Un héroe yucateco olvidado: Santiago Imán

Páginas ocultas de la historia de Yucatán.

En un corto lapso de tiempo, el General Antonio López de Santa Anna sufrió dos deserciones territoriales: Texas y Yucatán.  La última logra su independencia como consecuencia de la primera. La necesidad de proveer de soldados al ejército que trataba de recuperar el territorio texano ya prácticamente perdido, obligaba al reclutamiento militar, del que se encontraban eximidos los indígenas mayas, sobre todo porque las levas en el oriente del estado eran constantes y secretas -lo que provocaba que muchos se internaran en los montes llevando una vida difícil-, pero todo era soportable a cambio de no ir a una guerra de antemano perdida.

En ese contexto es donde surge Santiago Imán para convertirse en líder de la resistencia en Tizimín y encabezar una revolución que concluye con un manifiesto en donde declara la independencia de Yucatán de la hermana república de México. Sobre Santiago Imán se ha escrito poco, pero lo realizado es contundente y de relevancia: el primero en tocar el tema fue Terry Rugeley, profesor investigador de la Universidad de Oklahoma, quien publicó “En busca de Santiago Imán. El Caudillo del Sur” en dos partes en el Unicornio (Suplemento del Por Esto, 21 y 28 de febrero de 1999).

Posteriormente, en el 2013 el historiador guatemalteco Arturo Taracena Arriola presenta su investigación sobre el mismo tema: “De héroes olvidados, Santiago Imán, los huites y los antecedentes bélicos de la guerra de castas”;  yo contribuyo a esa bibliografía con mi novela histórica: “El llamado de los Tunkules”, pues este libro tiene mucho de realidad y un algo de ficción, ya que mi interés fue el de recrear a este enigmático héroe local que se encuentra en un completa exclusión de la historia oficial del estado.

La revolución de Santiago Imán logró la movilización de los desencantados por la situación que prevalencia en eso tiempos: bandoleros, soñadores, inconformes, milicos desertores, negros perdedores de revoluciones caribeñas y los indígenas mayas conformaron un poderoso ejército que en cada batalla sumaban a más combatientes.  Jorge Victoria  y Jorge Canto realizan un interesante trabajo de microhistoria: San Fernando de Aké, comunidad formada por negros que perdieron su guerra en alguna isla del caribe y que no solo nutrieron con hombres el ejército Imanista, sino que le brindaron protección en las derrotas sufridas en el oriente.

[Imprenta de] Lorenzo Seguí en Valladolid.- Calle de Abasolo, número 24.- 1840
La independencia de Yucatán (existen  dos intentos),  históricamente es un hecho distintivo de la identidad del yucateco, pues no creo que exista peninsular que se avergüence de estos hechos históricos que sumados nuestros símbolos como la bandera yucateca y nuestro singular lenguaje nos recuerda una historia en común de indígenas y mestizos; así, el separatismo resultó un entramado ideológico que aún permea a la población; sin embargo, resulta cruel que la historiografía local guarde hermético silencio sobre su autor y principal defensor de la causa independista en los momentos en que las tropas federales trataron de recuperar infructuosamente el territorio perdido.  La animadversión hacia Imán no es cosa de hoy, dado que en su momento los líderes políticos revanchistas temieron que su ejército de campesinos mayas tomara el poder y los desplazara en sus ambiciones de gobernar. Pero Imán no era de esos; una vez ganada la guerra con todos los honores decidió abandonar la milicia y dedicarse a lo que mejor sabía hacer: cultivar la tierra.

Ya libre el camino, le brindaron todos los reconocimientos. El Congreso del Estado de esos ayeres, le confirió el grado de General, pero no le dio ningún ejército; también se le confirió el título de “Comandante Militar del puerto de Yalahau”; se le compusieron loas, poemas y elegías épicas a su valentía.  ¿Cuál es la razón de su olvido? Algunos conservadores de la época, como Felipe Pérez Alcalá, entre otros, lo acusaban de ser el autor intelectual de la guerra etnica que cimbró a la península. Un argumento falso, dado que este movimiento estaba anunciado desde mucho tiempo antes, ya que los indígenas no soportaban más humillaciones.

A este respecto, traigo a colación a Don Arturo Taracena, quien, en su obra citada líneas arriba, afirma lo siguiente: “El olvido de Imán no fue obra de la casualidad, sino de la voluntad ideológica de la historiografía oficial yucateca decimonónica, tanto conservadora como liberal. A pesar de sus propias dudas políticas como caudillo y del rechazo de la actuación política de sus contemporáneos, Imán fue protagonista de la historia peninsular” y sigue diciendo “como caudillo contribuyó en darle a Yucatán sus momentos más sublimes en el sueño de la élite peninsular por aspirar a construir un país propio, independiente de México”.

Por otro lado, en torno al olvido de Imán, Rugeley argumenta: “A veces el heroísmo de una época no funciona fácilmente en otra”. Otros de sus correligionarios tuvieron mejor suerte, como su hijastro Sebastián Molas, quien cada año es recordado sin mencionar el pecado de ser un vendedor de indios mayas a los hacendados cubanos. Luego entonces me pregunto, ¿no es ya tiempo de perdonar a Santiago Imán, para que él nos perdone el castigo del olvido…?

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