La amistad de Brahms con los Schumann: una relación musical

Notas de un melómano yucateco.

La temporada XXXI de la OSY nos ofrece para este viernes 15 a las 21 horas y el domingo 17 a las 12 I.M. en el Peón Contreras, un atractivo programa bajo la batuta del director estadounidense Robert Carter Austin, quien interpretará la “Obertura trágica” de Johannes Brahms (1833 – 1897), el estreno en Yucatán del “Concierto para dos violines y orquesta de cuerdas OP. 77” del compositor británico Malcom Arnold (1921-2006) y la Sinfonía No. 4, Op. 120” de Robert Schumann (1810 -1856).

Brahms y Schumann

Es de celebrarse que cada temporada la orquesta vaya ampliando su catálogo, ofreciéndonos un repertorio variado en el que incorpora obras de compositores contemporáneos además de ofrecer a sus integrantes la oportunidad de actuar como solistas, como es el caso de Christopher Collins y Timothy Myall, destacados miembros de la sección de cuerdas de la propia Orquesta Sinfónica de Yucatán que tendrán a su cargo la parte solista del concierto.

El programa inicia con la “Obertura trágica” de Brahms y culmina con la cuarta sinfonía de Schumann, cuestión que nos da pie para comentar la íntima relación que existió en la vida de estos dos grandes compositores a partir del momento en que el primero, un joven con apenas 20 años, le mostró a Schumann alguno de sus trabajos produciendo en él una impresión tan favorable que le llevó a escribir una crítica en la que predecía un gran futuro para el joven compositor, con el cual entabló una profunda amistad -compartida también por su esposa, la talentosa pianista y compositora Clara Schumann-.

De modo que, unido a la familia, Brahms estaría llamado a ser el soporte emocional que acompañó a su esposa y a sus hijos en el doloroso descenso de la cordura de Schumann, quien era presa de terribles depresiones acabando sus días confinado en un manicomio luego de haber intentado acabar con su vida por la vía del suicidio. Pero no es precisamente a esa tragedia, y al parecer a ninguna, a la que se refiere el título de la obertura compuesta en 1880 sobre algunos bosquejos que datan del año 1869.

Es sabido que Brahms no era afecto a la composición de música de programa, ni a la proyección deliberada de la intimidad de su espíritu en sus partituras, de tal manera que las especulaciones entabladas por los críticos y los eruditos en torno a cuál de las tragedias del repertorio clásico griego o a qué tragedia personal haría referencia han caído en el olvido. Es sólo un título derivado del carácter turbulento de la propia obra plena de profundos pasajes melódicos que mueven a la meditación. Un nombre entre otros que sugirió Brahms a su editor.

La “Obertura Trágica”, es gemela de la otra obertura la “Del Festival Académico” que escribiera Brahms para la ceremonia en que le fue entregado el doctorado “honoris causa” por la Universidad de Breslau. Resulta que en tanto las formales y austeras autoridades de esa reconocida universidad esperaban una obra a tono con la solemnidad de la ceremonia, el músico, dueño de un finísimo sentido del humor, basó la composición en algunos muy conocidos y celebrados temas de las canciones de las tabernas.

Pasmados los académicos y gozosos los estudiantes que comenzaron a corear las letras no muy santas de las melodías evocadas por la obertura, la obra llegó al final provocando en los primeros la ofensa y en los segundos la algarabía. Por fortuna, Brahms anticipó la reacción de disgusto que provocaría, y para resarcir el daño, incluyó en el programa la recientemente estrenada “Obertura Trágica”, siendo esta más formal y apropiada para el caso. Así, al referirse luego a las dos oberturas escritas en 1880, diría que “una ríe y la otra llora”. “La Trágica es tan seria como la otra es graciosa.”

En cuanto al Concierto para dos violines que sigue en el programa, podemos decir que quizá sin saberlo, la mayor parte del público ha escuchado al menos una obra del compositor inglés Malcolm Arnold, quien al margen de su producción “académica” y  casi por  entretenimiento, realizó un buen número de  partituras para cine, habiendo ganado en 1958 el Oscar a la mejor banda sonora por su contribución musical a la famosa película “El Puente Sobre el Rio Kwai” (1957) en la que retoma magistralmente el tema de la “Marcha del Coronel Bogey” para enriquecerla con su versión orquestal.

La espectacular ciudad de Bath al sudoeste de Inglaterra, es sede de uno de los más importantes festivales de música en Europa con sus inigualables edificios, su imponente abadía gótica y los apacibles baños romanos, huella de aquel imperio que marcó una era, fue el escenario propicio para el estreno del concierto de Malcolm Arnold el 24 de junio de 1962. Escrito por encargo del gran violinista Yehudi Menuhin para ser estrenado por él junto con  Alberto Lysy, uno de sus discípulos favoritos (quien muy probablemente lo interpretó  con el sensacional violín Guarneri que su maestro le había dado en resguardo). La dirección estuvo a cargo del propio autor conduciendo la Orquesta del Festival de Bath.

El primer movimiento, brillante y animado, crea un ambiente de melodías y ritmos muy a tono con la idea que se desprende de su propia denominación: Allegro Risoluto, que hace un contraste definitivo con el Andantino, en donde los violines solistas entablan un diálogo nostálgico, acompañado por la sobriedad de la orquesta que en momentos destaca por encima de los breves silencios que dan al diálogo un efecto de mayor dramatismo. Al final, irrumpe el tercer movimiento Vivace para recuperar la atmósfera con que vuelve el ánimo que nos arrebata en un final magnífico.

La “Sinfonía No. 4, Op. 120” de Robert Schumann con la que concluye el programa, está considerada la cumbre de la producción sinfónica de este gran compositor romántico. Fue escrita en el año 1841 y estrenada en Leipzig el 6 de diciembre de ese mismo año, aunque después del estreno la partitura sería objeto de profundas revisiones hasta quedar a satisfacción de su autor y ser estrenada la versión final el 30 de diciembre de 1852 en Düsseldorf, Alemania. Luego de esta revisión surgieron voces detractoras y opiniones amables que crearon una ruda polémica según lo consigna el texto que se reproduce aquí:

Schumann prefería la segunda versión por varias razones. Además de una profunda re-orquestación, revisó la estructura de forma particularmente efectiva para enfatizar la relación de las distintas partes: así, borró el coral de metales que iniciaba el tercer movimiento y reformó algunas transiciones del primer movimiento y el finale. En una carta del 3 de mayo de 1853 a Johannes Verhust, se refería a la versión revisada como ´mejor y más efectiva´“.

Clara Schumann escribió posteriormente en la primera página de la partitura -tal y como se publicó en 1881 como parte de las obras completas de su marido (Robert Schumann´s Werke, Herausgegeben von Clara Schumann, publicado por Breitkopf und Härtel)- que la sinfonía fue apenas esbozada en 1841 y que sólo fue orquestada completamente en 1851. Sin embargo, esto no era cierto, y Johannes Brahms que tenía en mucha mejor estima la versión original, consiguió que fuera publicada en 1891, a pesar de las enérgicas objeciones de Clara.

No sólo Brahms, sino también otras personas como el prestigioso crítico musical Sir Donald Francis Tovey y el biógrafo de Schumann, Peter Ostwald, tenían preferencia por la primera versión. Este último comentaba que la original era “más ligera y transparente en su textura“. La sinfonía de 1841 se sigue interpretando en ocasiones y existen grabaciones de la misma, aunque la revisada de 1853 se ha impuesto por méritos propios y es la que goza del mayor favor de público y críticos.

Agradeciendo la generosidad de su lectura, deseo que sirvan estas notas para el mayor disfrute del concierto.

 

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