Músico sin atajos: Entrevista al compositor Yussef Ríos

Nuevas luces: jóvenes valores en la composición académica de Yucatán.

En primera instancia, su juventud no permite sospechar el caudal de sus conocimientos. Saluda amablemente, con total sencillez. Viste cómodamente y todo el tiempo tiene el rostro iluminado con una sonrisa. Ha de ser porque seguramente vive pensando en Música. Se demuestra dispuesto a explicar a detalle todos los puntos de nuestra plática, que resulta por demás interesante, tanto para conocer su perspectiva sobre el quehacer musical en nuestra entidad, cuál es a juicio suyo la situación de nuestra vida cultural y por supuesto, que nos comparta algo de su obra, esa que paulatinamente se va abriendo paso en escenarios locales y en el resto de México.

Yussef Ríos Dib, graduado en 2016 de la ESAY –Escuela Superior de Artes de Yucatán– es uno de los jóvenes compositores contemporáneos de nuestro país, orgullosamente yucateco. Su orientación académica lo lleva a perfilarse más cerca de formas como la sonata y el concierto que de las canciones tradicionales de trova. Pero lo cierto es, que el maestro Ríos se nutre de todos los ingredientes a su alrededor. Así que nada queda descartado, sino todo lo contrario. Iniciamos nuestra grata conversación en torno al tema central, la Música y sus implicaciones en su vida personal y profesional:

FJC ¿Qué te hace decidir ser un compositor?

YRD: De niño escuché la Novena de Beethoven. Amor a primer oído. Cerca de la casa de mi abuela, había clases de piano. Me cautivó escuchar ese sonido vivo. Tendría 10 u 11 años. Fue cerca de los 13 que empecé a tocar ese instrumento, mejor dicho el teclado electrónico. Soy el único músico en la familia.

FJC ¿Cuáles han sido tus mayores dificultades para alcanzar tus metas?

YRD: La falta de oportunidades. El compositor, a diferencia de otros músicos, tiene como primera dificultad que su obra sea ejecutada, por gente de cierto nivel y con el interés de difundirla. En Yucatán falta el nivel musical para una buena interpretación. Luego está el aspecto económico; es una carrera cara: los instrumentos son caros, igualmente las clases. Aunque reconozco que se puede ser autodidacta, leyendo partituras, analizándolas, a través de libros. En la composición actual hay muchos dogmas, hay maestros muy drásticos. Si quieres técnicas antiguas o cosas del pasado, no sabes con qué te puedes topar, si no haces cosas postwebberianas*. Mi colega Alejandro Basulto, también yucateco, estuvo en España. Llegó a clase con un maestro y le cerró la puerta. Debía presentar cosas atonales**, postwebberianas. Se aferran a la postonalidad.

FJC: ¿Cuáles han sido tus mejores momentos como compositor?

YRD: La orquesta del ESAY estrenó una pieza mía, centrada en estilo revueltiano***, en el Peón Contreras. Fue un motivo de orgullo y se interpretó en dos funciones. Me la encargaron por el maestro Álvaro Vega, actual director de Artes Musicales, para una rara conjunción de las licenciaturas de la facultad: Teatro, Danza y Música. Por cierto, en mayo estaré en Guanajuato, presentando una ponencia sobre esta obra.

FJC Para un compositor de estos albores del siglo XXI ¿Cuál es el formato más promisorio?

YRD: Hay mil caminos. El compositor clásico académico puede componer lo que quiera, solo faltaría que haya quien le interprete. Me gusta mucho el cuarteto de cuerdas, la dotación de orquesta y la posibilidad de mezclarla con instrumentos de otras regiones. Es algo que ya está realizado, pero quiero trabajar en ello. También quiero explorar la voz. No lo he podido hacer, un poco por falta de tiempo, pero ya voy empezar. Me entusiasma unir el piano, la poesía maya y la voz, en una mezcla de lo que se ha visto y estudiado, pero con retórica maya.

FJC ¿La música religiosa aún queda? ¿Dónde?

YRD: Hice un homenaje para Luis Luna a raíz de su fallecimiento. No ha sido interpretado, fue algo totalmente de propia inspiración. Sin embargo, cabe mencionar que hay una “Pasión Según San Mateo”, que es una toda una pasión pero con ritmos latinos y afroamericanos, como ambientada en Cuba, de corte festivo. Fue un encargo presentado en Alemania. Les encantó.

FJC ¿Hay algún compositor que sientas deber emular?

YRD: Me inclino a emular a los maestros barrocos por su dominio técnico. Para ellos, la música era una cuestión de mover emotivamente al auditorio. En un gran giro, también me gusta Revueltas para imitar. Aunque suene descabellado, recomiendo la imitación para que a lo resultante se haga variaciones,  distorsiones. Si no te gusta lo desechas; habrá más opciones.

FJC ¿Cuáles son tus principales influencias?

YRD: Beethoven, Haendel y todo el Barroco me aporta algo. Tanto los italianos Corelli, Vivaldi, el austro bohemio von Biber, la música operística de esa época, me ejerce una gran influencia. No se trata de un artista sino de toda la gama, de la época. Luego están Wagner y Shostakovich que es increíble, al igual que el clásico Haydn y sus cuartetos, con todas sus disimuladas guasas y sutilezas.

FJC ¿Cuál es el público para tu obra?

No pienso en un público determinado, es para toda la gente. No prefiero los conciertos en que la gente llega sin una comprensión mayor. Compongo obras buscando romper la idea de un público pasivo. Este debe ser activo, debe poder preguntar porqué tal cosa. Hay que explicar las obras, porqué fueron compuestas así. El cuarteto de cuerdas Xaman Ek, del que soy consultor, busca exponer los elementos que forman la obra, para que la gente los pueda identificar, conforme avanza la ejecución. Esa es una de las ideas del cuarteto Xaman Ek, dar herramientas al público.

FJC ¿Qué proyectos contemplas para los siguientes 5 años?

YRD: Proyectos de voz, más cuartetos de cuerdas, estar fuera de Yucatán, viajar y conocer otras cosas, contagiarme de una visión más amplia, porque aún no lo ha podido hacer. Regresar con más conocimientos para continuar dando clases –algo que me gusta mucho– trabajando en la Esay, ayudando a las personas a abrir otras perspectivas de esta profesión. Hay detalles qué atender, como cuando se concentran demasiado en su partitura y se apartan de lo divertido para disfrutar la música.

FJC: ¿Cómo está Yucatán a nivel nacional en términos de producción musical?

YRD: Está mucho mejor que hace 15 o 20 años. Se ha dado seguimiento a las orquestas como la OSY; ha tenido un buen historial, que casi empieza con el siglo XXI. A nivel nacional está abierto el concurso “Manuel Enríquez”, en el que puedes estrenar obras, en caso de salir airoso. Hay concursos de composición en Guadalajara, como el “Arturo Márquez”. Ocurre por lo cotidiano, que las orquestas no suelen programar obras nuevas, es algo escaso. El panorama de compositores se sigue presentando sin cambios. De Yucatán ha surgido gente relevante, como Arturo Barragán y Alejandro Basulto, así que se esperan cosas nuevas.

FJC: ¿La sociedad ya está más dispuesta a considerar al músico como profesional, tanto como lo hace con el ingeniero o el médico?

YRD: Todavía no se toma al músico con seriedad. Pero es un fenómeno social. Si te quieres cultivar, es caro comprar libros, no hay tiempo para leerlos. Hay mucho trabajo qué hacer, lo que hace que no exista una sensibilidad general en la sociedad. Se educa para sobrevivir. El ingeniero sobresale porque construye, el doctor porque preserva tu salud, pero lo demás, si estás sobreviviendo, no tienes oportunidades mayores ni mejores. La sociedad en Yucatán sigue teniendo una resistencia. No obstante, ha ayudado la migración de gente a nuestro estado, porque ha enriquecido el entorno. Culturalmente aún hay mucha resistencia. Posiblemente en el futuro haya un escenario de mejores posibilidades.

FJC: Considerando las complejidades del caso ¿qué recomendaciones das a los nuevos valores de la Música, ya sea de la composición o con un instrumento en la mano?

YRD: La música no tiene atajos. Para hacerlo bien se tiene qué estudiar. El músico debe ser como un poco obsesionado con su instrumento y debe continuar. Sí hay que hacerlo como algo para disfrutar, pero hay otros caminos. No tienes que ser el próximo concertista. Se puede ser maestro, formar una academia. Pero además, hay que saber autogestionarse, no depender de las orquestas o de otros proyectos. Hay qué aprender a redactar, a hacer proyectos. Muchos no saben hilar un párrafo. Por eso deben aprender a redactar sus ideas correctamente. Si son ricos no tendrán ese problema, porque es una carrera que sí promueve el privilegio. La gente que tiene recursos, suele hacer todo más rápido. Pero alguien sin tales recursos, tendrá que trabajar al doble. Hay qué seguir, sin frustrarse. Vale la pena.

*Carl María von Webber, compositor romántico alemán

**Que no tiene una tonalidad bien definida.

*** Silvestre Revueltas, compositor mexicano, baluarte del ambiente cultural mexicano.

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