Una rosa para William Faulkner…

Zulai Marcela Fuentes escribe sobre "Una rosa para Emily", relato iniciático de Faulkner. Un autor "intolerablemente intenso”, según Borges, y de quien García Márquez y Vargas Llosa afirmaban que sin él la novela hispanoamericana hubiera sido distinta.

“Era evidente que el cuerpo había yacido alguna vez en la actitud del abrazo, pero ahora el largo sueño que sobrevive al amor, que conquista la mueca misma del amor, le había puesto los cuernos”. William Faulkner

I

“Cuando desentrañen su cuerpo no será sino un acopio de cenizas, polvo enamorado que un día fuera carne palpitante y esmerada, carne prodigiosa en intercambios de sales y suspiros, tránsito de savia y sensaciones. En esta cama se acostó conmigo el que me convirtió en mujer. Este fue nuestro tálamo nupcial y su lecho mortuorio: aquí nos inventamos, aquí nos requerimos.

Pero nuestro amor tuvo que alterar su curso hasta encontrar otra existencia sin esclavitud, ni decadencia o soledad, ocaso de una tierra abandonada por la vida. Allí no habrían podido forzarme a creer en un auge cimentado en el  despojo; en tributos y genuflexiones ante una tutela que nadie imaginó. Era necesario plantar semillas en suelos fértiles sin abonos de detritus. Me rehusé a ceder el paso a quien no tenía por qué gozar de privilegios.

Yo, Emily Grierson, envejecí en mi hogar. Nadie osó removerme en vida. Conmigo se extinguió mi pasión, única flaqueza de mis noches. Luché por desterrarla, ¡pero eran tan cálidas sus manos y sujetaban tan firmes mi cintura! Dicen que todo lo que nace debe perecer. Yo nunca lo creí. Yo no pereceré del todo, igual que no se frustrará mi nombre ni el recuerdo, porque estoy segura de que nadie que haya conocido este escena de amor embalsamada por el tiempo podrá olvidarnos a mí, Miss Emily Gierson, y a Homer Barron, mi amante descarnado.”

II

El anterior es un fragmento derivado del relato “Una rosa para Emily”, de William Faulkner, extraído del libro Septiembre ardiente y otro cuentos, (Universidad de Sinaloa, 1983, selección y notas de J.E. Pacheco y C. Monsiváis); un libro que tuve en mis manos hace muchos años durante un seminario de crítica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, cuya lectura era entonces obligada. Sucedió que por circunstancias de la vida no pude regresar a concluir mis estudios y me quedé con los apuntes en el papel y el intento a medias de expresar lo que me produjo esta singular lectura.

En esta ocasión quiero referirme a Septiembre ardiente, que incluye cuatro cuentos magistrales: “Septiembre ardiente”, “Victoria”, “Sol poniente” y “Una rosa para Emily”. Aquí solo me concentraré en este último, por ser lectura iniciática para descubrir y disfrutar a  Faulkner. “Intolerablemente intenso”, -según Borges-, de quien García Márquez y Vargas Llosa afirmaban que sin él la novela hispanoamericana hubiera sido distinta.

Miss Emily Grierson, símbolo y metáfora de la decadencia, personifica en este relato, como tantos otros de Faulkner, el deterioro y obsolescencia de valores de una sociedad esclavista del sur de Estados Unidos. La técnica, como en la mayoría de su obra, es el flujo de conciencia en el que la turbulencia del pensamiento y las emociones pueden manifestarse directamente como revelación a través del truco de oscurecer el hecho y la acción. La característica de su estilo es la curiosa mezcla del monólogo reminiscente y la mirada omnisciente.

La genialidad aquí radica en el punto de vista de la narración, es decir en el uso de la primera persona del plural, lo que confiere una fuerza rotunda por tratarse de la voz de la colectividad, por mencionar solo uno de los magistrales recursos del entrañable escritor. En “Una rosa para Emily” el elemento para ilustrar la decadencia es el envejecimiento paulatino y contundente de una mujer que pretende permanecer intacta en una sociedad cambiante que la desborda. Se obstina en no pagar impuestos como una forma de negar el paso del tiempo y los imperativos de una realidad que le es indiferente. Las nuevas autoridades no le merecen ningún respeto y vive al margen de las murmuraciones del pueblo.

La casa de Miss Emily permanece  incorruptible en medio del progreso, pero se resquebraja como aquellos que viven en ella; después de la muerte de su padre, solo Miss Emily y un viejo criado de color. A ella no se le conocieron pretendientes, a excepción de uno que apareció misteriosamente un día y desapareció del mismo modo. Además de las conjeturas que se armaban en torno de esta vida solitaria y hermética, sólo se había percibido una fuerte fetidez que emanaba de la casa de Miss Emily.

Aquí puedes leer el cuento completo de Faulkner en español.

Los vecinos protestaban y no fue sino hasta después de dos semanas de que rociaron con cal las entradas de las piezas del sótano que desapareció la peste (otro “personaje” simbólico); este olor que fluye a lo largo del hilo conductor del relato. Cuando Miss Emily compró veneno en la botica, se pensó que se trataba de ratas o algo parecido, pero no fue sino después de años, a raíz de la muerte de la anciana, que se descubrió el cadáver envejecido con ella de aquel único amante que yacía en su lecho nupcial y mortuorio a la vez. Al asesinar a su novio, Emily había aniquilado un elemento de intrusión que no podía coexistir en un mundo agonizante. Y al suicidarse confirmaba que el amor no florece en terreno de deshechos.

Se trata sin duda de un cuento clásico de William Faulkner en que la sorpresa descubre la tragedia de una vida, como tantas otras, en una sociedad de valores caducos sumida en las telarañas del tiempo.

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