Los juegos del silencio V: el triunfo de la migración

"Países enteros fueron construidos a partir de la migración, aunque muchos hoy pretenden ignorarlo. Lo que ha quedado claro en los Juegos Olímpicos de Tokio, es que esos hechos son innegables y que las sociedades continúan construyéndose a partir de la multiculturalidad". David Moreno

“La inmigración es algo muy favorable. Imagine un obrero de origen senegalés: por un lado participa de la vida francesa; por otro, no forma parte de la antigua historia de la nacionalidad. Son europeos, europeos nuevos, un poco como los inmigrantes que hicieron los Estados Unidos o la Argentina”. Alain Badiou

Ana Peleteiro

A Ana Peleteiro alguna vez le gritaron “¡negra de mierda!”. Su padre biológico es africano, su madre gallega, ella nació en Galicia. Se ha convertido en medallista olímpica al darle a España un bronce en la prueba de Salto de Triple. Es madrina de la hija del gimnasta ibérico Ray Zapata, un chico que llegó a Lanzarote proveniente de República Dominicana cuando tenía 5 años. A los 11 le detectaron su gran talento para la gimnasia. En Tokio le ha dado a la delegación española una plata olímpica.

Erica Ogwumike es hija de inmigrantes nigerianos residentes en los Estados Unidos. Desde hace algunos años juega en la WNBA con el equipo de Minnesota. Nunca ha vivido en el país de sus padres, pero ha decidido hacer honor a sus raíces y jugar con la escuadra africana en los olímpicos japoneses. La gran mayoría de las integrantes del equipo de softbol de México nacieron en los Estados Unidos, todas son descendientes de migrantes mexicanos que cruzaron el Río Bravo en búsqueda de una mejor vida para sus familias. Tuvieron una actuación muy decorosa en el torneo olímpico de la especialidad. Gabby Williams es norteamericana de madre francesa que jamás vivió en Francia, pero hoy representa con gran orgullo a la selección gala de basquetbol. Lamont Marcell Jacobs nació en El Paso, Texas. Hijo de padre estadounidense y madre italiana, vive desde niño en la península itálica. Se ha convertido en el rey de la velocidad olímpica al ganar por primera vez para Italia la prueba de los 100 metros planos.

Erica Ogwumike.

Los Juegos del Silencio se están convirtiendo en el reflejo de un mundo en el que las fronteras han ido desapareciendo. Un mundo marcado por fenómenos migratorios, por gente que se ha desplazado a un lugar diferente al que los vio nacer, casi siempre en la búsqueda de una mejor calidad de vida para los suyos. Consigo llevan no solamente alguna maleta, sino también un bagaje cultural que los acompaña, que los define. Un acervo que se mezcla con el del lugar en el que instalan sus sueños.

De esa combinación surgen estos atletas. Mujeres y hombres que no renuncian a sus raíces, que representan con orgullo al país que acogió a sus padres o a aquel que los vio nacer cuando quizá debieron haberlo hecho muy lejos de donde se asomaron por primera vez a la vida. Es cierto que la migración es un asunto muy complejo, un tema difícil en el que están reflejadas las enormes desigualdades que existen en el mundo entero, en el que influyen conflictos bélicos y serias amenazas a los derechos humanos.

Gabby Williams.

Pero también la migración ha contribuido a repensar a conceptos como el de la nacionalidad y plantarle cara a los nacionalismos extremos que intentan resurgir con fuerza, principalmente en Europa y en los Estados Unidos. Que la extrema derecha vaya ganando terreno en términos electorales en varias regiones del orbe trae consigo cargas importantes de xenofobia, de racismo, de chauvinismo. Genera una sensación de fortaleza entre quienes comulgan con esas arcaicas ideas.  Los triunfos olímpicos de migrantes o de descendientes de los mismos son también una forma importante de demostrar lo erróneo, lo peligroso, de los discursos anti inmigración.

Países enteros fueron construidos a partir de la migración hacía sus territorios de personas provenientes de las más diversas latitudes, aunque muchos hoy alevosamente pretenden ignorarlo. Pero lo que ha quedado claro en los Juegos Olímpicos de este año, es que esos hechos son innegables y que las sociedades continúan construyéndose, revitalizándose, transformándose, a partir de la multiculturalidad que se produce con el constante movimiento de seres humanos a través de lo que alguna vez fueron las fronteras. Fronteras que aún intentan ser marcadas con la construcción de muros físicos e ideológicos. Muros que son derribados por el deporte de manera contundente generando la posibilidad de un cambio, de una nueva manera de entender a las personas que lo dejan todo para empezar de nuevo en territorios desconocidos, hostiles, a los que terminan vistiendo de gloria en lo más alto de un podio olímpico.

Epílogo: Los seleccionados de béisbol de México son en su mayoría integrantes del equipo Tomateros de Culiacán. Jugadores profesionales que viven del deporte que practican. Antes de iniciar su participación en la justa olímpica se tomaron una foto con el uniforme de su equipo y no con el nacional en la Villa Olímpica. Faltaron con ese acto a varios reglamentos. Nadie les sancionó, incluso en las cuentas de redes sociales del equipo sinaloense, se celebró el hecho. En el país el asunto pasó desapercibido por medios y aficionados. Los beisbolistas fueron eliminados después de tres partidos, perdiendo incluso contra Israel, un país con muy poca o nula tradición beisbolera.

Contrasta el hecho con el melodrama que se armó con los uniformes del equipo femenino de softball. Jugadoras amateurs y universitarias que representaron muy dignamente al país al llegar al partido por la medalla de bronce y que cometieron el error de dejar sus uniformes en la Villa Olímpica. Medios de comunicación y aficionados se envolvieron en la bandera del patrioterismo y condenaron enérgicamente el hecho. Dos afrentas medidas con diferentes varas, incluyendo a las del machismo, la xenofobia y la misoginia que lamentablemente siguen teniendo fuertes raíces en nuestro país.

Laurel Hubbard.

Epílogo 2: Laurel Hubbard, pesista neozelandeza, se convirtió en la primera atleta transgénero en competir en unos juegos olímpicos. Antes de su participación ya había sido objeto de críticas y ataques que aludían a las supuestas ventajas que su condición física le daba sobre sus contricantes. Tímida y callada, Hubbard solo se mostró agredecida con el COI por la oportunidad. Parecía no darse cuenta de que cuando saliera a competir, estaría dando un paso enorme, estaría abriendo camino, estaría haciendo historia.

Hubo mucha transfobia en torno a su participación. En redes leí a alguien intentando justificar sus prejuicios con la frase: “No es transfobia, es sentido común”. Por lo que he podido leer, la mayoría de quienes utilizan este tipo de argumentos en su contra, son hombres. La histórica participación de Hubbard duró solamente 40 minutos. No pudo levantar en tres intentos 125 kg., no fue superior a ninguna otra competidora. La masculinidad frágil puede dormir tranquila.

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