Disco a la parmesana

CRÓNICAS MELÓMANAS XIV.

Fue una casualidad extraordinaria que me encontrara en la calle a mi media naranja, la verdadera horma de mi zapato. Conocí a Marcela en un tumulto de personas que protestaban contra el alza de la canasta básica en el centro de la ciudad. Ni ella ni yo formábamos parte de la manifestación; sólo pasábamos por ahí. Yo iba hacia la sombrerería Tardán y ella, al Palacio de Hierro. En realidad, se nos atravesó el contingente protestante en el Zócalo.

Entre empujones y jalones, nos abrimos paso poco a poco, aún sin conocernos, hasta salir de aquel río de personas. Nos miramos y nos sonreímos; por fin estábamos fuera del gentío. Nos presentamos por nuestros nombres y decidí acompañarla a donde ella quería llegar. Luego Marcela me acompañó a comprar una gorra que hacía tiempo había visto en la Tardán del Zócalo, una marinera griega que me había gustado desde entonces.

Al terminar nuestras compras, nos encaminamos por la calle de Madero con dirección a San Juan de Letrán. Y en el camino nos encontramos a un hombre que ofrecía discos en la calle, de pie y caminando, sin que tuviera ningún puesto en la banqueta como algunos otros. Llevaba los discos en una caja acomodada sobre su pecho y sostenida por dos cinturones que rodeaban el cajón de cartón y daban vuelta sobre su cuello. Todo ello nos hizo detener para mirar al hombre con esa caja de discos en venta, y yo más que nadie, que quería ver lo que llevaba. El hombre adivinó mi intención y se detuvo para abrir la caja y que yo viera la disquería que cargaba.

https://www.youtube.com/watch?v=V_PGiLF8gzE

El improvisado contenedor de discos me detuvo en seco para asomarme a ver su contenido. Vi que tenía de todo un poco, aunque lo que me llamó más la atención fue un disco de Il Balletto di Bronzo, un grupo italiano de rock progresivo que había escuchado por ahí hacía tiempo. Sin pensarlo demasiado ni preguntar antes su precio, lo compré gustoso. De inmediato me acordé de Marcela y corrí a alcanzarla para disculparme con ella y mostrarle la fabulosa adquisición. Ah, me dijo, ése es un grupo pop italiano. Ah, no, le quise corregir, se trata de un grupazo de progresivo italiano. Pues no, Marcelo, dijo ella, yo lo he oído y es totalmente pop. Es más, tengo el disco del festival de San Remo de 1970 e incluye la canción con la que ese grupo participó esa ocasión. Si quieres, continuó, ahora que lleguemos a mi casa te lo pongo para que veas que es súper pop.

Al escucharla, dudé mucho en insistir en la discusión o dejarla por la paz. De seguro, pensé, estaba confundiendo a este Balletto di Bronzo que yo acababa de comprar con alguna otra cosa llamada de manera muy parecida. Y con esa convicción de que estaría equivocada y confundida, la conminé a que hiciéramos una apuesta: que el grupo italiano que ella refería no era Il Balletto sino otra banda. Entonces ella, muy segura, aceptó la apuesta y me dijo: si es el mismo nombre de tu grupo te comerás tu disco. Es más, yo te lo prepararé a la parmesana. Y si yo estoy equivocada me como el mío y de la manera en que tú me lo prepares, ¿estás?, me preguntó. De acuerdo, acepté.

Cuando llegamos a su casa, primero me dio un paseo por su departamento, muy discreto y acogedor, que estaba en la colonia Santa María. Enseguida me invitó una copita de jerez, que era lo único que tenía en ese momento, y nos tomamos la copita con un cigarro. Y como la copita se terminó y el cigarro también, enseguida fue a sacar aquel disco suyo que tanto refería por todo el camino: El festival de San Remo 1970, según rezaba en la portada. Mientras yo miraba el disco, sobre todo la contraportada, donde estaban anotados los participantes del festival y sus canciones, ella encendió la pequeña consola que tenía para poner su disco. Efectivamente, mientras escuchaba la pieza de Il Balletto di Bronzo, yo constataba el nombre de la banda italiana en la lista de intérpretes. No podía creerlo, era el mismo grupo, aunque lo que escuchaba era pop, pop italianísimo, pop por donde se le quisiera ver. Uy, entonces me asusté.

Ah, le dije a Marcela, pero aún falta que escuches el disco que compré. Te darás cuenta que es rock progresivo, no pop, continué, y verás que yo también estaba en lo cierto. Pero esa no fue la apuesta, querido, me corrigió. Apostamos si era o no Il Balletto di Bronzo el de mi disco y si era o no pop italiano lo que hay en mi disco. Así que te voy a preparar a la parmesana el disco que compraste. Entonces, lo que le escuché decir me hizo enmudecer; así me quedé un largo rato, pensando si se atrevería a echarme a perder el disco o sólo era una broma. Pero cuando vi que ella sacaba de la alacena la harina, el queso, el tomate y los demás ingredientes, me puse pálido… y me desmayé.

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