La Maribárbola o el teatro en tiempos de pandemia

Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, cambiaron todas las preguntas. Mario Benedetti

 Es verdad que las herramientas tecnológicas actuales nos presentan un panorama distinto a otros momentos históricos, sobre todo en estos días cuando la humanidad se ha puesto en pausa. El uso del internet parece estar siendo la panacea para el trabajo y otro tipo labores en este desastre global en el que nos encontramos. Aquí surgen las preguntas ¿qué hacemos con el teatro en este encierro? ¿Será que es momento de ponerlo en pausa, al no ser una actividad esencial para la supervivencia mundial dentro de este apocalipsis pandémico?

El debate respecto a lo que es o no es teatro se ha vuelto aún más fecundo en los últimos meses. Tenemos mucho tiempo para pensarlo y ninguna posibilidad del convivio teatral de cuerpo presente. Entonces surge la pregunta del millón: ¿es posible tener teatro a distancia, grabado, en vivo, a modo de tutoriales? ¿Es eso teatro, cumple con los requisitos mínimos, es tiempo de reinventarnos ante el contexto que se despliega?

Por invitación de Alejandra Serrano (www.teatromexicano.com) y parte de Área 51 Foro Teatral, fuimos testigos de un ejercicio de teatro en vivo de manera remota. Nos conectamos por la aplicación Zoom un puñado de espectadores a nivel nacional: creadores, directores y críticos teatrales para presenciar el monólogo “La Maribárbola”, original de Mariana Hartasánchez e interpretada por Karina Meneses.

Antes de la transmisión, me sentía nervioso y ansioso, pues era como volver al teatro luego de meses de ausencia. La cita, previa invitación, fue a las 6 de la tarde. A las 5:50 estaba listo frente al monitor de la computadora armado de mis mejores audífonos y recién bañado. En la conexión me topé con personas que admiro un montonal: Juan Carlos Araujo, Said Soberanis y Fernando de Ita, entre otros.

Karina Meneses en “La Maribárbola”.

Sin ser injustos, ya que tengo pocos parámetros para reflexionar sobre una práctica hecha de esta manera, me aventuro a elaborar algunas impresiones del trabajo: la actriz se aprecia incómoda, con la energía a tope, gritando a todo momento y dando poca posibilidad para las tonalidades vocales; es notorio que actuar frente a la cámara de un dispositivo móvil no permite la interlocución con el público y de esa manera manejar el tono y el ritmo, que suelen ser problemáticos.

La actriz bebió una taza interminable de expreso -detalle a corregir para mayor verosimilitud-, mientras soltaba los textos con los que no logré conectar en ningún momento. No dudo de la calidad de la dramaturgia, pero me sentí en un relato forzado, carente de progresión y escaso de variantes en los matices.

Quisiera abundar sobre la experiencia del hecho escénico: desde hace muchos años me considero progresista, pero en este caso debo aceptarme como conservador, puesto que lo vivido dista mucho del teatro como lo concibo. Éramos como huérfanos en el desierto, desamparados de la comunión a la que somos adictos. En este punto comparto la visión del teatrólogo argentino Jorge Dubatti, quien lo define como un acontecimiento de cuerpo presente a partir de la multiplicación de la relación entre convivio, poiesis corporal y expectación.

Y en este ejercicio no hubo ni uno ni otro, fuimos espectadores complacientes donde todos estábamos mediados por una pantalla. Es cierto que aplaudimos la propuesta con gesto celebratorio ante la orfandad en la que nos hallamos. Al finalizar el monólogo, tuve una sensación profundamente desoladora. Pensar que este sea el destino inmediato del teatro, al menos hasta que se encuentre una vacuna al COVID-19, me causa terror.

Claro que tendremos que poner nuestra resiliencia al servicio del arte que tanto amamos, pero creer que el paliativo será la bondad tecnológica, es poner toda la carne en un mismo asador. De ser así, me declaro en huelga o exilio. Este hecho es urgente pensarlo, pues existe un consenso a nivel mundial que las actividades lúdicas y recreativas serán las últimas en ser reanudadas, por lo que nos espera un largo trecho que recorrer durante estos tiempos de pandemia.

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1 Comment

  1. says: Carlos Mari

    Tan mediocre verborrea del autor, de igual calidad de sus actuaciones teatrales.

    Cuando una persona se dedica a criticar es por celos de lo que nunca podrá lograr.

    Si para sobrevivir debes de masticar la mierda, escupirla y pensar que el mundo te admira…

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