La papa peruana y yo: crónica de un conflicto internacional

En la más reciente entrega de sus crónicas de viaje, Mar Gómez cuenta un poco sobre las diversas variedades de la papa peruana, considerada un tesoro nacional, y el malentendido que se suscitó en un mercado de Lima a propósito de este popular tubérculo... ¡No dejes de leerla!

En el año 2014, fungía como miembro activo de la REDIEEM (Red de Investigadores Educativos de México), por ello tuve la fortuna de permanecer un mes en ese maravilloso país que conmueve por su fuerza y misterio, una tierra milenaria que tiene de todo, la tierra andina del imperio inca ancestral. Diez días en el séptimo encuentro Iberoamericano de colectivos y redes de maestros que hacen investigación, en la ciudad peruana de Cajamarca y los veinte restantes en diferentes partes del país, haciendo cultura pedagógica (YouTube/Cultura Pedagógica, expediciones pedagógicas. / Mar Gómez), invitan a recordar y escribir sobre un anécdota, que es un hecho político, de espíritu belicoso e histórico.

La música, gastronomía, usos y costumbres, vestimenta, expresiones idiomáticas y el arte en todas sus formas, son elementos de sistematización para cualquier investigador del trabajo en expediciones pedagógicas. Recabar datos de la magia y el misterio de la joya arquitectónica de Ollantaytambo, la imponente obra maestra y maravilla del mundo Machu Picchu, sobrevolar en avioneta las líneas de Nazca, y disfrutar la joya de su gastronomía en la ciudad de Lima, con su infinidad de productos culinarios elaborados con la estrella peruana “La Papa”, era parte de lo que me aguardaba por la ruta escogida en la expedición.

La papa peruana es motivo de orgullo nacional, tanto que cada treinta de mayo en el Perú se celebra “el día nacional de la papa”, para revalorizar a este alimento como testimonio de la cultura andina y mostrar al mundo la versatilidad de ese producto y sus más de tres mil variedades; luego entonces, tenía que documentarme visitando mercados. El tubérculo es el principal sustento alimenticio en el país y, por supuesto, era visita obligada observar el espectáculo imperdible de las papas nativas.

Al llegar al mercado de Arequipa me detuve para una toma general, al dar flash escuché una voz iracunda gritar “¡quítenle la cámara! estos turistas nada mas vienen a sacar fotos para hacer sus tarjetas postales, venderlas y volverse ricos a nuestras costillas”. Volteé buscando a la persona a quien se dirigía. La mujer que gritaba, traía un amenazante garrote. Me señaló a la distancia diciendo “no te hagas tonta, te lo digo a ti”. Advertí paralizada como se acercaban dos hombres nativos a mí… al tenerlos enfrente, me presenté mostrando el gafete que traía colgado en el cuello comentando el motivo de las fotos y ofrecí una disculpa por no pedir autorización para tomar esas imágenes, argumentando desconocía tener que hacerlo en un lugar público.

Ellos fueron muy amables:“No le haga caso” expresaron, moviendo con suavidad mi mano, donde tenía la pequeña cámara que parecía les estaba ofreciendo y nunca tomaron. Al paso del tiempo pienso si realmente iban por mí y por la cámara, o simplemente caminaban para salir. Siendo sincera, pasé un mal rato, mientras acomodaba la saliva y las emociones escuchaba la información que me daban sobre las papas, simulando la más falsa de las sonrisas hasta que se me bajara el susto; después ya no quise entrar más. Total, fuera del mercado y todo a su alrededor había suficientes vendedores para admirar lo que consideraba un espectáculo.

No hace falta repetir que, a mí, sí me genera conflicto ser una persona non grata cuando me amenazan con un palo, y lo digo en el mejor de los sentidos sin el “valemadrismo” aparente de que no es importante lo que otros piensen de uno, entiéndase en el sentido estrictamente humano, sin rebuscamientos complejos para polemizar. Eso de ser declarado persona “non‑grata”, no ser bienvenida, ser rechazada y violentada, por supuesto que no es agradable.

A mí, sí me incomoda la muestra ofensiva que ello representa, que afortunadamente no terminó en violencia física. ¿Será que en ese momento me asumí como víctima, fui políticamente incorrecta en ese acto, o la mujer tenía razón, porque ha vivido violentada en sus derechos a ser reconocida y gratificada en su cultura? Tal vez como argumentaron los hombres: esa mujer exageró en su deseo de linchamiento porque “ella siempre está enojada con la vida”, o fue todo junto. Como sea, las papas peruanas siempre atraerán recuerdos.

Gabriel G. Márquez dijo “Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra”, frase a la que yo agregaría y compartir los mercados, que son cultura

La humilde papa domesticada en los andes es un alimento mundial increíblemente exitoso, la historiadora Rebecca Earle, es quién rastrea el viaje planetario de la papa y un buen lugar para comprender sus orígenes me enteré después, es el centro internacional de la papa (CIP), un centro de investigación para el desarrollo que estudia y promueve todo lo relacionado a ella, ubicado en un árido suburbio de Lima, la capital peruana.

Desde ese incidente me he vuelto una turista más ética y educada, considero el tema de la toma de fotografías con respeto, sobre todo cuando se trata de proteger los derechos de los pueblos indígenas. Tema que en la actualidad ha tomado especial relevancia en todo el mundo. En México existe una lucha permanente de denuncias por los grupos defensores de la cultura cuando se usan diseños indígenas mexicanos en las prendas que elaboran grandes o pequeños corporativos sin contar con autorización, lucrando y comercializando sin haber retribuido los derechos de autor a las comunidades de donde son originarios.

Se trata entonces de un principio de consideración ética, porque la política está en todas partes y es causa y consecuencia de los cambios sociales y económicos de todo el mundo. Así la evolución de la humanidad, donde abundan los profesionales de la confrontación y la ira. Lo que antes estaba normalizado, ahora es cuestión de revisión y de  política.

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