“Un cuento perfecto”, una serie de Elísabeth Benavent

26/07/2023 Anna Castillo protagoniza Un cuento perfecto: "Las nuevas ficciones sobre identidad, amor y género son mucho más sanas". Este viernes 28 de julio Netflix estrena 'Un cuento perfecto', miniserie basada en la novela homónima de Elísabet Benavent. La ficción relata la historia de amor y amistad de Margot (Anna Castillo) y David (Álvaro Mel), dos jóvenes de distintas clases sociales que deciden ayudarse mutuamente a recuperar sus parejas. SOCIEDAD CULTURA
"Un cuento perfecto" es una miniserie basada en la novela homónima escrita por Elisabet Benavent y que nos cuenta la historia de Margot y David, dos jóvenes que viven en las antípodas sociales y económicas en Madrid. David Moreno la reseña en su columna. ¡No dejes de leerla!

Un Cuento Perfecto está disponible en Netflix.

Y aquí estamos en pleno Siglo XXI, en esta época de un cinismo imperante en casi todos los aspectos. Un tiempo de deconstrucciones, de nuevas ideas, de conceptos que se van sucediendo uno a otro con una rapidez alucinante. Pero a pesar de todo, a pesar de los vientos nuevos que soplan hay algo que no cambia: la necesidad de enamorarse. No lo digo en un sentido cursi, sino intentando apegarme a la más sincera de las realidades; y aunque quizá no nos enamoremos de la misma forma en que lo hacían las personas hace 20 o 30 años, seguimos en la búsqueda del amor como parte esencial de la vida.

Quizá esa es una de las razones por las cuales las comedias románticas siguen siendo tan populares. No estoy seguro si It Happened One Night (1934) de Frank Capra fue la primera película a la que se le consideró como una Comedia Romántica, pero sí fue una de las primeras en ser realmente exitosas y en construir los cimientos sobre los cuales se edificaría toda una manera de abordar al romance en el cine y, posteriormente, en la televisión.

En la película, la hija de un magnate (Claudette Colbert) abandona el yate de su padre para ir en la búsqueda del novio a quien el padre rechaza, pues sospecha que solamente la quiere por su dinero. En el camino conocerá a un pícaro periodista (Clark Gable), quien a cambio de la exclusiva para contar su historia promete ayudarle a encontrar al novio, aunque terminará enamorado de ella. Polos opuestos que se atraen como una fórmula ideal para contar una bonita historia de amor de esas que suelen atrapar a casi todo el mundo. Y sí, esa historia de la chica rica que se enamora del chico pobre (o viceversa) sigue estando presente en casi todas las comedias románticas que se han hecho después, lo cual me parece curioso, pues quizá como ningún otro subgénero lo ha hecho, la Comedia Romántica genera en el espectador una especie de conciencia de clase, pero también la utópica sensación de que ésta puede ser traspasada por aquello que llamamos amor.

Es muy famosa la frase de Eduardo Galeano en la que apunta que las utopías sirven al ser humano para avanzar. Y tal vez no haya mayor utopía que la que proviene del amor. Esa promesa de un mundo ideal en el que dos personas se encuentran de manera fortuita y compenetran de una forma única, especial y maravillosa, nos sigue y nos seguirá moviendo para pensar que en el mundo no todo está perdido y que aún existe la esperanza de que cosas buenas pasen en él.

Por ello cuando miro una serie como Un Cuento Perfecto, vuelvo a pensar en lo anterior y no puedo evitar sonreír un poco a pesar de que me pregunto de manera retórica: ¿dónde he visto esta historia? Vuelvo a sonreír porque sé que la he visto cientos de veces y – cuando está bien contada – me hago de nuevo con la idea de que quizá la utopía es algo que puede alcanzarse con un poco de voluntad, con dos personas que van a enamorarse y claro, con un contexto de ensueño como lo es Grecia.

Vamos a ver: Un Cuento Perfecto es una miniserie que está basada en la novela homónima escrita por Elisabet Benavent y va a contar la historia de Margot y David, dos jóvenes que viven en las antípodas sociales y económicas en Madrid: ella es la heredera de un imperio hotelero y él un barista que comparte departamento con una pareja de amigos. Ella ha intentado por todos los medios demostrar que puede ser una figura determinante en la empresa de la familia, él no tiene ni un plan y ni la más remota de idea de lo que puede hacer en la vida. Margot está comprometida con Filippo, un galán y buen tipo italiano que está completamente enamorado de la chica. David tiene una novia con la que está simplemente por el hecho de no estar solo.

La narración arranca cuando Margot tiene un ataque de pánico del día de su boda y, emulando a Julia Roberts, se convierte en una novia fugitiva. Eso la llevará a tener una noche de fiesta y reflexión con sus hermanas, Patricia y Candela, en la que olvidará –ya saben, esas grandiosas casualidades que tienen las comedias románticas- el teléfono en el bar en el que trabaja David. Ahí empezará una historia –en un principio de amistad- de dos personas que están la búsqueda de darle un sentido a sus vidas y que quizá necesiten el uno del otro para encontrarlo.

Juntos emprenderán unas vacaciones por las Islas Griegas en las que esa necesidad se irá tornando más fuerte, a pesar de los intentos de los dos personajes por intentar evadirla. La magia de una buena comedia romántica reside en que el espectador compre lo anterior para aceptar el sentido utópico que este tipo de productos tiene y para ello se requiere una fórmula muy sencilla que combina dos cosas: un guion plagado de situaciones cargadas de naturalidad y una estupenda química entre los protagonistas de la historia. Un Cuento Perfecto tiene las dos.

A Anna Castillo la sigo desde que protagonizó El Olivo –la bellísima película de Icíar Bollaín– y sobre todo porque interpretó a uno de los personajes principales de una de mis series españolas favoritas: Estoy Vivo. Es una actriz muy talentosa y que tiene la enorme capacidad de interpretar a mujeres de toda clase social; es decir, lo hace perfectamente como una chica pobre que busca rescatar a un árbol familiar o es capaz de ponerse en la piel de una millonaria heredera que no está conforme con el rol que su familia y la sociedad espera que tenga que jugar.

En Un Cuento Perfecto, Anna Castillo va a combinar esa capacidad para navegar entre personajes pertenecientes a distintas clases sociales para hacer brillar a su personaje. Margot es adorable porque no es la típica chica fresa (pija, dirían en España) que de pronto aterriza al mundo para llevarse un porrazo y entender el sentido de la vida, sino que a pesar de poseer todos los recursos posibles es alguien cuyo encanto brota de la sencillez. David es interpretado por Álvaro Mel, un actor que también entiende perfectamente la situación inicial de su personaje: alguien cuya vida carece de rumbo y aunque al principio esto no parece importarle mucho, conforme la serie avanza la idea de encontrar un rumbo hacia un destino más certero comenzará a rondarle la cabeza, lo cual sucede mientras va conociendo más a una chica que le lleva a lugares mágicos de una Grecia que se debate entre lo clásico, lo moderno y unos paisajes naturales increíbles.

Un viaje que sirve como elemento de transformación y del cual los dos protagonistas regresarán siendo otros para tener que enfrentarse a sus propias realidades, para intentar entender si éstas pueden transformarse en una realidad mutua. Claro, todos tenemos la sospecha sobre el desenlace de Un Cuento Perfecto, pero eso no nos importa pues hemos llegado a un punto en el que ese final es deseado por todos. La fórmula ha funcionado a la perfección y lo ha hecho con una historia divertida, sencilla, con dos actores sumamente carismáticos que nos han envuelto en ella y que han hecho que en nuestro interior dejemos el cinismo a un lado y le demos paso a ese yo utópico que sigue pensando que la vida está también para ser disfrutada.

Hoy en día existe un amplísimo menú de series. Algunas son un plato muy fino, otras son un plato lleno de tradición y muchas más forman parte de la comida rápida que uno come para llenar el estómago o para no perderse de la discusión que alrededor de ellas se genera por todas partes. Pero tal y como sucede en una comilona maravillosa, uno siempre deja cierto espacio para el postre. Un Cuento Perfecto es una serie “postre”, porque la dulzura –bien dosificada– siempre será un deleite y porque, tal y como sucede cuando uno se come un buen pedazo de pastel de chocolate, cuando se terminan los cinco capítulos de esta historia el corazón está tan lleno, tan satisfecho y tan contento que uno se levanta del sofá portando en el rostro una buena sonrisa y listo para buscar de nuevo dentro del menú televisivo algo que nos haga, al menos por un momento, un poquito más felices.

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