¡Todo México es arácnido…!

Spiderman se ha publicado ininterrumpidamente en el país desde 1963.

El título no se refiere a las 5,579 especies de ese grupo de bichos que existen en nuestro país1, sino porque el cómic del Hombre Araña se ha publicado ininterrumpidamente en México desde 1963 y es el superhéroe más popular, incluso por encima de pesos pesados como Superman o Batman, lo que nos habla de su importancia para los lectores nacionales y de buena parte de Latinoamérica.

Me extraña que siendo araña…

¿Qué fascinación nos provoca un hombre en mallas rojas y azules, que ha permitido su permanencia editorial por más de 50 años? ¿Cuáles deben ser los valores que promueve para que el mexicano lo encuentre interesante? Desde su creación, Stan Lee, Steve Ditko y los ilustradores que lo acompañaron (y sobre quienes se discute la paternidad del personaje), sabían que para poder crear una historia novedosa debían dotar a los personajes de algo que hasta ese momento carecían otros cómics: humanidad.

La gente no leía al Hombre Araña para ver conocer al villano en turno o ver si podía con él (aunque mucho había de eso), lo leía para saber qué sucedería con sus novias, trabajos, familia, amigos. Lo leían porque el personaje principal no era el que daba título a la historieta, el personaje más importante era Peter Parker, quien en un giro afortunado (malo o bueno, jamás lo sabremos) recibió un gran poder y gracias a la pérdida de uno de sus seres más amados, supo que con ello se generaba una gran responsabilidad.

No sólo eso, en las viñetas del cómic se podía ver a Peter sufrir tanto o más por sus problemas en la escuela –mujeres que no lo pelaban, gandallas que los fastidiaban-, el trabajo o con la familia que debido a los enemigos de su alter ego. Podría decirse que los peores villanos de la historia eran los enemigos de Peter: Flash Thompson, J. Jonah Jameson y el criminal que acabó con la vida de su tío Ben. Peter podía combatir a los supervillanos, pero ¿cómo combatir la injusticia social? Incluso las drogas jugaron un importante papel cuando Harry Osborn, su mejor amigo e hijo de su archienemigo el Duende Verde, cae presa de una adicción, situación que distrae tanto a Parker que lo hace correr riesgos innecesarios disfrazado del Hombre Araña.

Con lo anterior queda claro lo sencillo que era, como lector, relacionarse con este cómic, pues no todos somos herederos de una fortuna millonaria o provenimos de algún planeta extinto. En las páginas del Hombre Araña veíamos las desventuras de una persona como nosotros, que tenía sentimientos y pasiones, y luchaba por ellos. Además, siempre lo hacía con muy buen humor, como si supiera que esa es la herramienta más poderosa para desarmar a cualquier enemigo: la lengua es más afilada que cualquier espada.

Una sola araña, cien moscas apaña

El pueblo mexicano es curioso. Procedemos de la mezcla de dos culturas aguerridas, que en su momento fundaron imperios y que cayeron por la imposibilidad de ponerse de acuerdo internamente. No pretendo demostrar nada, ni tengo pruebas de lo que afirmo, pero basta observar nuestra historia para saber que, en algún momento del mestizaje, la imagen del caudillo se implantó en nuestro inconsciente colectivo como el objetivo a seguir (ojo, dije a seguir, no a conseguir). Tal vez sea por ello que las historietas pegaron duro en nuestro país, muchas de ellas con héroes y superhéroes que permitían una vía de escape a un pueblo siempre lleno de promesas y porvenires, nunca de hechos y realidades.

A lo anterior, añadan que los antihéroes mexicanos se han caracterizado por utilizar el humor como herramienta para luchar contra las injusticias sociales o legales. Cantinflas, Tin Tán, Palillo y el Chapulín Colorado, entre otros, fueron un éxito debido no a que siempre salieran airosos, sino a que, aunque les fuera mal, ellos siempre tenían la última palabra a través de alguna picardía o burla, con lo que no importaba la derrota, a final de cuentas su ingenio -y por ende su orgullo- resultaba intacto, listo para la siguiente refriega.

No cuesta trabajo darse cuenta que el Hombre Araña es un personaje perfecto para la idiosincrasia del mexicano: es pobre económicamente hablando, pero rico en recursos inmateriales. Es inteligente, chambeador, no importa cuántas veces lo tiren siempre caerá de pie, tiene relaciones familiares sólidas, puede defenderse de los abusivos y en los momentos más difíciles siempre se avienta un chascarrillo. En otras palabras, es lo que la sociedad llamaría un perdedor –es pobre, poco agraciado2, torpe socialmente hablando-, pero un ganador interno, pues a fin de cuentas es pobre pero honrado, extrovertido cuando se oculta detrás de una máscara y siempre lucha contra el mal (aunque muchas veces realmente nos sepamos cuál es ese mal).

Portadas de las ediciones mexicanas apócrifas.

Pícome una araña y áteme una sábana.

Superman es atractivo por ser poderoso, imbatible e invencible, es el dios proactivo de nuestros sueños religiosos. Batman es popular por personificar el límite del desarrollo humano, el ideal de belleza al que aspiramos cada vez que nos vemos en el espejo social. Pero ambos carecen de un nexo con la realidad: no tenemos, hasta hora, noticias sobre vida extraterrestre, cuantimenos sobre civilizaciones inteligentes; Batman caería muerto al primer balazo (además ¿quién conoce a alguien que haya heredado tamaña fortuna y se dedique a hacer el bien?), nos queda perfectamente claro que son personajes de fantasía, mitos geniales si quieren verlo así.

El Hombre Araña puede ser cualquiera de nosotros, porque no se necesita tener un superpoder para comportarse responsablemente y eso es el quid de un personaje como él, actuar éticamente a pesar de la adversidad. No es tan complicado, incluso los dichos populares nos lo enseñan: se atrapan más moscas con miel que con hiel… -y muchas más con una telaraña-.

José Luis Durán fue el dibujante de El Hombre Araña mexicano.

Y no olvidemos a la galería de supervillanos, cada uno representación de las problemáticas comunes de todos nosotros: el trabajo opresivo, las cuentas a pagar, el amor no correspondido, la gente abusiva, la gente incomprendida, etc. Problemas que todos hemos resentido pero que a final de cuentas nos han enseñado valiosas lecciones. En el Hombre Araña ese es el motor de las historias, los problemas no son paredes infranqueables, son oportunidades para obtener experiencia y salir airosos en los siguientes. Para un pueblo sobajado, minimizado y aturdido como el mexicano, el Hombre Araña es un ideal alcanzable, siempre y cuando nos demos cuenta que un poder, de cualquier tipo, requiere de responsabilidad el doble de grande.

Porque el Hombre Araña soy yo…

Sobrevivir por casi 60 años se dice fácil, pero en una industria tan atípica como la del cómic estadounidense es un verdadero logro. Stan Lee ha admitido en varias ocasiones que el primer sorprendido del éxito del personaje fue él, cosa que no es de extrañar pues a pesar de todo fue un trabajo por encargo.

En la versión mexicana, Peter Parker se casa con Gwen Stacy.

El hecho de su permanencia dentro de las historietas –y en el caso de México que es uno de los países que además de reimprimir sus traducciones ha generado historias originales, hechas en casa– nos habla de que la gente gusta de personajes aterrizados, verosímiles y simpáticos, pero sobretodo humanos. Personajes que nos motiven a ser mejores. Sí, suena cursi, pero a fin de cuentas si leemos cómics es para conocer otras vidas, otros mundos, otras historias, otros puntos de vista y eso seguro que nos hará mejores personas. Y sí, más cursis.

  1. Que aparte de arañas incluye a los alacranes, pseudoescorpiones, amblipígidos, uropígidos, solífugos, ácaros, opiliones y otros artrópodos con ocho extremidades y un par de afilados apéndices cercanos a la boca llamados quelíceros.
  2. Me refiero en particular al Peter Parker original, al de los primeros 30 números de The Amazing Spider-Man. Porque últimamente lo han despojado de eso.
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