Los discos consignados

CRÓNICAS MELÓMANAS XIII.

Nunca había conocido a una mujer tan celosa. A pesar de que, al principio de la relación, Olivia se comportaba como una mujer comprensiva y tolerante, al final mostró su verdadero carácter. Yo la conocí en una oficina de la SEP, donde ambos trabajábamos. Era un área técnico-académica del sistema educativo que tenía sus instalaciones en el edificio marcado con el número 43 de la calle de Córdoba, en la colonia Roma. Y ahí, Olivia y yo realizábamos actividades de programación educativa. Precisamente en las reuniones de trabajo fue donde tuvimos un acercamiento -primero de colegas-, que más tarde se transformó en una relación de amigos más allá de la amistad.

Todo iba de maravilla, al grado que los compañeros de la oficina llegaron a pensar que éramos pareja. Al parecer, había más que acercamientos de compañeros de trabajo y amigos, aunque nunca llegamos a situaciones íntimas y amorosas. Todo quedaba en la intención, apasionada por cierto, pero ahí quedaba. Eso sí, nos veíamos a la salida de la oficina y nos íbamos a tomar un café a Los Bisquets que estaban en la avenida Álvaro Obregón. Ahí, yo le hablaba de rock, principalmente de músicos del género, como Frank Zappa o Emerson, Lake & Palmer. Ella se mostraba sumamente interesada en escucharlos.

Un día, sin que ella se lo esperara, llegué con mi colección de discos de Emerson, Lake & Palmer para que los escuchara en su casa, poco a poco. Cuando se los presté, se llenó de emoción, y me dio un beso inesperado; sí, en plena oficina. Los que alcanzaron a ver la escena, apenas cupieron en su asombro. En fin, el caso es que ella me agradeció y me invitó a su departamento a escuchar los discos. Ése fue el primer día que entré a su casa, que en realidad era un departamento que estaba en la colonia Anzures, relativamente cerca de la oficina. Así que, por la tarde, nos dirigimos a su departamento con la grandiosa colección de discos.

Recuerdo muy bien qué escuchamos primero: a sugerencia mía, el disco Tarkus. Ella se veía muy emocionada de oír por vez primera algo que no había imaginado. Me decía que le parecía increíble que un grupo de rock pudiera tocar como si fueran músicos de conservatorio, que fueran capaces de interpretar en rock la música clásica o viceversa. Y mientras escuchamos ese primer disco de Emerson, Lake & Palmer, Olivia abrió una botella de vino para disfrutar mejor la música.

Al día siguiente, cuando Olivia llegó a la oficina, yo ya estaba ahí, sentado junto a Lupita, la asistente de la subdirectora académica, para firmar unos documentos administrativos. Como Lupita y yo nos llevábamos muy bien, nos hacíamos bromas y nos divertíamos de las tonterías que nos decíamos uno al otro. Al parecer, a Olivia no le pareció bien que me chanceara con Lupita, y no porque fuera la asistente de la subdirectora, sino porque era otra mujer. Ahí me di cuenta de los celos de Olivia. No le di mucha importancia, y yo seguí comportándome como siempre con ella. Pero hubo un momento en que Olivia me reclamó el acercamiento que yo tenía con Lupita y se alejó de mí, muy molesta.

Esa tarde, la esperé en la puerta del edificio para ver si iríamos a su departamento a continuar escuchando los discos de Emerson, Lake & Palmer. Sin embargo, ella salió acompañada de otra compañera y me dijo que tenía un compromiso y no podríamos ir a ninguna parte. Al día siguiente la volví a ver hosca conmigo, aunque supuse que se le pasaría y que esa tarde continuaríamos nuestra audición musical. Pero no, tampoco esa vez estaba dispuesta para ir a su departamento. Y al otro día, tampoco.

Así pasaron algunas semanas, hasta que me quedó claro que nunca más volveríamos a su departamento a escuchar aquellos discos. Entonces, con mucho cuidado y decencia, le pedí que me devolviera los discos que le había prestado. Le dije, eso sí, que al terminar de escuchar la colección completa, me la llevara a la oficina. Pero ella me miró de reojo y me dijo que me los iba a consignar por haberla traicionado con Lupita. Olivia, le dije, si no somos nada todavía. Entonces, ella respondió: más a mi favor; si eso me hiciste no siendo nada, imagínate si lo fuéramos. Y yo me quedé en medio de la oficina, sin decir nada, como un idiota y sin mis discos.

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