Tres poemas de Daniel Medina

Estos versos forman parte del poemario “Una extraña música” (Sombrario Ediciones, 2018).

 

 Se puede habitar en el lenguaje

en su articulación de música boscosa

en los cuadernos borrados por la lluvia.

 

Se puede mudar la casa.

 

Se puede abandonar lo que abandona

como se mudan las pieles por el tiempo

el desgaste y la caída.

 

Sea la música ante todo:

la belleza también es pasajera.

 

***

 

Zamenhof dispuso alguna vez la calma de los mares

la poética y tímida quietud de los que viven

para observar la nieve.

 

Tu nombre es caminar

las calles de un país incierto

 

velado por la guerra

y la terrible muerte de los niños

que alguna vez –y lo recuerdas–

lamentaste.

 

Zamenhof creció irremediablemente.

 

Lo dicen los números, la estadística:

17,000 contenedores con su sangre

150,000 como una prueba del fracaso

como una prueba

del imborrable poder del abandono.

 

***

 

Esperanto:

palabra en cuyo crecimiento amanece

en cuya forma se reúne lo inasible

lo que se murmura al oído del que sueña.

 

Justo ahí las palabras

en la cima de la torre

en su imaginario centro

en que los niños juegan

a no caer de bruces en la realidad.

 

Hacer el amor repetidas veces sobre el mundo.

Hacerle el amor al mundo sin consideraciones.

 

Lo que sé de ti

es lo que sé de la esperanza

del estar atento y escondido entre la página

aguardando la hora de recomenzar

:

la sintonía exacta de tu sangre.

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