Una mirada a los valses clásicos por los XV años de la OSY

Notas históricas de un melómano yucateco.

Ya en puerta el arranque de la XXXI temporada de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, que coincide con el XV aniversario de su fundación, la OSY nos presenta su primer programa del 2019 “Gala de Valses”,  que tendrá lugar en el Teatro Peón Contreras los días viernes 18, sábado 19 y domingo 20 a las 9 P.M., 8 P.M. y 12  I.M, respectivamente,  bajo la batuta de su director titular el Maestro Carlos Lomónaco. En el imaginario popular decir “vals” es decir “Viena”, nuestra mente viaja hacia los confines de Austria cuando escuchamos la palabra y nos deleitamos con sus notas, por lo que, desde luego, estarán presentes Johann Strauss, hijo,  (1825 – 1899) representado por la “Obertura el Murciélago”, “Voces de Primavera”  y su famosísimo Danubio Azul y Franz von Suppé (1819 – 1895) con la obertura de la opera Caballería Ligera.

Con la mirada en los valses vieneses de Franz Schubert, los “Valses Nobles y Sentimentales” de Maurice Ravel (1875 – 1937) forman también parte de esta Gala. Desde otras latitudes, distintas pero cercanas, del compositor Germano francés – Jacques Offenbach (1818 – 1880) la OSY interpretará la obertura “Orfeo en el inframundo.” El Vals, según definición del Diccionario Harvard de Música es un “Baile de tiempo triple moderado que tuvo su origen a finales del siglo XVIII”.

Menos técnica y más afín a la idea generalizada que tenemos quienes formamos parte del gran público de conciertos, la Enciclopedia de la Música Atlante (entrañable obra en tres tomos editada en 1943 que heredé de la casa paterna y me ha acompañado auténticamente toda la vida)  nos informa en el artículo de Karl Wörner que se refiere a la música bailable, “La historia de la música bailable en el siglo XIX se concentra en el estudio del vals, parece comprobado que tiene su origen en el Ländler, lo cual confirma su procedencia de la danza popular alemana”

Una  fuente consultada en Internet (https://labellezadeescuchar.blogspot.com/2016/06/cm-von-weber-invitacion-la-danza.html) afirma que “Invitación a la Danza – de  Carl Maria von Weber (1786 –  1826)  – es el primer vals de concierto en la historia de la música, es decir, es la primera pieza en forma de vals escrita para ser escuchada antes que bailada. Y pese a no ser bailable, la pieza, de contenido programático, narra la historia de un baile: un joven invita a bailar a una hermosa chica, ésta acepta graciosamente, luego de revolotear ambos por el salón al ritmo de una secuencia de valses, se despedirán para no volver a verse.”

Según el orden del programa este concierto inaugural de la temporada iniciará con la Obertura “el Murciélago” de Strauss. La obertura de una ópera, como es sabido, es la introducción a la obra,  que funciona muchas veces, digámoslo coloquialmente, como un aperitivo, suele presentar el conjunto de los temas y la atmósfera de los distintos episodios de toda la trama, tal es el caso de la obertura de esta magistral opereta estrenada  en el  Theater an der Wien el 5 de abril de 1874. “La obertura es una brillante fantasía orquestal sobre algunas de las mejores ocurrencias de la partitura. Adelanta la atmósfera de baile, pero también algunos motivos líricos y grotescos, y su instrumentación es brillante.” Leemos en el “Diccionario de la Ópera” de Kart Pahlen citado en http://www.hagaselamusica.com/clasica-y-opera/pera/el-murcielago-de-johann-strauss-hijo/

Continúa el programa con “Voces de primavera”, vals compuesto por su autor en el año de 1882 y que junto con el “Danubio Azul”,  es una de las obras más representativas del genio y el espíritu del compositor, apostaría a no equivocarme si aseguro que una inmensa mayoría, si no la totalidad del público que tenga ocasión de disfrutar este programa, podrá seguir mentalmente, nota por nota, esta deliciosa obra que es una de las más invocadas en el repertorio de las orquestas a lo largo y ancho del mundo. Luego el concierto prosigue con la interpretación de los “Valses Nobles y Sentimentales” de Maurice Ravel, compuesta originalmente para piano, como un homenaje a las piezas de Franz Schubert que llevan el mismo nombre.

Se trata de un conjunto de ocho valses compuesto en 1911 y estrenado por Louis Aubert -a quien están dedicados- en mayo de ese mismo año, en un concierto patrocinado por La Sociedad Musical Independiente y en el que se presentaron diversas obras en un pequeño juego que consistió en ejecutar las piezas sin revelar el nombre de su autor, para que los asistentes adivinaran el nombre del compositor al que correspondía y solamente unos pocos, atinaron a reconocer la autoría, según leemos en “All Music Guide to Classical Music”; Backbeat Books 2005.

En 1912 El propio Ravel orquestó estos valses para el ballet Adélaïde ou le langage des fleurs (Adelaida o el lenguaje de las flores) que se presentó con la orquesta Lamoreaux anticipando la primera ejecución puramente orquestal bajo la dirección de Pierre Monteux con la Orquesta de París en febrero de 1914 como consigna Jonathan Kramer en Invitación a la Música de Vergara editores. La obra de Jacques Offenbach “Orfeo en el inframundo” que encontramos en seguida en el programa, nos pedirá, a más de danzar al ritmo del vals, también bailar el “can – can” como lo propone la obertura de esta entretenida opera en cuatro actos estrenada en París en 1858.

Aunque no tan frecuente como mereciera (comparado con los otros músicos aquí reseñados)  en el repertorio de la música “clásica”,  Offenbach también nos ha dejado al menos una de sus melodías para el permanente recuerdo y deleite personal. Aquí lo disfrutaremos en una obertura que es alarde de orquestación con grandes momentos de lirismo. Continuamos con otra obertura, esta vez, de la opereta, Caballería Ligera de Von Suppé; cuya melodía ocupa también un lugar en algún resquicio de nuestra íntima memoria musical.

Esta opereta en dos actos estrenada en marzo de 1886, es raramente ejecutada en su totalidad y como el resto de la obra de este músico, que no obstante en su época gozaba de popularidad, salvo algunas de sus contagiosas melodías, goza apenas del favor de un público muy reducido. Esperamos un final apoteósico con la ejecución del Danubio Azul, si como hemos dicho citando a Kar Wörner, “La historia de la música bailable en el siglo XIX se concentra en el estudio del vals…” sin duda Johann Strauss, hijo, es su más notable representante, así como el  Danubio Azul  la cumbre de esta forma musical.

Compuesto en el año de 1886 y estrenado al año siguiente por la orquesta de los hermanos Strauss bajo la dirección de Rudolf Weinburm, El Danubio Azul está catalogado como el “opus” 314 en el registro de este autor, presumimos entonces que el compositor estaría en plena madurez intelectual a sus 41 años y luego de escribir este nutrido número de  obras. Si a este Johann Strauss se le llamó “El Rey del Vals”, quizá el Danubio Azul bien podría ser denominado como “El Rey de los valses” y quizá el rio que le dio nombre sea por efecto de la música que lo sublima, el más famoso de los ríos de todos los continentes.

Enhorabuena a la Orquesta Sinfónica de Yucatán, pronto estaremos en el concierto de celebración de sus XV años. Por ahora iniciamos el festejo bailando en honor de ella el vals…

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