¡Se buscan mujeres superheroicas…!

Este texto fue originalmente publicado en 2012.*

En el anuncio de Los Nuevos 52, se le inquirió al entonces editor de DC Comics, Dan Didio, el por qué no había más mujeres creadoras dentro de la editorial. Visiblemente molesto, respondió “dame nombres y las contrato”. Independientemente de la razón de su molestia, lo importante fue subrayar el hecho de que casi no hay mujeres escribiendo o dibujando cómics en la escena comercial.

¿Y qué mujer va a querer trabajar en un medio donde lo femenino únicamente se representa como debilidad o sexualidad? Eso en el mejor de los casos, porque también se asocia con trucos sucios narrativos (muerte y violaciones, donde muchas veces se les coloca como las instigadoras) o con la estulticia más pedestre. Y cuando existen autores “progresistas” que desean mostrar personajes femeninos fuertes, lo más común es que las conviertan en marimachos: basta con colocarles una metralleta o un cuchillote (¿símbolos fálicos?) y ponerlas a hacer lo que un personaje masculino haría (¿qué tan común es que una superheroína hable de “sus días”?).

Tampoco es difícil explicar por qué son raras las lectoras de cómic, pues ninguna mujer querría deleitarse con personajes femeninos dibujados de una manera poco realista, idealizando las fantasías lúbricas de creadores onanistas, cuyo único papel es brindar al héroe masculino un pretexto para mostrar su hombría, dentro de historias narradas de manera brutalmente machista. Me refiero a que la típica historia de superhéroes es narrada con la misma estructura que poseen las relaciones sexuales experimentadas por los hombres: la acción es deseable desde el principio -una acción, torpe, sin preámbulo-, se aumenta la intensidad hasta llegar a un clímax que brinda un placer fugaz y se termina, a lo sumo, en 5 minutos. No, no estoy repartiendo culpas, estoy describiendo la experiencia de lectura de un cómic de 32 páginas.

No es raro que el manga sea lo más popular entre el público femenino, pues sus historias tienen un ritmo más adecuado a sus gustos: se construye un preámbulo, se combinan momentos de intensidad con tranquilidad, hay cambios de tono, la historia poco a poco envuelve a la lectora, se extiende a lo largo de varios episodios y el final casi siempre la deja satisfecha, o por lo menos con ganas de más. Son cómics con un fuerte contenido femenino –de ahí que haya tantas autoras y lectoras-. La analogía sexual tampoco es gratuita: a la clienta lo que pida.

Y no olvidemos la violencia explícita hacia el género femenino en los cómics occidentales. No sólo tiene que soportar que dentro de las historias sean utilizadas como carne de cañón, muchas veces para justificar la heroicidad del macho. Gail Simone, en su magnífico artículo Women in refrigerators1 (que a la fecha constituye uno de los debates más candentes en la industria gringa), incluye una amplia lista de personajes femeninos que han sufrido los peores tormentos, todo por el simple hecho de ser mujeres y para justificar la (in)acción de los personajes masculinos. De igual manera, muchos personajes femeninos interesantes, como Zatanna, deben ser silenciados para que pierdan sus poderes. Peor analogía sobre la vejación a la mujer no pudo fabricarse.

Otra cosa curiosa respecto a los personajes femeninos son sus nombres y vestuarios. No es gratuito que Batman tenga un personaje como Catwoman, pues en inglés la palabra pussy lo mismo se refiere a un minino que a los genitales femeninos, y con el relanzamiento de su universo, quedó claro que la labor de dicho personaje es agrandar la pupila de los lectores hombres.

Mismo caso con Power Girl, que además tiene la mancha de ser un personaje segundón o terciario, cuya única función es rellenar (literalmente) espacio en las viñetas. No olvidemos a Wonder Woman, quien fue creada por un psicólogo sadomasoquista cuyo único objetivo era dar rienda suelta a sus perversiones -sin que estas sean algo malo en sí- a través del bondage2. No, no es gratuito que el arma predilecta de la “heroína” sea un lazo. Lo único poderoso y maravilloso en ambos personajes son sus medidas, porque historias memorables jamás han tenido (aunque los pelos de tus manos indiquen lo contrario).

Y en México no estamos en un lecho de rosas. Mientras que en los EUA la supuesta corrección política de los últimos años ha permitido que algunas cosas cambien, las lectoras y creadoras nacionales no tiene que lidiar únicamente con personajes sobajados, superficiales e insípidos, sino con una industria machista hasta sus fundamentos y sin el oasis que representaría una industria subterránea. Los sexacionales, al pertenecer al mundillo del porno, generan y mantienen estereotipos retrógrados sobre las mujeres, perpetuando la idea bíblica de que son portadoras del mal 3.

El caso de México puede aplicarse a toda Latinoamérica y es triste que países tan creativos como los nuestros sean incapaces de romper los moldes sociales e industriales que se nos han impuesto desde países “civilizados”. Mientras nuestros cómics sean una copia al carbón del cómic gringo –con excepciones- o de lo peor del manga, no podremos tener una industria incipiente, ni explotar la creatividad de ambos géneros, cuantimenos menos soñar con tener personajes femeninos interesantes4.

Y volviendo al principio de este texto, la pregunta no debió ser, ¿dónde están las mujeres? La pregunta correcta sería, ¿Por qué, como hombre, no te aburres de leer siempre lo mismo? Marjane Satrapi, Hope Larson, Jessica Abel o Zeina Abirached presentan historias entrañables de las que no se están hablando porque las tetas de Gatúbela, Poderosa y demás personajes son tan grandes como nuestros prejuicios.

*Desgraciadamente, aunque Image y Marvel han intentado romper algunos paradigmas en cuanto a inclusión y manejo de personajes femeninos, la mayoría de las ideas aquí expuestas siguen vigentes en el cómic estadounidense.  Se aclara que cuando se menciona al cómic en general, en realidad se refiere al cómic comercial de superhéroes o temas populares (Marvel, DC, Image, Dark Horse, etc.).

Notas:

  1. Mujeres en refrigeradores, de Gail Simone: Puede revisarse el artículo en inglés aquí.
  2. Práctica sexual que incluye amarrar, con lazos, listones o lo que sea, a alguno de los participantes.
  3. Lo que no es culpa exclusivamente de los creativos, en realidad toda nuestra sociedad está fundada en esa idea. Y tampoco hay que satanizar a dichas publicaciones, tienen algunos puntos importantes que no deben ser menospreciados.
  4. Afortunadamente, en 2020 esto ha cambiado en México: tenemos muchísimas autoras, muchas de ellas publicando de los mejores cómics que ha visto nuestro país, y autores de géneros diversos creando personajes interesantes donde su sexo es lo de menos. Lástima que lo mismo no pueda decirse de los eventos supuestamente de cómics, donde los organizadores promueven el acoso sexual por omisión y negligencia.
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