Cerrado por Mundial V: Francia vs. Argentina, la final inminente

Con Argentina y Francia ya perfilados para su gran enfrentamiento en la final del Mundial de Qatar 2022, David Moreno aquilata las virtudes y defectos de ambos equipos, en un choque que se avizora como un duelo parejo en una justa futbolística llena de sorpresas. ¿Quién ganará...?

Este Messi perdurará como un misterio esplendoroso, como un certificado de que hay bellezas que se capturan con las pestañas durante una fugacidad pero se distribuyen en las venas para todos los futuros. Ariel Scher

             Ariel Scher escribió para la Revista Anfibia uno de los artículos más hermosos que se han escrito en torno a la figura de Lionel Messi. Lo tituló “La Belleza Eterna” y en él habla sobre el Capitán de la Selección Argentina desde varias ópticas incluyendo la del espacio y el tiempo. En un desbordante fragmento de literatura deportiva, Scher dice lo siguiente:

Messi desacomoda los pastos de Qatar rompiendo la lógica del tiempo y del espacio. El tiempo: Messi, con 35 cumpleaños, juega al fútbol mejor que todos los Messi anteriores, o sea que es el mejor del mundo superando al mejor del mundo que era, también, él. El espacio: Messi le agregó Messi a Messi cuando ya la exuberancia de su talento y de sus logros señalaba que no cabía en Messi nada pero nada más. Le sobra razón al físico insomne: Messi vence al tiempo, al espacio y a los rivales. Y no hay secretos porque el Mundial es el espectáculo principal de un planeta que torna en espectáculo a casi todo: de este Messi que destrona a las grandes teorías de la física y del fútbol es testigo la humanidad”.

Para Scher Messi ha roto con todos los paradigmas de lo que se espera de un jugador a los 35 años de edad. Maradona – en una más de las eternas comparaciones entre los dos astros argentinos -a esa edad estaba prácticamente retirado, en cambio Messi ha sido capaz de reinventarse a si mismo, de cambiar su forma de juego y de derrochar sabiduría futbolística en cada uno de sus toques al balón y está,  en sus 35 vueltas al sol, ante la oportunidad de ganar por primera vez una Copa del Mundo.

El deporte, como lo he tratado de ilustrar en esta serie de entregas,  como cualquier obra de ficción es en buena medida una representación dramatizada de la vida misma. Pero en ese escenario no se sigue un guion previamente establecido y todo se maneja en los terrenos de la improvisación. Quien tiene la capacidad para improvisar mejor es quien termina por cosechar el éxito. Y Messi se ha convertido en un maestro de ese arte, en el que mejor lo entiende y lo interpreta. Su capacidad para cambiar el orden de un partido con base en el entendimiento de lo que pasa en la cancha, se ha desarrollado a un nivel exquisito.

Basta con ver la asistencia que puso en el segundo gol de la serie de cuartos de final contra Países Bajos para reafirmar lo anterior: un pase milimétrico que pasó por las piernas de un defensa holandés para terminar en los pies de Nahuel Molina quien solo tuvo que empujarla. Me encantaría saber que pasa por la cabeza de Lionel Messi, cómo es que es capaz para que en cuestión de milésimas de segundo determine donde poner la pelota con una deslumbrante precisión.

Pero al no tener un guion previamente establecido el deporte los finales no necesariamente son los que la trama ha planteado. A lo largo de la Copa del Mundo, Argentina nos ha regalado una epopeya espectacular, un drama en toda la extensión del término en el que la albiceleste y su capitán han sido los protagonistas. Sus antagonistas han venido de todos los confines del planeta y han intentando que la obra concluya de manera anticipada. Los argentinos han sido capaces de imponerse incluso contra los pronósticos de aquellos que tal vez desde la frustración desean su derrota.

El capítulo final de esta historia enfrentará a Argentina con un equipo que luce superior. Una Francia que ha vencido a la poderosa armada inglesa en cuartos de final y que luego se ha impuesto con mucha autoridad a la maravillosa y querida selección de Marruecos. En sus filas Kylian Mbappé aparece como el jugador destinado a ser el mejor del mundo cuando su compañero del PSG cuelgue los botines. Hay algo de prisa en el joven francés para que eso ocurra pronto y seguramente estaría encantado de evitar que Messi le ponga el punto culminante a su carrera levantando la Copa de la FIFA.

Mi compañera suele decir cada vez que vemos una película que concluye felizmente que así deberían ser todas las películas porque en la realidad la vida es demasiado jodida, por lo tanto, al menos en el cine, la gente debería ser siempre feliz. No encuentro muchas fallas en esa lógica y me encantaría también aplicarla al deporte en general y al fútbol en particular: En los últimos tiempos la vida para todos ha estado muy jodida. Pandemia, crisis y guerras nos han generado un caudal de sinsabores y tristezas. Nos merecemos un trocito de felicidad, un pequeño momento en el que el mundo no parezca un lugar tan injusto y que tal y como sucede en esas películas en las que a veces hasta al más cínico le arrancan una mueca parecida a una sonrisa, todo termine felizmente.

Messi va a jugar su último partido en una Copa del Mundo y lo más lindo sería que ese instante de felicidad llegue al final de esos noventa minutos, que sea el momento en el que aquel chico que emigró de Rosario a Barcelona, que luchó contra problemas de crecimiento y que hizo del fútbol algo muy parecido a la magia, concluya su andar por los mundiales en lo más alto. Que esa belleza eterna encarnada en el 10 argentino tenga también una dosis de poética justicia.

 

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