Las Retro Jubilosas (o de la sexualidad en la tercera edad)

En su crónica, Mar Gómez relata un viaje entre amigas de la tercera edad, al tiempo que reflexiona en torno a los mitos y tabúes culturales en torno al ejercicio de la sexualidad activa, saludable y responsable en las mujeres mayores. ¡No dejen de leerla...!

“Cuántas mujeres maravillosas, linda y sanas habrá que consolar porque sienten que ya perdieron todos los derechos tan sólo por cumplir años. Todo está en la cabeza. Son las ideas las que nos acaban mucho antes de que se acabe el cuerpo”. Gioconda Belli

La historia de las mujeres, no es una historia olvidada, es recordada a cada momento, cada mes y cada día en las luchas por sus derechos, igualdad e independencia. La realidad contemporánea con y sin el drama existencial de reclamos, vive deconstruyéndose desde una verdadera perspectiva femenina y se hace presente en todos los horizontes de edades. Mujeres adultas mayores, desafiantes en plena ejecución de sus capacidades económicas, educativas, políticas, sexuales y sin una enfermiza moralidad existencial asoman rostro y voz en sus actos.

Ser mujer y mayor de 60 años no implica ser persona de tercera calidad, ni tener derechos menguados, no se está marchita o semi muerta. En teoría utópica, se tiene derecho a vivir con dignidad, libres de explotación y malos tratos, manejar y utilizar con libertad bienes y dinero, divertirse, descansar, recibir una pensión justa entre tantos otros, y que solamente desde el privilegio se pueden obtener. No dejan de mostrarse contrastes y ambivalencias al respecto por la carga histórico social aun arrastrando respecto a utopías, mitos y realidades de esta etapa de vida.

Una arista interesante de analizar desde la opresión, es el derecho a la salud sexual, que sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad, y más si se agrega el género y la asimetría en cuanto prejuicios de valor se depositan en las mujeres a este respecto. El tema además de interesante, se vuelve complejo, por ser la mujer donde reposan cargas de una instrumentada y violenta moralidad.

Los símbolos de la sexualidad en las mujeres de tercera edad culturalmente siguen en deconstrucción, bajo reconsideraciones críticas, con nuevos modos de hacer historia y abarcando desde luego experiencias personales y subjetivas de cada mujer. Existen creencias erróneas y mitos sobre las personas mayores y su sexualidad, sumando la cuestión de genero se vuelve aún más complejo por la educación. No dejamos de pensar nuestra existencia sino desde la situación histórica concreta en donde nos encontramos.

En los medios de comunicación y redes sociales se fomenta una visión distorsionada de las mujeres mayores: personas que estorban, que hace el ridículo, que padece problemas severos de salud; todo se enfoca en el lado negativo. Hoy vemos muchos abuelas abandonadas por la familia o recluidas en albergues, pero también vemos a mujeres disfrutando sus derechos, como a muchas olvidadas y excluidas de ellos.

Son muchas las historias con las que se fantasea y distorsionan hasta la ingenuidad con mitos acerca de la denominada tercera edad. No es fácil, es arduo el camino y a veces hasta doloroso resignificar el idealismo acerca de la perdida juventud.

En la actualidad existe lugares que apoyan en el ejercicio de esos derechos, tener libertad, tiempo y alcance de poder asistir a estancias y centros culturales para jubiladas y pensionadas, o a talleres para adultos mayores son algunas opciones. Algunos de estos espacios se encuentran bajo el resguardo del ISSSTE, SNTE, SEDECULTA, o como centros privados; pudiéndose considerar como atención brindada a esta comunidad, sin ser prioridad en la ciudad de Mérida, sin alcance a los 106 municipios del estado, donde no existen esas condiciones, o no son prerrogativas pues se vive con violencias y opresión. Para muchas mujeres de esas comunidades, que hasta difícilmente tienen las atenciones básicas de salud general, la vida es una utopía sin relatos de poder, ellas desde luego escriben otras historias diferentes a las nuestras, a las de “Las Retro Jubilosas”.

 LAS RETRO JUBILOSAS

Alquilamos para nuestro paseo una camioneta con chofer incluido. Nos gusta hacerlo así para ir en grupo y beber algunas cervezas sin cargar la responsabilidad de manejar a ninguna. La mayoría tenemos nuestro auto y seguimos conduciendo; pero para nuestras saliditas, es mejor esta opción, irnos juntas en gran tertulia, reír en grupo es de las mejores terapias.

Pobre Esperancita — ¿Se fijaron en sus ojos?,¿A poco no se le veían bien tristes y llorosos? — ya ni la friegan… cuando no es la hija, es el hijo, par de abusivos.

El tema durante el viaje giró en torno a nuestra pobreteada amiga, que en esta ocasión como en el viaje anterior no se agregaría al club de las jubilosas, el motivo: ¡¡ quedarse a cuidar a los nietos !!, los hijos, ya la agarraron de nana, esa es la percepción que tenemos. Vive cerca de la estancia de jubiladas a la que asistimos, se dio una escapada para despedirnos, quizá para curar su frustración, tal vez para lamerse la herida, o para alimentar su alma transparente y pura. Da sin pedir nada, la incondicional vino en ese afán de seguir ofrendando su cariño.

Nos regaló un abrazo y buenos deseos de diversión. Así es como acostumbramos entre nosotras las marchas del adiós, como si fuera la última vez que nos vamos a ver, como preparándonos por si acaso… Nos obsequiamos abrazos cariñosos, curativos, empáticos, de esos que solemos darnos las mujeres en edad de oro, apapachos de sororidad.  Dicen que estamos en la tercera edad, eufemismo que usan para recordar que estamos envejeciendo y nos suene suave, hacerlo con éxito y palabra directa ha sido nuestra opción. Nos llaman de varias formas. A nosotras nos gusta decirnos “las jubilosas”, nos viene mejor ese alegre mote, para ser lo que somos.

Somos mujeres retro, que asistimos a un centro cultural a divertirnos, es práctica común y de nuestra cultura llamarnos en diminutivo: Yolita, Aidita, Terecita y todas las ´itas´ que conformamos este grupo, dimos rienda suelta buen rato tijereando la vida de nuestra amiga. ¡No vayan ustedes a pensar que nos gusta el chisme!; No, no, es eso, es la fascinación del hablar de los ausentes, aunque no les arreglamos la vida, les agradecemos nos den material de conversación, son ejemplos perfectos para escoger temáticas, y al final…todas salimos espejeadas en esta cofradía llamada vida.

El ´dimi´ en nuestros nombres lo usamos como forma de veneración, de cariño y familiaridad, para que me entiendan, es como abrazar al corazón el llamarnos así, parte del aprecio que nos tenemos. Los seres humanos necesitamos de estas expresiones amorosas para bien vivir, el derecho al buen trato.

El subrayado pobreteo a nuestra amiga huele a esos aromas atenuantes de lo peyorativo, para no hacerle más al cuento, la expresión mexicana correcta, aunque suene escatológica y obscena, es que: “nuestra amiga se pasa de penitente”. Sí, ella está sometida. El tema de charla mientras llegábamos a nuestro destino, fue su derecho negado.

¡Esperancita, la que tiene culpa por no poner límites, la que no ejerce sus privilegios! Esperanza, la que lleva en su nombre la posibilidad de redimir su cautiverio.

Soberano abuso el que sufre, aparte de cuidar nietos, le friegan su pensión, repartiéndola cada mes entre los hijos “quesque pa´que se lo administren”, por eso apenas si le alcanza — expresó una de las itas— ¡y eso sí que es un abuso..! insistía indignada. Tiene derecho a divertirse, a salir con sus amigas, a gastarse su dinero en lo que le dé la gana, que para eso trabajó tantos años, para disfrutarlo.

—¿Se lo niegan, o ella se lo niega a sí misma? interrogaba otra. Ella permite le endilguen los nietos de tiempo completo. Les hace comida mientras los hijos se van a trabajar, lava la ropa, viven con ella, los cuida, los recoge de la escuela, está bien el encaje, pero no tan ancho… Con el cuento chino de que los nietos son la extensión de los hijos, la han sometido, pero “que no chinguen”, más bien parece que nunca hubiera terminado de criar.. mucho hace en venir dos veces a la semana a la estancia, aunque sea un par de horas y eso si ¡solo puede venir con el permiso de los hijos!, es indignante como la tratan… Mucha tela de donde cortar para la hora dieciocho minutos que hicimos de Mérida a Ticul.

Zapatos, muchos zapatos esperándonos en las tiendas, rojos, azules, verdes y amarillos se probaba  otra de las itas, lo que llamó la atención a la vendedora que de forma sutil le sugería probarse estilos de sobrios colores, tonos marrón, negro y gris .Con inocente buena voluntad trataba de disuadirla a cambiar de opinión, la mejor opción para su edad —mire, estos son más cómodos para usted, tienen memori form— la ´ita´con su ropa multicolor y sonrisa enmarcada en un labial rojo la rechazaba de manera amable dando las gracias, y haciendo aspavientos con sus manos que llamaban la atención por su bien trabajado gelish de color agua marina en uñas y el diminuto tatuaje con su nombre en el lateral del antebrazo que alegran sus movimientos.

—Yo quiero colores alegres, fuertes, chillones, esos son los que me gustan…

— Señorita tráigale a mi amiga colores vivos, fregones… sugirió la ita´ más revoltosa del grupo. Así como nos ve, solo tenemos tres veces veinte y algunos añitos más, — remato de manera chusca haciendo ademanes y provocando la risa de todas. Ella tiene una especial gracia para adornar lo que dice. Cuando agranda sus tatuados y delineados ojos, sus pestañas resbalan como cascadas cargadas de rímel, y uno no puede evitar la risa, ni que decir cuando hace trompas sin poder atenuar el código de barras, expulsando el pecho caído, parando la nalga, metiendo la panza y cruzando las piernas en su caminar como modelo. En verdad duele mandíbula y barriga de las carcajada; quien diga que no ha tenido incontinencia con las teatrificaciones de nuestra amiga, mentiría. Remata con la super voz de soprano que resuena con cálidos matices, acogedores y humanos, imposible no generarnos buenas dosis de felicidad con sus actuaciones.

  Una vez que se retiró la dependienta por el calzado, expresó molesta: ¡pinche juventud, hay que ubicarla…a mí me hacen lo mismo, como que, si por envejecer no tuviéramos derecho a vestirnos alegres y juveniles, malditos mitos, no estamos marchitas, no estamos secas.

No creo que lo hagan con mala intención —repliqué.

— ¿No?, acuérdate de cómo se expresó ese pelaná cuando fuimos a Holbox… ¿te acuerdas? — me insistía. Sí, contesté, como no recordar el tremendo comentario acompañado de risas burlonas a la expresión de: “viejitas ridículas, se sienten muy jóvenes, ya no les queda esa ropa, se ven grotescas”. Como si la edad fuera una limitante.

Si no falla mi memoria la cara que puso cuando se dio cuenta que lo habíamos escuchado fue de tal asombro, que perdió el maldito genio de la maldad que traían integrado. Se le fue el color de la cara, supongo intentando hacerse invisible, pero para su desgracia habíamos escuchado su infortunado comentario. Y luego él casi llorando, disculpándose, según él por una broma de mal gusto.

Lo genial fue cuando otra vez nos encontramos con él y sus amigos por la tarde en el muelle para contemplar el hermoso atardecer, ¡y la verdad, esto hace la mejor parte de la historia! Nos hicimos como dicen ellos amiguis, fumamos la pipa de la paz. Ventanear la forma en que viste sus madres, tías y abuelas, alivió el incidente matutino. Historias para recordar.

El mirador nos aguardaba, con una cerveza fría y la rica comida que ahí sirven, nuestro traje de baño ex profeso para la ocasión ya iba colocado en nuestra piel con historia y sus años vividos. Abrir los sentidos, es abrirse a la vida, eso de sentirse contenta con la piel que a una le envuelve, es como sentirse la misma de hace muchos ayeres, con la misma conciencia que observa sin edad. Sin prejuicios armamos una pasarela… tres biquinis fueron la sensación y nuestras coquetas pulseras en el tobillo aumentaban la ornamentación.

¡Todavía estamos buenotas! — expresé sin pudor palmoteándome una nalga, El tema tabú del cachondeo sexual no se hizo esperar. De las diez damiselas, dos divorciadas gracias a Dios, dos aún casadas, cuatro viudas, y dos madres solteras por elección, dimos replica a una nueva temática, la que despierta tanto morbo, como alegría, asunto complejo que aviva las emociones en las charlas, la de nuestra sexualidad. Sí, esa que nos intentan arrancar con el estúpido argumento de que estar en la vejez es sinónimo de ser asexual, como si de la nada se esfumara nuestros deseos carnales, como si nuestro erotismo por cumplir años falleciera, como si el dolor en las rodillas por desgaste articular eliminara la vida sexual de los seres humanos. El mito de pensar que la juventud lo es todo.

¡Ay…! Si entendieran que cronos y la experiencia de nuestro kilometraje recorrido nos hace más sabias, entenderían que imaginarse una escena amorosa entre gente mayor de edad dándose placer y afecto no es una obscenidad… Si pudieran imaginarlo con otra óptica sin prejuicios dejaría de ser un tabú y se convertiría en una verdadera educación sexual. La cancelación de la vida sexual activa de las jubilosas es puro mito. La vejez, no es una enfermedad.

Siempre he dicho que la mejor condición que he tenido en la vida es la viudez y eso que tuve un marido maravilloso, con el que me casé enamorada. No es el mismo el caso de la Toñis quien por justicia divina quedó viuda gracias a Dios. Años de maltrato físico y psicológico no podían tener mejor fin. Comentario que me hace ser mal mirada, por la interpretación que se le da, no me importa, es la verdad, las viudas somos más libres que las aves de corral.

-¿No se te antoja volver a casarte?, ¡Ni ganas!, estuve loca, ya no lo estoy, contestó Toñita.

-Pero… ¿Y un momio para que te abrace, te acaricie, para besuquearte el alma, y te frote las rodillas? Insistió otra de las itas.

-Ya van a empezar… -Fue su rápida respuesta zambulléndose en la alberca y acomodando su cuerpo con la mirada al magnifico horizonte que tiene ese lugar y que por algo se llama el Mirador-. Nada…contestó en tono de broma, cero hombres en mi espiritual vida; después de mi experiencia No, ¡gracias! Para atenderlo como esclava y soportarle el mal humor, No …así estoy muy a gusto reafirmó sorbiendo su cerveza. Lo bueno que no hay señores en la estancia, si no, júrenlo que yo, no iría… no los soporto. Yo soy de tu club, dijo sonriendo, estoy en mi mejor momento ´la viudez´.

-¡Oigan si es cierto! Que raro que a los hombres no les guste socializar en este tipo de lugares, o por lo menos en el nuestro no hay varones, y no porque esté prohibido, sino porque ellos no se dan ese derecho.

Nuestra elección, independientemente de la condición es cómo seguir enamorada de estar vivas, y obvio es que a Antonia ese tema le da para fuertes reflexiones. El derecho a ser tocada, a una vida sexual plena y diferente a la intensa de nuestras juventudes, aunque muchos no lo crean no ha muerto, terminará con el óbito del cuerpo. Tenemos vigencia en nuestros pensamientos eróticos, los orgasmos efectivamente son sinónimos de juventud, pero de la juventud mental, de esa que tenemos en abundancia… tema que nos dio tertulia por largo rato.

Un día maravilloso con mis amigas las jubilosas ensanchando la habilidad de ver la belleza y amar. A la estancia asistimos a bailar, no nos puede faltar la música y el movimiento corporal creativo, somos bien bailadoras, hacemos yoga, Tai chi, teatro y demás actividades. Seguimos confirmando la maravilla de la existencia. Estas salidas aumentan nuestra alegría y sobre todo la serenidad para entender el juego de la vida, para seguir gustosas escuchando nuestro pulso, meciéndonos en el amoroso asombro de nuestra retro energía.

Respirando, respirando, seguimos en el mirador de la vida. Respirando suave por el derecho a una vida social saludable y sexualmente activa, aunque no lo crean…

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