Cerrado Por Mundial IV: ¿Qatar, el Mundial más emocionante de la historia?

Después de los cuartos de final, David Moreno analiza las sorpresas que el Mundial de Qatar 2022 nos ha dado, enfrentando a dos equipos históricos como Francia y Argentina, contra dos equipos relativamente nuevos en el barrio: Marruecos y Croacia. ¿Qué pasará? Les leemos...

“Para fortalecer al corazón, no hay mejor ejercicio que agacharse para levantar a los que están caídos”. Proverbio Marroquí

He visto copas del Mundo de Fútbol desde el año de 1978. Con seis años, algunos de mis primeros recuerdos tienen que ver con el Mundial de Argentina. Recuerdo estar en la televisión del estudio de casa de mis padres mirando a México caer contra Túnez (aprendiendo a decepcionarme con la selección desde muy temprana edad), y particularmente aquella final con Mario Alberto Kempes comandando a Argentina a su primer título. 12 mundiales después no recuerdo un campeonato tan emotivo como el que estamos viviendo ahora en este 2022 y tengo la impresión que para ello ha influido la fecha en la cual se está jugando.

Los Mundiales suelen jugarse en el verano boreal cuando los campeonatos locales y regionales de clubes han concluido y entonces los jugadores –agotados por todo un año de partidos– tienen que embarcarse en una competición que marca una exigencia a importante a sus exhaustos físicos. Ahora el Mundial se ha jugado casi a la mitad del año futbolístico y los integrantes de las selecciones mundialistas han llegado con su físico a tope y es probable que por tal razón hayamos sido testigos de partidos con un alto índice de emotividad, con equipos cuyos integrantes lo han entregado todo en la cancha.

Lo anterior sucedió desde la fase de grupos cuando los calificados a los octavos de final se decidieron en la última jornada. El nivel de intensidad bajó un poco en la ronda de 16 equipos, pero ha crecido nuevamente en los cuartos de final. El de Qatar se ha convertido un torneo rompedor de quinielas, en el que solamente dos de los equipos favoritos están entre los cuatro mejores del mundo. Los otros dos son de esas lindas sorpresas que brindan al deporte de una importante dosis de alegría.

Nadie imaginaría que los combativos croatas iban a dejar fuera a la imponente selección brasileña. Un equipo comandado por un jugador de 37 años que se ha batido en la cancha contra rivales más jóvenes y rápidos generando la admiración de todos los que le hemos visto. Luka Modric ya era una leyenda del fútbol croata, pero ahora tal vez estemos ante el mejor jugador que ha vestido (y probablemente vestirá) la camiseta de la selección balcánica. Modric y sus amigos han despachado a Brasil a casa después de un partido vibrante, definido en los mortales penales. Penales en los que el “jogo bonito” ya no tiene influencia alguna y a los que los brasileños llegaron con la enorme presión que impone la etiqueta de favorito. Verán las semifinales desde casa y la sexta copa parece ser que se ha convertido en un objeto inalcanzable para la que en el papel era la mejor selección del mundo.

Y luego está Marruecos. La historia de los futbolistas marroquíes es maravillosa. Un equipo conformado en gran medida por hijos de migrantes. Hombres y mujeres que tuvieron que abandonar su tierra para intentar encontrar una mejor vida para ellos y sus familias. La mayoría llegaron a una Europa que siempre ha sido hostil con aquellos que provienen de África o del Medio Oriente. Muchos se han instalado en barrios muy pobres en los que la pelota es un pasaporte para salir de los mismos e intentar darle rumbo al incierto destino que tienen todos aquellos que llegan a una tierra extraña en la búsqueda de una mejor fortuna.

Marruecos juega con esa historia en su espalda y ha sabido honrarla. Dejaron fuera a una España que lucía favorita y luego al Portugal del ocaso de Cristiano Ronaldo. Lo han hecho con un estilo que quizá no sea tan estético, pero sí eficaz y nos han regalado algunas de las imágenes más hermosas de la copa, pues al término de cada partido los jugadores buscan a sus madres y padres para celebrar con ellos.

Uno entiende entonces que no solamente se trata de un triunfo en el terreno de lo deportivo, sino que su estela se extiende para instalarse en otros campos: el familiar, el cultural, el político. África y Medio Oriente se han unido para celebrar a los marroquíes. El invitado inesperado, el migrante que llega a instalarse en terrenos a los que supuestamente no debería tener acceso. Algo para celebrar por el mundo entero.

No deja de ser algo llamativo que Marruecos haya dejado fuera a otros países mediterráneos con los que comparte una historia común, la cual está llena de páginas negras. Enfrentará ahora a uno más: Francia. Los franceses sufrieron para dejar fuera a una enjundiosa y bien plantada selección inglesa en el que ha sido quizá el mejor partido de la Copa del Mundo desde el punto de vista futbolístico. El nivel al que han jugado galos y británicos elevó la barra del torneo a nuevas alturas.

Francia ha derrotado por un gol a unos ingleses que, a pesar de tener la mejor liga del mundo, no les alcanzó para ir más allá de los cuartos de final de un campeonato mundial. Los franceses lucen ahora como los máximos aspirantes para levantar la copa en una semana. Son un equipo redondo en el que todos hablan de Mbappé y nadie de un Griezmann que se está convirtiendo en el referente de esta selección, en su más importante generador de juego. Giroud y Dembelé complementan a una delantera mítica que está lista para repetir y sentarse de nueva cuenta en el trono mundial.

El último invitado a las semifinales es Argentina. Ninguna selección levanta más pasiones que la albiceleste, ya sea a favor o en contra. Los futbolistas argentinos han demostrado tener el carácter más fuerte de cualquiera de las cuatro selecciones que quedan en la competencia. Después de la inesperada derrota contra Arabia en la primera jornada del torneo muchos los daban por eliminados. Después pasaron con mucha facilidad por encima de México, despacharon a los polacos, vencieron en octavos a los australianos y han dejado fuera al equipo de Países Bajos en una eliminatoria polémica y llena de exaltación. Y todo de la mano del mejor futbolista de la historia, quien se ha echado al equipo al hombro y ha remado contracorriente para tenerlo a un paso de otra final.

Nadie merece más el título mundial que Lionel Messi, el fútbol tiene esa deuda con él. Y ahora el mundial de Qatar ha sido testigo del renacer de un futbolista al que muchos le reprochaban su falta de carácter, quizá porque nunca entendieron que para Messi el fútbol es sinónimo de felicidad, que la competencia es algo que viene de la mano de aquello que le hace feliz. Pero en este torneo Messi trae otra mirada: la del viejo león que sabe que no será jefe de la manada por mucho tiempo y por lo tanto debe dejar una huella importante en la misma, hacer que su estirpe y su legado sean perenes, imborrables, únicos y eso es lo que les ha transmitido a leones más jóvenes que apenas eran unos cachorros cuando su ídolo debutaba en un Mundial de Fútbol.

Messi ha levantado a una Argentina que aún siendo empatada por Holanda en el minuto 56 del segundo tiempo de su encuentro de cuartos de final, nunca bajó los brazos, nunca dejó de intentar, nunca dejó de buscar la victoria, ni en los tiempos extra, ni en los penales. Han aprendido a suplir sus carencias futbolísticas con un temple envidiable y a la vez admirable. Es una Argentina que no se había visto desde hace mucho tiempo en una Copa del Mundo y eso es lo que los ha convertido en un equipo peligroso para cualquiera.

El mejor ejercicio para el corazón es levantar a los que están caídos dice el proverbio marroquí con el que inició este conjunto de palabras. En Qatar han caído equipos maravillosos, jugadores espectaculares, estrategas que son genios de la táctica futbolística. Habrá que levantarlos sí, porque gracias a ellos y a los cuatro equipos que jugarán las semifinales estamos viendo un mundial jugado en un intenso otoño boreal, que junto con las hojas de los árboles que tira al suelo nos ha regalado la que tal vez sea la mejor copa de toda la historia. Y se los dice alguien que ha visto 12 copas del mundo en muchos lugares, pero sobre todo en el estudio de la casa materna y paterna, en un lugar que también tiene demasiada historia.

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