presidente, le voy a confiar un secreto, si usted soba el vientre de la diosa X’Chel, cada vez que salga, la suerte le acompañará en todo lo que emprenda- la confidencia fue rubricada por la risa de todos los presentes.

Después de la visita de López Portillo, el Abuelo se dedicó en el corredor de atrás a transportar en yeso la figura de X’Chel en un tamaño superior a los dos metros; concluido este trabajo, la escultura se empacó muy bien protegida y marchó a la fundición. La figura de la diosa X’Chel, custodió la entrada de la residencia presidencial de Los Pinos por muchos años, y es fama que, López Portillo, cada vez que salía de Los Pinos, siempre sobaba el vientre de la diosa X’Chel, para invocar a la buena suerte.

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