Tornamesa con groupies

CRÓNICAS MELÓMANAS XI.

Era viernes y ya había caído la noche. Ese día sería la última sesión de una serie de pláticas que ofrecí a un grupo de personas interesadas en el rock. Con esta última sesión, habrían sumado 40 horas de Charlas rockeras, como lo había promocionado el sindicato de trabajadores de Banamex en aquel entonces. Fue Eusebio Ruvalcaba, responsable del área de cultura en el sindicato, quien me había contratado para ofrecer estas pláticas. Aunque quien me enlazó con Eusebio fue Graciela González Phillips, hermana de Guillermo, integrante de la Banda Elástica. En realidad Eusebio quería que el hermano de Graciela fuera a dar esas conferencias, pero él andaba de gira en el país y no podía. Así que ella me recomendó con Eusebio y, luego de una entrevista, él me contrató.

Desde un principio, las pláticas las ofrecí con acompañamiento musical, es decir, luego de exponer una época determinada del rock o un estilo rockero particular, ponía una muestra musical de lo que acababa de explicar. Por ejemplo, después de comentar las características de fondo y forma del rock and roll, puse un long play de Elvis Presley en la tornamesa para que el auditorio escuchara y constatara lo que les había expuesto. Así hice con los demás temas del programa. Aunque a partir de la segunda sesión, que era semanal, comencé a llevar casetes que incluían una selección musical de las piezas que manejaba como muestras. Ya no fue necesario cargar con todos los discos de vinil requeridos para mostrar los ejemplos musicales en las pláticas. 

Ya habían ocurrido nueve sesiones de conferencias, de acuerdo con lo programado. A lo largo de todas ellas, el auditorio había incrementado su número de asistentes, no muchos pero sí llegó a duplicarse al llegar a la sesión nueve. La décima fue la más esperada por todos los asistentes, quienes habían llevado hasta invitados. En esta ocasión, habría dos bandas invitadas, una ya madura en el ambiente rockero y la otra incipiente aún pero con mucha energía musical. Los grupos invitados fueron Botellita de Jerez y Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio. Como una especie de moderador, yo presentaría algunas preguntas o tópicos en torno del rock nacional y su circunstancia actual, y las bandas expondrían su postura al respecto.

Sin embargo, ya era tarde y los botellos aún no llegaban a la cita. Sólo los malditos estaban ahí, en espera de que arrancara el tan aclamado debate. La tornamesa estaba lista, pero los asientos de los integrantes de Botellita de Jerez todavía estaban vacíos. Por fin, luego de 15 minutos de retraso, llegó corriendo Sergio Arau, disculpándose por la tardanza y por la ausencia de sus compañeros del grupo, quienes no llegarían a la sesión. Sergio me explicó al oído que una pandilla de la Portales les había caído a su departamento para enfrentarlos. Los pandilleros habían ido a romperles el hocico a los botellos por andar jalándose a unas morritas que eran de su “propiedad”. El caso es que, al parecer, sólo Armando Vega Gil y el Mastuerzo, los otros integrantes de Botellita de Jerez, se habían quedado a partirse la madre con aquellos pandilleros, y Sergio arrancó a correr en su vochito con dirección al lugar del debate rockero.

Los primeros en exponer su posición en el rock mexicano fueron los de Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, quienes proyectaron una cinta de 8 mm, como una especie de video artesanal, en la que mostraban la historia naciente de la agrupación, su música y un poco de algarabía. La gente del auditorio hizo preguntas y el líder de los malditos, Rolando Ortega Cuenca, alias Roco, contestaba y explicaba con detalle los cuestionamientos de los asistentes.

Todo iba bien hasta que le tocó turno al único botello presente, quien se dio cuenta que había olvidado sacar de su vocho los dos discos que hasta entonces había grabado la banda, para ponerlos en la tornamesa del debate. Pero, a su regreso, entró con los discos de Botellita de Jerez y un par de fans que se habían escondido de aquellos pandilleros en su auto. Al parecer, por la corretiza, Sergio ni cuenta se dio. Así que puso en la tornamesa el primer guacarock de la noche, abrazado de aquellas groupies.

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